viernes, 29 de junio de 2018

EXPERIENCIAS ENTRE BASTIDORES (2016)


Viaje nocturno en autobús, intentar dormir en una pequeña cama con el cuerpo bien orientado para evitar grandes percances en caso de que hubiera un accidente, llegar a una nueva ciudad, realizar varias entrevistas, montar todo el equipo, tocar dos horas de concierto, desmontar otra vez todo el equipo, acudir a una post-party, subir otra vez al autobús y, una vez más, poner rumbo a la siguiente ciudad para repetir todo el proceso. Así parece ser el día a día de la popular banda británica de rock alternativo Wolf Alice durante una intensa gira por las principales ciudades de Reino Unido. Una extenuante experiencia que el famoso director y guionista Michael Winterbottom retrata en su película “On the Road”.

Con una nominación en el Festival de Berlín de 2017 y, curiosamente, considerada la mejor obra del cineasta por una parte de la crítica, lo cierto es que la cinta recuerda excesivamente a otras anteriores de su filmografía, como bien pudiera ser “9 Songs” (2004), galardonada con el premio a la mejor fotografía en el Festival de San Sebastián. Su parecido es más que evidente. Por un lado, su antecesora tomaba como escenario la música para trabajar con una relación amorosa entre dos jóvenes, mientras que, en esta ocasión, ambas tramas se combinan de forma más equilibrada. Tal vez, podría decirse que todo aquello que fallaba en la primera, se ha pulido en la segunda. Sin embargo, esto también juega en su contra, puesto que la originalidad y frescura que se respiraba en “9 Songs”, de repente ya no la encontramos en “On the Road”

Precisamente por ello, no nos engañemos. Es complicado afirmar lo que otros dicen cuando existe una evidente conexión entre ambos largometrajes. Por tanto, una vez más, ésta tampoco pertenece a esa exquisita selección de obras maestras del realizador, como es el caso de “24 Hour Party People” (2002), que casi roza el culto. Por supuesto, ésto no significa que estemos ante un pésimo trabajo. Al contrario, transmite más de lo que a simple vista parece, aunque muy posiblemente los amantes de Wolf Alice se sientan más eclipsados por esta experiencia, mucho más disfrutable para ellos que para quienes desconocen o no sienten mucho agrado por la música de este grupo. Por supuesto, este es el riesgo que corre “On the Road”, al tratarse de ese tipo de producciones que suelen acotar el interés del público, por lo que resulta loable el riesgo con el que el autor encara tal proyecto.

miércoles, 27 de junio de 2018

LA VIOLENCIA DEL LUJO (2018)


Controvertida, sin duda, fue la presentación en Sundance de la obra de la directora sueca Isabella Eklöf, “Holiday”, una coproducción entre Dinamarca, Holanda y Suecia que, para muchos, rebasaba los límites de una ficción. Sea una opinión exagerada o no, lo cierto es que la cinta no pasa desapercibida, dejando una fuerte impresión en quien se adentra en el paradisíaco ambiente de Bodrum, en Turquía, lugar en el que se produce un cambio en la vida de Sascha (Victoria Carmen Sonne). Con guion a cargo de Johanne Algren y la propia cineasta, la historia se sumerge en la violencia y abusos entre personajes que sirven para marcar bien el poder de quien somete, bien la pasividad de quien funciona como una especie de trofeo.

La joven Sascha se siente feliz por llegar por fin a su destino vacacional, en donde se reunirá con su novio, Michael (Lay Yde), el jefe de toda una red de tráfico de drogas que pretende disfrutar de las playas turcas junto a algunos de sus trabajadores. Sascha queda sometida ante su presencia, cumpliendo con los deseos de su pareja en todo momento hasta la llegada de Thomas (Thijs Römer), un empresario holandés que se acerca con gran simpatía a la chica. La vida de los tres cambia totalmente, desatando nuevas afinidades, celos, agresividad, accidentes, palabras dolientes y silencios incómodos para desembocar en un final inesperado que acaba normalizando la tensa situación.

Eklöf presenta un trabajo en el que la violencia campa a sus anchas desde el primer instante. Desarrollada a fuego lento y con un pulso narrativo de lo más acertado, la trama parece transmitir una sensación de pasividad extrema en su primera mitad. Sin embargo, pareciera toda una preparación psicológica para lo que nos espera en los restantes minutos del metraje. Sasha se deja engañar por el lujo con el que cubre su frustración, una vida sucumbida a la desgracia abocada al más absoluto fracaso. Pero ¿por qué debería salir algo bien? Precisamente, su rutina se rompe con la presencia de Thomas. ¿Es, acaso, él su única oportunidad de salir del oscuro pozo en el que permanece encerrada? Sasha es más consciente que nunca de que un nuevo horizonte podría presentarse gracias a la afable personalidad de Thomas, pero no todo es tan fácil como debería ser.

lunes, 25 de junio de 2018

RUMORES Y FANTASÍAS DE UN PRÍNCIPE (2017)


Hay quienes nacen con estrella, con un destino que asciende directamente a los cielos de la fama, pero, tras ello, se esconden grandes historias, horas de metrajes que van más allá de los clásicos biopics y que tratan de destapar la vida real de quienes se escondían tras nombres poderosos, nombres que, ya de por sí, eran una marca de éxito. Pocos conocen la realidad de Michał Waszyński, un director, productor y guionista polaco que creía en la auténtica magia del cine por encima de todo, pero cuya realidad estaba construída a base de rumores creados a su alrededor y fantasías asimiladas por él mismo. Un profesional del séptimo arte que aglutinó casi 40 largometrajes en su filmografía y que se hacía llamar el Príncipe Waszyński. Sin embargo, más allá de esta faceta popular, se encontraba el verdadero Moshe Waks, de origen judío, que comenzó su aventura en Varsovia tras ser expulsado de la comunidad en la que creció por su ferviente inquietud por la existencia de demonios. 

Durante sus años en la capital polaca, Waks pudo cumplir uno de sus sueños, debutar en la dirección con la película “The Dybbuk” (1937), que, aunque no cosechó buenos resultados, acabó desvelando más de sí mismo de lo que le hubiera gustado. Es más, su ópera prima causó un gran revuelo en el gobierno nazi, sembrando una gran controversia y, por supuesto, siendo perseguida para su prohibición. A pesar de que tan sólo se trataba de una adaptación de una famosa ópera, la pieza trataba cuestiones sobre el judaísmo y la brujería, todo un delicioso manjar para el apetito voraz de la censura. Obra y director dan título al documental de los cineastas polacos Elwira Niewiera y Piotr Rosolowski, “El Príncipe y el Dybbuk”, una coproducción polaco-alemana de poco más de 80 minutos que concentra los años más importantes de esta personalidad y que logró alzarse con un galardón en el Festival de Venecia de 2017.

martes, 12 de junio de 2018

ADÁN, EVA, DIOS Y OTRAS COSAS DEL MONTÓN (2015)



Existen muchos títulos centrados en el constante deseo del hombre por jugar a ser Dios, una cuestión cada vez más actual. El género de ciencia ficción recoge asombrosas construcciones de androides, que, con el tiempo, son más cercanas a nuestra imagen o, incluso, llegan a superarla. Más allá de la apariencia física, el género nos trae una inteligencia casi sobrenatural con personajes humanos que ansían poder, dotar de independencia emocional a sus pequeñas creaciones. Apenas existen diferencias entre nosotros y las nuevas máquinas que se nos presentan, revolucionando un género que necesitaba una fuerte inyección para volver a la vida. Por supuesto, todo este avance no puede evitar calmar ciertos miedos que el cine nos ha inyectado desde hace décadas, como el hecho de que posiblemente este tipo de tecnología no sólo nos supere, sino que, además, pueda provocar nuestra autodestrucción.

Jugar a ser Dios puede facilitarnos nuestro día a día, pero el séptimo arte nunca olvida que también puede ser algo arriesgado. Esto nos lleva a revisar el largometraje "Ex Machina", la ópera prima del director británico Alex Garland, un inicio en la dirección casi por todo lo alto y recompensado como tal, puesto que la obra se alzó con múltiples premios, desde el Oscar a mejores efectos visuales en 2015 hasta el gran reconocimiento de la crítica a través de galardones de diversas asociaciones. Precisamente, a pesar de su gran debut, Garland era más conocido por su faceta de guionista, respaldando títulos indispensables como la adaptación cinematográfica de "Nunca Me Abandones" (Mark Romanek, 2010), la novela del escritor Kazuo Ishiguro; o "28 Días Después" (Danny Boyle, 2002), en cuya secuela dejó atrás la escritura para convertirse por primera vez en productor. Sin duda, el autor acierta totalmente en sus proyectos, demostrando una gran debilidad por el género de ciencia ficción, como se demuestra en su segunda cinta, "Aniquilación" (2018), una coproducción británico-estadounidense más para la que volvió a rodearse de un reparto sobradamente reconocido como Natalie Portman, Oscar Isaac o Jennifer Jason Leigh.

martes, 5 de junio de 2018

LA ESPADA DE 9MM (1999)



"Ghost Dog: el Camino del Samurái" es otra de las siempre peculiares producciones del cineasta independiente Jim Jarmusch, uno de los autores contemporáneos más importantes en cuanto a cine de autor se refiere. Sin embargo, está claro que el inigualable director estadounidense nos ha permitido grabar en nuestras retinas obras mucho más señaladas, como los encuentros de "Coffee and Cigarettes" (2003), el vampirismo de "Sólo los Amantes Sobreviven" (2013), la irreverente biografía documental de Iggy Pop "Gimme Danger" (2016) o, incluso, el arte de la poesía en "Paterson" (2016).

Al igual que había hecho en “Dead Man” (1995), Jarmusch retoca un género clásico en su película, aunque en este caso, da un paso más allá y se arriesga con dos: el cine de samuráis y el de mafiosos. Sin embargo, es bien cierto que el largometraje carga más su peso sobre uno de ellos, pues el mundo ficticio de los samuráis está mas presente de una manera implícita a través del personaje central y de las numerosas referencias indirectas que a él se hacen, mientras que los tópicos del cine de mafias son los que más o menos hacen que la historia se desarrolle y tome fuerza. La misma es la siguiente: un asesino afroamericano y firme creyente del código y la filosofía samurái (hagakure), llamado Ghost Dog (Forest Whitaker), es el encargado de “sacar la basura” de Louie (John Tormey), un mafioso de segunda atrapado en la red de lealtades que supone el código de la familia, con la que no necesariamente coincide en algunas de sus decisiones. A raíz de uno de estos asesinatos con los que él está en desacuerdo, Ghost Dog expone su cara a la hija del jefe de Louie, lo que acaba provocando que ahora el asesino sea el objetivo.