martes, 28 de diciembre de 2021

UNA VENTANA AL INFINITO (2020)

De vez en cuando, podemos tener el privilegio de seguir explorando el cine de Azerbaiyán, muy comprometido con su realidad, cultura y memoria histórica. Para algunos, ofrece una mirada exótica totalmente desconocida, una ventana a un contexto social y político muy distante, mientras que otros aprecian la frescura técnica de cineastas aún por descubrir con un potencial irresistible. Este es el caso del director y guionista Hilal Baydarov, que debutó en 2018 con el magnético largometraje “Hills Without Names”, en el que se podían apreciar los primeros elementos autorales que poco a poco van distinguiendo su filmografía. Esa visión poética del mundo, en esta ocasión, a través de la figura de un errante que regresa a su país en un viaje que supone un antes y después, invita a saborear las mieles de una imagen impecable e impactante a partes iguales.

Tras su primer trabajo en la ficción, Baydarov se volcó por completo con el género documental de forma prácticamente paralela a su ópera prima. Así surge “Birthday” (2018), en donde se aprecia muy claramente la fuerte influencia que ejerció el reconocido autor húngaro Béla Tarr, uno de sus profesores en la Academia de Cine de Sarajevo. Ese blanco y negro de fuerte contraste encierra una historia sobre la soledad, la viudedad y la esperanza. Muy poco después llegaría “One Day in Selimpasha” (2018), un trabajo realmente intimista e introspectivo que se desarrolla en el interior de un pequeño apartamento. No fue hasta su siguiente obra documental, “Mother and Son” (2019) cuando el cineasta saltó a la red de certámenes de cine internacionales, en donde recibió dos nominaciones con su participación en el Festival de Cine Documental de Ámsterdam y el Festival de Trieste. Su título revela, ya de por sí, un entrañable metraje sobre los lazos maternales en la vida rural de Azerbaiyán.