jueves, 10 de febrero de 2022

EL OBSESIVO DESEO ENTRE LA REPRESIÓN (1967)

Sin duda, no hace falta ser un gran cinéfilo para conocer el nombre de Carlos Saura. El director y guionista aragonés, que bien podría haber sido un ingeniero industrial más, tomó la acertada decisión de estudiar en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC) de Madrid para pasar a la historia como uno de los cineastas más importantes e indispensables en la historia del séptimo arte español. Desde sus primeras obras y bajo el contexto en el que se encontraba inmerso el país, fue reconocido en Europa a través del circuito de festivales internacionales, dando sus primeros pasos en él con el mediometraje documental “Cuenca” (1958), su tercer trabajo tras “El pequeño río Manzanares” (1956) y “La tarde del domingo” (1957) con el que fue premiado en el Festival de San Sebastián. A este le siguió el largometraje “Los golfos” (1960), con el que participó en la sección oficial del Festival de Cannes; y “Llanto por un bandido” (1964), que le llevó al Festival de Berlín, pero, sin duda, su obra cumbre llegó en 1966. “La caza” le permitió alzarse con un Oso de Plata a mejor director en la Berlinale con una historia de especial crudeza que rescataba la memoria histórica nacional. Desde ese momento, Saura se convirtió en un autor de referencia.

Mientras cosechaba este reconocimiento, el cineasta se embarcó en un nuevo proyecto con la productora de Elías Querejeta, empresa con la que comparte su mejor etapa. En compañía nuevamente del guionista madrileño Angelino Fons tras su experiencia en “La Caza”, trabajaron en “Peppermint Frappé”, propuesta a la que también se unió el guionista riojano Rafael Azcona. Este drama nos introduce en vivencias muy obsesivas y peligrosas. Pablo (Alfredo Mayo) se casa con la joven Elena (Geraldine Chaplin), una extranjera que le ha conquistado inmediatamente. Su mejor amigo, Julián (José Luis López Vázquez), se acerca a ella para conocer su delicadeza y sofisticación, obsesionándose poco a poco en una tímida chica que empieza a tener más confianza en sí misma. Julián sueña con estar junto a ella, por lo que siente el impulso de cortejarla, pero, a su vez, trata de cambiar su aspecto físico, viéndose cada vez más atrapado psicológicamente por el encanto de Elena.

Saura propone una ruptura que va más allá de los lazos entre los personajes. Hablamos del papel que representa, por un lado, Julián, con un perfil muy propio del español más conservador, exigente y, por qué no, rancio; y, por otro lado, Elena, la viva imagen de la modernidad, de los nuevos aires que llegaban a España y que se hacían hueco en un país inmerso en una dictadura. Así pues, esta obra que bien pudiera creerse un simple drama romántico influido caprichosamente por los nuevos cines que bañaban Europa, es, más bien, una mirada al cambio social que se estaba produciendo en los años 60. Este esfuerzo de Saura se suma a tantos otros que se perciben a lo largo de su indispensable filmografía, siempre inspiradora, experimental, fruto de décadas de trabajo e innovación. Esa ruptura también conlleva los límites entre lo real y lo soñado, una dualidad que se transmite en pequeñas píldoras a lo largo de la narración, pero que, durante sus impactantes minutos finales, se extiende hasta la locura.

Su elenco apenas necesita presentación. Mayo, López Vázquez y Chaplin han acompañado a la historia nacional a través del cine más eterno. Sus más que extensas trayectorias profesionales ni siquiera se pueden resumir en tan pocas líneas. Sin embargo, “Peppermint Frappé” nos aporta más registros del trío. Mayo encarna a un hombre de mediana edad totalmente encandilado por una joven que se ha cruzado en su camino. En este ensimismamiento, ni siquiera es capaz de observar los cambios que se producen en Julián, su mejor amigo. Al respecto, López Vázquez nos atrapa dentro de su obsesión. Como era de esperar, su magnífica interpretación nos conduce por la oscuridad más absoluta en una evolución psicológica fascinante hasta sobrepasar los límites más terribles e, incluso, grotescos. Por último, pero no menos importante, Chaplin respira la candidez de su juventud, la alegría, el entusiasmo por las nuevas experiencias, pero también la fragilidad de quien comienza a vivir sus impulsos. Magnética, enigmática, casi como una muñeca de porcelana, protagoniza escenas únicas, danzando al son de la música pop de la época, disfrutando del espacio, del momento y de la compañía.

El director de fotografía zamorano Luis Cuadrado, que inició su andadura precisamente con la llegada de esta modernidad, acompaña nuevamente a Saura en esta aventura con imágenes impecables que permiten perpetuar ese contraste entre dualidades. Esos toques lúgubres, tristes y sombríos que acompañan a Julián no tienen nada que ver con el aura que siempre proyecta Chaplin en sus apariciones. Desde luego, su estética cumple con su contexto, permitiendo que el título de la obra quede presente en todo momento con la saturación del color tan característico del Peppermint. El trabajo de Cuadrado se completa con la aportación del compositor bilbaíno Luis de Pablo, que extrae todo el jugo posible a la obra con piezas esenciales que arropan los momentos más cruciales de la cinta.

El espectador no puede permanecer indiferente ante “Peppermint Frappé”, un largometraje que surge entre dualidades extremas, psicologías profundas, aires de modernidad y un director que, por entonces, disfrutaba de las mieles del reconocimiento internacional. Existen muchas razones por las que Saura ha sido y es uno de los principales autores del cine español y, entre ellas, se encuentra esta película. El deseo y las obsesiones ensalzan una equilibrada narración que mira de frente a la represión, presente en cada rincón de esta historia tan fascinante e inteligente. Un peligroso juego que comienza a desatarse entre los brazos del surrealismo y que evidencia el lado más exigente del cineasta.

Lo mejor: dejarse llevar por la oscuridad de la mano de Chaplin, López Vázquez y Mayo.

Lo peor: en ciertos instantes, la narración parece detenerse en seco, dilatando su contemplación demasiado.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario