miércoles, 21 de octubre de 2015

EN MARTE COMO EN CASA (2015)

Hollywood sigue rendida ante los encantos del género de ciencia ficción y es que producir una cinta de estas características, a día de hoy, supone todo un éxito en taquilla asegurado, algo que en los últimos tiempos parece estar echando de menos la meca del cine. Así es cómo el veterano director Ridley Scott aprovechó esta coyuntura para sacar todo lo mejor de sí mismo y crear un largometraje como “Marte”, que, en parte, recupera cierta esencia de los fantásticos orígenes del realizador.

Admirado por películas de culto como “Alien, El Octavo Pasajero” (1979) o “Blade Runner” (1982), y recordado por grandes producciones como “Thelma & Louise” (1991),  “Gladiator” (2000) o, incluso, “Robin Hood” (2010), de las que hemos disfrutado cientos de veces, sumó a su extensa filmografía el título de “Marte” en 2015, una propuesta de lo más impactante a nivel visual y con una historia de supervivencia y trabajo en equipo que, en ciertos momentos, nos lleva a rememorar a la oscarizada “Gravity” (Alfonso Cuarón, 2013). 

El guionista Drew Goddard se encarga de adaptar la obra del escritor californiano Andy Weir. Un equipo de la NASA es enviado al planeta rojo para llevar a cabo la misión Ares III, pero deben suspender la investigación por la amenaza de una tormenta de arena. En pleno desalojo, Mark Watney (Matt Damon) es golpeado y despedido por una de las piezas de la nave, por lo que la comandante Melissa Lewis (Jessica Chastain) intenta retroceder para ir en su búsqueda. Sin embargo, parece que Mark no da señales de vida, por lo que deciden retomar su plan de escape, presuponiendo que su compañero está muerto. En realidad, Watney se encuentra herido y totalmente solo en un planeta en el que apenas podría sobrevivir 30 días. Por eso, decidirá tomar las riendas de la situación y hacer uso de sus conocimientos en botánica e ingeniería mecánica para poder sobrevivir.

Poco acostumbrados estamos a que Scott escoja una trama más optimista que de costumbre, pero atrás quedan las ficciones dedicadas al futuro apocalíptico o a los héroes caídos. Estamos ante una aventura cósmica que, aunque se alargue 2 horas y 20 minutos de metraje, se desarrolla de forma vertiginosa para concluir en un final emocionante e intenso. De sus diálogos quedan desterrados los tecnicismos y, los pocos que se utilizan, son perfectamente explicados para que el espectador no pueda perder la atención en ningún instante.

A pesar de este gran dinamismo y de los constantes toques de humor, que agilizan aún más la trama al hacer sonreír al público, su falta de dramatismo en determinadas situaciones hacen que la cinta no sea redonda en su conjunto y es que, por extraño que parezca, el protagonista no se toma tan mal el hecho de permanecer al acecho de una muerte segura. Más tranquilo de lo que cualquiera pudiera estar ante tal solitario escaparate, Watney sabe cómo debe desenvolverse sin perder la razón, restando cierta credibilidad a la narración y la emotividad que el público debería sentir.

Por otra parte, el director no ha dudado a la hora de rodearse de un elenco actoral de lujo. En primer plano, Damon ejerce una labor sobresaliente cargando con la mayor parte del peso de la película. Es probable que estemos ante una de sus mejores interpretaciones en lo que lleva de carrera. Con gran carisma y naturalidad, se desenvuelve en cada escena con una multitud de registros que hacen que sea indudable su profesionalidad en un papel que parece hecho a su medida. No obstante, no ocurre lo mismo con los actores secundarios, que, por desgracia, son totalmente desaprovechados con escasas intervenciones y un desarrollo psicológico que no se aprecia hasta los minutos finales del metraje. La imparable Chastain se muestra más que correcta con un semblante, en su mayor parte, regio, decisivo, mientras es acompañada por Michael Peña, Kate Mara, Aksel Hennie y Sebastian Stan al frente de la tripulación y que corren, incluso, peor suerte. 

El actor Jeff Daniels, que encarna al dirigente de la NASA Teddy Sanders, parte con ciertos aires de antagonista muy poco explotados y que, conforme avanza la cinta, se van disipando hasta prácticamente olvidarnos de él. Por el contrario, Chiwetel Ejifor y Sean Bean adquieren mayor importancia al protagonizar algunos memorables momentos de gran intensidad narrativa al facilitar la labor de investigación y búsqueda de Watney

Curiosamente, los amantes de la música disco encontrarán su hueco en una banda sonora que, a pesar de que a simple vista parece no encajar, se adapta a cada momento de una forma asombrosa, amenizando las escenas y creando un mayor dinamismo si cabe. Gloria Gaynor, Donna Summer o ABBA son algunos de los indispensables en este repertorio. Tampoco podría faltar el tema “Starman” de David Bowie ante tal ocasión, conformando una compilación que no tiene desperdicio y que acompaña a la espectacular labor fotográfica del director Mariusz Wolski, que, como es habitual en el género, despliega todo lo necesario en lo que obviamente es una superproducción.

“Marte” desprende un gran magnetismo con su aventura espacial en lo que podría llegar a ser uno de los mejores largometrajes del año. Su simplicidad en el lenguaje y el entretenimiento que se extrae de la acción, provocan que la duración de su metraje se esfume sin darnos cuenta, disfrutando de cada momento, de los pesares por los que Watney debe pasar e inquietándonos a medida que se acerca el final. Su falta de emotividad, al menos, no afecta a su principal objetivo de evasión, de entregar una historia apetecible al público que tanto conoce Scott. Nos sumergimos desde el primer instante, nos deleitamos con cada dosis de maestría fotográfica y, sobre todo, logramos sonreír con una trama que, de suceder en realidad, habría sido totalmente dramática y fatídica. 

Lo mejor: la fantástica interpretación de Matt Damon. La sublime labor fotográfica de Wolski. El dinamismo y la frescura de una narración que combina drama y toques de comicidad.

Lo peor: Scott se rodea de unos actores secundarios de lujo, pero muy desaprovechados. El guion obvia una emotividad que resulta necesaria en determinadas escenas y que hubiera facilitado cierta empatía por parte del espectador.



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