jueves, 30 de noviembre de 2017

UNA NOCHE A LA DERIVA (2005)



Resulta eterno el discurso entorno a las diferencias entre la mente femenina y masculina y muy probablemente siga extendiéndose en el tiempo con múltiples teorías que mueren con la misma rapidez con la que surgen. El cine tampoco escapa de sus garras, siendo uno de los temas más utilizados y reutilizados de su historia, aunque siempre se pueden encontrar pequeñas excepciones que consiguen captar nuestra cada vez más exigente atención. Este es el caso de “Conversaciones Con Otras Mujeres”, la segunda producción independiente del director, productor, guionista y editor estadounidense Hans Canosa. Mitad drama romántico, mitad comedia negra, lo cierto es que el sello “indie” a veces asegura descubrir alguna que otra joya difícil de encontrar, como es este caso.

Con tan sólo una obra a sus espaldas, “Alma Mater” (2002), con la que entraría tímidamente en unos pocos certámenes cinematográficos de Norteamérica, el cineasta se lanzó de lleno con una cinta que contaba con un elenco sumamente reconocible y una mayor disposición para salir del país, aterrizando en festivales como el de Valladolid o Tokio, en donde se alzó con el Premio Especial del Jurado. Curiosamente, el éxito en esta ciudad le llevó a realizar una cinta japonesa en 2010, “Memoirs of a Teenage Amnesiac”, que apenas trascendería más allá de las fronteras niponas. Una trayectoria fugaz que, sin embargo, le ha llevado más tiempo del esperado.

Una mujer (Helena Bonham Carter) viaja desde Londres a Nueva York para acudir a una boda en un hotel como dama de honor sustituta aun sabiendo que su expareja estará en el evento. Ella fuma sola en una mesa, mientras habla por teléfono. En el bar, un hombre (Aaron Eckhart) observa atentamente lo que hace. Ambos acaban manteniendo una larga y provocadora conversación que revela sus potenciales. Cada uno utiliza una táctica de acercamiento hacia el otro, creando una tensión sexual que les mantiene en una burbuja, fuera de sus problemas comunes, de sus familias, de su rutina. Su pasado se revela entre diálogos inteligentes, ingeniosos y repletos de irresistibles dobles sentidos que amenizan la extraña noche que están pasando los dos.   

jueves, 23 de noviembre de 2017

LOCOS POR LA CULTURA POP (1969)



En 1969, el mítico autor guipuzcoano Iván Zulueta se lanzó de lleno al mundo cinematográfico con su ópera prima “Un, Dos, Tres… Al Escondite Inglés”, tras los cortometrajes “Ágata” (1966) y el controvertido “Ida y Vuelta” (1968), una pieza que serviría como proyecto final de sus estudios y con la que suspendió, aunque le valió un puesto en la productora del popular director y guionista zaragozano José Luis Borau. Así es como termina abandonando la Escuela Oficial de Cinematografía y, sirviéndose de un pequeño coqueteo televisivo al dirigir el magazine “Último Grito”, dio por iniciada su etapa más psicodélica. Influido por los nuevos cines surgidos en Europa desde finales de los años 50, en especial por la nueva ola británica, el cineasta se entregó a la necesitada modernidad con un trabajo disparatado que seguía descaradamente los pasos del realizador Richard Lester, aquél que dedicó parte de su carrera a trasladar a unos jóvenes Beatles a la gran pantalla con las inolvidables “Qué Noche la de Aquel Día” (1964) o “¡Socorro!” (1965), entre divertidas travesuras como “El Knack… Y Cómo Conseguirlo” (1965).

Con muy escaso presupuesto y la colaboración desinteresada tanto de varios artistas y bandas musicales del momento, como Fórmula V, Ismael, Los Mitos, Los Pop Tops o Henry y los Seven; como de amigos del autor, el proyecto se puso en pie sin necesidad tan siquiera de un guion. Con la improvisación por bandera, el equipo de Zulueta tan sólo se reunió la noche anterior al rodaje para marcar ciertas pautas con las que trabajar a cargo del director y guionista madrileño Jaime Chávarri. Así, de una forma tan inesperada, cobró vida la historia de un grupo de jóvenes que intentarán boicotear a toda costa la canción “Mentira, Mentira”, seleccionada para representar a España en el festival internacional Mundocanal. Patty (Patty Shepard), Judy (Judy Stephen), Justa (Mercedes Juste), Rosco (José María Íñigo), Antonio (Antonio Drove), Carlos (Carlos Garrido) y Gasset (Ramón Pons) dedicarán sus esfuerzos a buscar al grupo que pretende entonar tal desfachatez sobre el escenario.

lunes, 20 de noviembre de 2017

LA LLAMA DEL ACTIVISMO SINDICAL (1995)



Jon Tae-Il se convirtió en todo un símbolo de la manera más inesperada. De la noche a la mañana, su cruel y voluntaria muerte conmovió a la población hasta ser recordado hoy en día como uno de los más importantes activistas de Corea del Sur. A finales de la década de los 60, las condiciones laborales en el país eran sumamente precarias, con jornadas de trabajo que se extendían sin fin, empleados afinados en espacios prácticamente inhumanos, niños explotados que abandonaban la escuela para poder ayudar a sus familias, etc. El pueblo se movilizaba bajo la amenaza del gobierno dictatorial de Park Chun-Hee, que sofocaba cada protesta de la peor manera posible. Con este panorama, surgió un joven activista, que trabajaba como sastre, mientras veía cómo se deterioraba la salud de sus compañeros en una pequeña habitación del mercado Pyeonghwa de Dongdaemun, en Seúl. Este es el recuerdo que retrata el que fuera quinto largometraje del cineasta surcoreano Park Kwang-Su, “A Single Spark”, un drama que rinde homenaje a quien llevó un paso más allá la lucha por los derechos, hasta el punto de cambiar por completo el panorama laboral de Corea del Sur.

Con apenas 22 años, Jon Tae-Il (Hong Kyoung-In) trabaja cada día en la penumbra de un pequeño cuarto sin ventilación. Esto provoca que algunos empleados comiencen a mostrar síntomas de tuberculosis, mientras que otros tantos reciben inyecciones de anfetaminas para rendir más horas en el trabajo sin recibir una compensación a cambio. Forma parte de su vida laboral y, como tal, casi todos lo aceptan de forma normalizada. Todos se han habituado a vivir bajo esas condiciones, pero Jon Tae-Il no puede evitar sentir que debe hacer algo por ellos. Es, por eso, que se moviliza junto a otros estudiantes para cambiar su futuro, creando conciencia a su paso, pero la administración nunca le presta atención, alegando que su actitud no ayuda a la evolución del país. Ante tanta impotencia, su única salida es exponer el sufrimiento de todos ellos de la manera más impactante posible, con su muerte.

viernes, 10 de noviembre de 2017

LA FUGACIDAD DE LO COTIDIANO (1949)



Tradicionalmente, el cine japonés se ha distanciado, en parte, de los géneros cinematográficos que Hollywood desarrolló a principios de siglo XX ya desde su etapa más temprana. Sin embargo, su conocimiento en Occidente no llegaría hasta los años 50, momento en el que maestros del “clasicismo”, como Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi o Yasujiro Ozu, eclipsaron al cine mundial por, contrariamente, su modernismo en el séptimo arte.  Su novedosa visión artística plasmada en la gran pantalla provocó que, desde entonces, muchos autores se vieran totalmente influidos por esta cinematografía, un aspecto que evidentemente sigue ocurriendo a día de hoy. 

A diferencia de Kurosawa o Mizoguchi, Ozu dedicó su trayectoria a plasmar lo cotidiano. Sus películas, de ambientación contemporánea, suelen narrar la rutina y los problemas domésticos de las familias japonesas, poniendo sumo cuidado en los pequeños detalles, los cuales también dieron nombre a algunas de sus magníficas obras, como “El Sabor del Té Verde con Arroz” (1952) o “El Sabor del Sake” (1962), aunque indudablemente siempre será recordado por la obra maestra “Cuentos de Tokio” (1953). Por su parte, el transcurso del tiempo a través de los días y las estaciones del año también adquirió gran importancia a lo largo de su carrera. Primero fue “Primavera Tardía” (1949) para poco después continuar con “El Comienzo del Verano” (1951), “Primavera Precoz” (1956), “Crepúsculo en Tokio” (1957), “Flores de Equinoccio” (1958), “Otoño Tardío” (1960) y, finalmente, “El Último Verano” (1961).

De su éxito también disfrutó la famosa actriz japonesa Setsuko Hara, que acabó desempeñando el papel de musa de Ozu durante una larga temporada. Tal oportunidad llegaría con “Primavera Tardía”, en la que encarna a Noriko Somiya, una joven veinteañera que se encarga de cuidar de su padre, Shukichi Somiya (Chishû Ryû). El hombre, que quedó viudo hace varios años, empieza a plantearse la posibilidad de que su hija contraiga matrimonio y siga con su vida. Shôishi Hattori (Jun Usami), amigo de la familia, es un perfecto candidato con el que, incluso, Noriko mantiene una estrecha relación, pero éste tiene planes para casarse con la mejor amiga de ella. Al mismo tiempo, la tía Masa (Haruko Sugimura) busca un buen partido para su sobrina, mientras que piensa una solución para combatir la futura soledad de su hermano Shukichi.

lunes, 6 de noviembre de 2017

ENTRE ALAMBRES DE ESPINO (2017)



La trayectoria del director surcoreano Na Hyun es más amplia como guionista que como cineasta, destacando títulos como la juvenil “Spin Kick” (Nam Sang-Guk, 2004),  el drama basado en la masacre de Gwangju, “May 18” (Kim Ji-Hoon, 2007), la multipremiada “Forever The Moment” (Yim Soon-Rye, 2008) o la animación infantil “Lifi, una Gallina Tocada del Ala” (Oh Sung-Yoon, 2011). Su debut tras las cámaras llegaría con la ópera prima “The Prison”, un thriller carcelario que pasó sin pena ni gloria por la taquilla nacional, pero que, sin embargo, no está falto de buenas intenciones. La obra, que sigue perpetuando la gran estela creada por uno de los productos estrella de este nuevo cine surcoreano, como es el blockbuster, parte de una interesante premisa de lo más atractiva, pero, en cambio, no resulta nada original, viéndose relegada a engrosar la amplia lista de títulos del género más exportable de Corea del Sur junto al melodrama.

Song Yu-Gon (Kim Rae-Won) es un policía que, tras cometer un delito, ingresa en una prisión dominada por Jung Ik-Ho (Han Suk-Kyu), un presidiario que ha creado todo un complejo sistema criminal que él mismo controla y que pone a su servicio no sólo al resto de encarcelados, sino también a todos los miembros de seguridad, incluido el director del recinto. La supervivencia en la cárcel se convierte en el primer objetivo de Song Yu-Gon, a pesar de que todos sepan desde el primer día que es alguien más peligroso de lo que a simple vista parece. Sus acciones le llevan a estar cada vez más involucrado en los círculos más cercanos de Jung Ik-Ho, pero Song Yu-Gon esconde un secreto que hará tambalear los cimientos de la prisión.

El debut de Na Hyun engancha en sus primeros minutos, a la expectativa de un conflicto entre dos personajes con un pasado criminal que nunca termina de desvelarse, pero que les lleva a convertirse en los principales presos a temer por todos los demás. La aparente despreocupación de Song Yu-Gon contrarresta la maquiavélica mente de Jung Ik-Ho, un hombre que parece prácticamente invencible. El popular actor Kim Rae-Won regresa a la gran pantalla con este thriller tras su paso por las series de televisión “Punch” (Lee Myung-Woo, 2014-2015) y “Doctors” (Oh Choong-Hwan, 2016). Protagonista de los instantes de mayor acción y dramatismo, su interpretación es igual de reseñable que en otros trabajos anteriores como “Sunflower” (Kang Seok-Beom, 2006) o la trepidante “Gangnam 1970” (Ha Yoo, 2016). Sin embargo, “The Prison” apenas destaca en su trayectoria, al igual que le sucede a su compañero de reparto, el veterano Han Suk-Kyu. Un rostro sumamente reconocido tras encumbrarse con el mítico blockbuster “Shiri” (Kang Je-Kyu, 1999) que logra hacer despegar la cinta en cada una de sus intervenciones, convirtiéndose en el principal atractivo de la ópera prima de Na Hyun.