martes, 29 de enero de 2019

EL HIPNOTISMO DE LOS DETALLES (1961)

En los últimos tiempos, se está tratando de otorgar su lugar a la mujer dentro de la historia del cine. Todavía quedan muchos nombres por descubrir y reivindicar y, para tal labor, los académicos continúan dando valor a aquellas cineastas que también aportaron su propio granito de arena en este ámbito. Por supuesto, aún hay un gran trabajo por delante y, por tanto, qué mejor momento que dedicar un pequeño espacio a la directora neoyorquina Marie Menken. Centrada en el mundo artístico y experimental, la autora se encontraba en el mismo epicentro de las vanguardias modernistas estadounidenses. El tiempo quiso que artistas de su más cercano círculo se convirtieran en los grandes protagonistas de esta etapa histórica del séptimo arte, olvidando a otros tantos que también ejercieron su labor en una época en la que el clasicismo cinematográfico llegaba a su fin. Sin ir más lejos, fueron los casos de Kenneth Anger, el gran precursor del mundo del videoclip; o Maya Deren, quien, como ya es bien sabido, terminó influyendo en la trayectoria profesional de importantes directores más actuales, como David Lynch.

La inquietud por experimentar nuevas formas de arte y, sobre todo, por otorgar movimiento a su estilo, llevó a Menken a aparcar el pincel momentáneamente para cargar con una cámara Bolex de mano de 16 mm y con manivela con la que acabaría rodando su primera aclamada obra, “Visual Variations on Noguchi” (1945). Para entonces, sólo había colaborado en la fotografía y el rodaje de “Geography of the Body” (1943), uno de los cortometrajes de su marido, el también director y poeta Willard Maas. Menken se vio rápidamente rodeada por la socialité más bohemia, aquel popular círculo de Andy Warhol que terminaría impulsando sus ansias por innovar en el mundo del vídeo arte.

martes, 22 de enero de 2019

LAS VOCES DEL SUFRIMIENTO (1953)


El mítico director y guionista japonés Kenji Mizoguchi fue descubierto por occidente durante la década de los 50 junto a Akira Kurosawa y Yasujirō Ozu. Cahiers du Cinema se hacía eco de nuevas figuras de lejanas industrias cinematográficas que, a nivel nacional, poseían unas carreras sobradamente consolidadas. Los críticos se lanzaron de lleno a conocer las filmografías disponibles sin comprender del todo unas narrativas que no poseían siquiera subtítulos, lo que evidencia el lenguaje universal que estos tres autores de cine clásico manejaban. Antes de que Mizoguchi comenzara tras las cámaras en 1923 con su ópera prima, “El Día en que Vuelve el Amor”, fue diseñador de kimonos, aprendiz de dibujante, estudiante de pintura, dibujante de anuncios publicitarios en el periódico Matashin-Nippo, poeta, aficionado a la biwa, actor como oyama, interpretando papeles femeninos cuando las mujeres no podían trabajar como actrices; transcriptor de guiones para Osamu Wakayama y ayudante de dirección en los Estudios Nikkatsu para Eizo Tanaka o Tadashi Ono.

En su primera etapa de director, llegó a rodar más de una decena de películas en pleno proceso de aprendizaje y de búsqueda de su propio estilo, que encontraría pocos años después, cuando a sus espaldas cargaba ya con casi 50 películas rodadas. La vida personal del autor estuvo fuertemente marcada por la gran presencia de las mujeres que le rodearon, un aspecto que trasladó a su cine y que le valió el pase directo a la historia del séptimo arte mundial como un cineasta feminista, aunque no fue la única cuestión que trataría en sus obras. Curiosamente, las influencias que recibió de occidente a nivel artístico forjarían también parte de una creatividad que, a su vez, terminaría salpicando a otros autores asiáticos. 

martes, 15 de enero de 2019

PROTEGIENDO AL ASESINO (2017)


El director, guionista y productor surcoreano Park Hoon-Jung se estrenó en el mundo del séptimo arte con la narración de “I Saw the Devil” junto a Kim Jee-Woon en 2010, teniendo ante sus manos uno de los thrillers más importantes de la cinematografía surcoreana hasta la fecha. La película recaudaría nada menos que $12 millones, posicionándose en el puesto número 14 de las cintas más vistas en el año. Este primer paso le llevaría también a escribir “The Unjust” (2010), en la que trabajaría con otro de los grandes cineastas de Corea del Sur, Ryoo Seung-Wan, lo cual le llevaría a respaldar una obra que obtendría $18 millones de recaudación. Dos grandes éxitos en un solo año que impulsarían un nuevo ciclo en su vida, esta vez, como director. 

Su ópera prima, “The Showdown” (2011), un drama con interesantes escenas de acción, que se sitúa en la Manchuria del siglo XVII, apenas aparecería en las listas de los mejores largometrajes del año, pasando totalmente desapercibido para el público local. No obstante, su trayectoria profesional pronto alcanzaría la cumbre con su segundo largometraje, “New World”, tan sólo dos años después. El thriller con tintes neo-noir no sólo conquistó la taquilla nacional, en la que obtuvo nada menos que $31 millones, sino que, además, saltó al panorama internacional entre festivales de cine y taquillas ávidas de cinematografías diferentes, convirtiéndose en una obra inolvidable, en especial, por contar con los tres actores del momento, Choi Min-Sik, Lee Jung-Jae y Hwang Jun-Min. A ella le seguiría “The Tiger” (2015), para la que contaría nuevamente con la presencia de Choi Min-Sik, esta vez, sin compartir protagonismo. El eterno “Oldboy” se vería inmerso entre las montañas de Jirisan durante la ocupación de los japoneses para emprender una aventura como un gran cazador de tigres.