miércoles, 31 de julio de 2019

LOS ENIGMAS DEL PASADO (2018)


Detrás de toda guerra se encuentra un auténtico inferno que nunca se aprecia a simple vista. Los medios de comunicación sólo cubren una muy reducida franja de este tipo de conflictos, mientras que el cine de no ficción suele profundizar con una mayor focalización. Sin embargo, no hay nada que nos pueda ofrecer una visión completa de ello si no se es testigo directo. Tal vez esta fue la idea que tuvo Chris “el suizo” para decidir introducirse de lleno en esta clase de escenarios. Mientras la mayoría huyen de ellos, otros se acercan con diferentes motivos, desde investigar y realizar trabajo de campo hasta unirse al ejercito para combatir por ciertas ideas, independientemente de que sea o no su país de origen.

Después de participar en el Festival de Animación de Hiroshima con su primer cortometraje “Chrigi” (2009), la directora y guionista suiza Anja Kofmel da el salto al gran metraje con “Chris the Swiss”, que fusiona las imágenes de archivo y el documental con la imaginación, es decir, una ficción que nos proporciona a través de la animación. Sin embargo, el relato supone algo más importante de lo esperado, puesto que estamos ante un fragmento de vida, un recuerdo íntimo que ha forjado a la mujer que es hoy Kofmel. Chris es su primo, fallecido en Croacia. Su cuerpo apareció el 7 de enero de 1992, en plena guerra de los Balcanes, con el uniforme de un grupo paramilitar, pero nadie supo las causas por las que fue asesinado. Sus cuadernos de apuntes llegaron a manos de su familia, pero las últimas páginas fueron arrancadas. ¿Qué es lo que le ocurrió a Chris? ¿Qué descubrió y escribió en sus libretas, que con tanto recelo alguien no quiso que publicara? Y, por tanto ¿quién fue su asesino? La cineasta ha crecido rodeada de muchos de estos interrogantes, por lo que el principal objetivo de su primer largometraje es desentrañar todo el secretismo que rodea a los últimos instantes en la vida de su primo. 

martes, 30 de julio de 2019

LA DESESPERACIÓN EN EL DESEO (2018)


Elegir un elenco con acierto es prácticamente una de las grandes claves que pueden ensalzar o hacer naufragar una cinta. De hecho, hay obras que tan sólo por el magnífico trabajo actoral ya es suficiente para encumbrarlas y, sobre todo, para recordarlas durante una larga temporada. Tal es el caso de “Only You”, el primer largometraje del director y guionista británico Harry Wootliff, en la que sus dos protagonistas se convierten en el pilar fundamental de su éxito. Tras su paso por muy escasos festivales como el Atlántida Film Fest, es difícil creer que esta película apenas haya tenido recorrido en el circuito de festivales internacionales y que tan sólo haya obtenido una simple nominación en el Festival de Londres. Sin pena ni gloria, a veces nos cuesta entender cómo un metraje tan puro y limpio puede pasar tan desapercibido y tener tan poca visibilidad. 

Su historia, elaborada entre Wootliff y el productor y guionista Matthieu de Braconier, bien podría ser la de cualquier treinteañero, repleta de responsabilidades, inquietudes, deseos de crecer, de explorar y de sentir. Una especie de contrarreloj autoimpuesto por el que es necesario hacer todo antes de nada. Elena (Laia Costa) es una mujer de 35 años que aún está soltera cuando sus mejores amigos ya comienzan a tener sus primeros hijos. Esa extraña presión permanece latente cada día, pero sirve de motivación entre sus conocidos para presentarle, incluso, algún candidato para abandonar su soledad. Tras la fiesta de nochevieja, Elena termina viéndose forzada a compartir taxi con Jake (Josh O’Connor). Desde ese momento, los dos se preparan para construir una relación con una inesperada rapidez y evitando el clásico obstáculo de la diferencia de edad, puesto que Jake cuenta con 25 años. En poco tiempo, ambos compartirán piso y, en cuestiones de unos meses más, darán un paso mayor, la búsqueda de un hijo. Sin embargo, de nada sirve correr cuando su máximo deseo se resiste, lo que genera un daño que recordarán de por vida.

lunes, 29 de julio de 2019

VIAJE DE RETORNO (2018)


Quienes han tenido que marcharse de sus lugares de origen por supervivencia mantienen una imagen de su país bañada de añoranza, con los consiguientes pensamientos de deseo de regreso prácticamente intactos a lo largo de todo su retiro, casi extensible por años e, incluso, por toda una vida. La memoria histórica mundial ha dejado grabadas millones de historias sobre el exilio, movimientos migratorios forzosos que aún a día de hoy se producen sin que seamos conscientes de ellos. Un gran número de conflictos bélicos abiertos han dejado un rastro de heridas que aparentemente no se ven, pero que dejan huella entre su población. Sobre esta base se desarrolla “Deslembro”, el primer largometraje de ficción de la directora y guionista brasileña Flávia Castro. Una coproducción brasileña-francesa-qatarí que ha ganado varios premios en el Festival de Río de Janeiro, entre otros.

En clave casi autobiográfica, la trama de esta obra nos sitúa primero en París, en donde la adolescente Joana (Jeanne Boudier) prepara sus maletas para trasladarse, junto a su familia, a Brasil, el país en el que nació y del que apenas tiene recuerdos. Su madre, Ana (Sara Antunes), tuvo que exiliarse por motivos políticos. Tras perder a su marido Eduardo/Thiago (Jesuíta Barbosa), el padre de Joana, rehizo su vida junto a Luis (Julián Marras) y su hijo, Paco (Arthur Raynaud). Ambos también se vieron forzados al exilio desde Argentina. Ahora que Brasil permanece en calma, es el momento de regresar y empezar la vida que siempre quisieron. A su llegada, Joana disfruta del primer amor en la figura de Leon (Hugo Abranches), mientras conoce a su abuela Lucia (Eliane Giardini), la persona que descubrirá a la joven quién era en verdad su padre.

jueves, 25 de julio de 2019

EL INFIERNO TRAS EL ESCENARIO (2018)


No es la primera vez que un documental nos muestra la cara y la cruz del estrellato, personalidades que triunfan en su campo, que son convertidos en “grandes dioses”, encumbrados en un mundo que parece permitirles no tener límites, pero que también se cobra su precio. Y cuando vemos esta realidad, siempre queda implícita una pregunta: ¿merece la pena? En esta línea trabaja el experimentado director israelí Tomer Heymann a través de la coproducción alemana-israelí “Jonathan Agassi me salvó la vida”, que ha tenido un extenso recorrido en el circuito de festivales internacionales, en donde se ha alzado con diferentes premios en Atlanta y Jerusalén. 

Pero, ¿quién es Jonathan Agassi? Estamos ante una de las estrellas del porno gay más importantes de los últimos años. Nacido en Nueva York, su familia israelí ahora reside en Tel Aviv, lo que le obliga a vivir entre constantes viajes que conectan una de las grandes ciudad de Israel con Berlín, en donde trabaja. Tras una infancia dura en la que su padre trató de “corregir” cruelmente su homosexualidad antes de abandonarle para residir en la capital alemana, Agassi ha logrado tocar la cúspide de su trayectoria profesional convirtiéndose en el mejor actor de porno gay, un galardón que le ha llevado a soñar a lo grande, a formar parte de las películas más célebres en este campo, a moderlar, a ser el más deseado, pero, sobre todo, a reinventarse a sí mismo con la consiguiente pesada carga de las expectativas de sus fans cuando contratan sus servicios como escort. Sin embargo, tras este éxito, tras los excesos, el placer y la diversión, descubrimos a una estrella con un lado oscuro que trata de minarle lentamente y a paso seguro. Su relación con su padre aún implica dolor, trauma y debilidad, lo que se traduce en el peor camino posible, su autodestrucción.

martes, 23 de julio de 2019

REENCUENTRO CON LOS ORÍGENES (2018)


A finales de los 60, la adopción adquirió un matiz transnacional. Parejas estadounidenses y europeas, especialmente de los países nórdicos, acudían a países asiáticos, como Vietnam o Corea del Sur, para poder adoptar a bebés y, así, formar una familia. No tardaron en unirse otros países de la región, como Tailandia, Filipinas, India, Sri Lanka, Indonesia o Bangladesh. Sin embargo, pese a que estos niños se criaron en la cultura nacional desde muy pequeños, no todos eran capaces de adaptarse por completo. El choque entre la raza y la etnia propiciaba el rechazo social desde su infancia, lo que generaba un cúmulo de traumas que, hasta bien entrados en la edad adulta y siempre con asistencia psicológica, no comenzaban a controlar. Quienes deseaban encontrar a su familia biológica, viajaban nuevamente a sus países de origen, sometiéndose a un contraste emocional brutal por lo que muchos terminaban por perder su identidad. Muchos de ellos acababan sintiéndose perdidos en un mundo que les ha rechazado y que les ha generado un sentimiento de no pertenencia a ningún lugar.

Una historia más y no en el peor sentido posible. Así es “El Retorno”, el documental de la directora surcoreana Malene Choi, que se ha alzado con varios premios en festivales como el de Jeonju, Rotterdam o Valladolid. Como si hablara en primera persona, puesto que ella misma fue una niña adoptada por una pareja danesa, el metraje retrata el viaje de Karoline (Karoline Sofie Lee) a Corea del Sur para buscar a su familia biológica. A su llegada al hostal, descubre otras historias similares a la suya, entablando amistad con otras personas adoptadas como Thomas (Thomas Hwan), que cada vez se encuentra más cerca de reencontrarse con su madre. Un viaje único para localizar sus raíces que revela miedos, traumas, necesidades y grandes contrastes.

jueves, 18 de julio de 2019

CONSUMIR, QUEMAR, DESTRUIR (2018)


Crecer es perderse una y otra vez, confundirse, tomar decisiones erróneas y construirse a uno mismo con lo que se va aprendiendo día a día. Muchos nos vemos a la deriva durante una determinada etapa de nuestra vida, que suele ser cuando nos aproximamos a la edad adulta, pero lo importante es salir de ella, de un abismo que siempre está al acecho, reconstruir los pedazos y encarar el presente como buenamente se pueda. Precisamente por esto, por ser algo más común de lo que pensamos, no es tan descabellado ver cómo el cine trata de representar este tipo de cuestiones en los últimos tiempos, aderezada por todas esas generaciones perdidas que tanto han nutrido superfluamente a los medios de comunicación desde la crisis.

“Acid” es una más de ese inmenso montón. El director y actor ruso Aleksandr Gorchilin profundiza en sí mismo para traer frente a nuestra mirada la desorientación de su generación, una más que marcha a la deriva en la construcción de su identidad. En esta búsqueda del sentido de la vida aparecen Sasha (Filipp Avdeev) y Petya (Aleksandr Kuznetsov), dos amigos que comparten fiestas, excesos, vicios, pero también inseguridades, miedos y traumas que poco a poco acaban dominando su presente. Procedentes de familias desestructuradas, han entrado en una etapa de nuevas experiencias en las que el sexo y las drogas son los grandes protagonistas. Por un lado, la madre de Sasha (Aleksandra Rebenok) acaba de llegar tras un gran tiempo de ausencia, un aspecto que su hijo no puede perdonar y que muestra a través de la incomunicación. Esto le ha llevado a rechazar el contacto, aunque busque cierta atención en mujeres maduras, como en el caso de Ljubochka (Anastasiya Evgrafova). Sin embargo, todo cambia cuando comienza a acercarse a la hija de ésta, una adolescente gimnasta (Evgeniya Sheveleva) que, de repente, supone un mayor atractivo. Por su parte, Petya permanece errante en su realidad. Tras haber vivido en casa de Sasha y de haber cometido un acto involutario, ahora se ve obligado a moverse constantemente de un lado para otro con tal de no regresar a su casa nunca más.

lunes, 15 de julio de 2019

LAS ILUSIONES PERDIDAS (2018)


No deja de ser ciertamente atractivo cuando el cine trabaja la evolución de las identidades de sus personajes, debido, sobre todo, por la gran cercanía que supone tener frente a frente historias en las que inevitablemente nos sentimos identificados. En ese camino hacia el autodescubrimiento siempre existen similitudes, pero su encanto reside en la forma en la que los personajes se enfrentan a cada bache en su camino. A este tipo de narrativas se suma “A Paris Education” (“Mes Provinciales”), el largometraje del director y guionista francés Jean-Paul Civeyrac, que formó parte de la sección Panorama de la 68ª edición del Festival de Berlín y recibió varias nominaciones en otros certámenes internacionales.

Étienne (Andranic Manet) es un joven provinciano que se traslada a París para estudiar cine en la universidad. Atrás deja a su novia, Lucie (Diane Rouxel), y a sus padres (Christine Brücher y Grigori Manoukov) para encarar una nueva etapa en su vida después de haber estudiado la carrera de filosofía. En la capital conoce a Barbara (Valentine Catzéflis), su vivaz compañera de piso; y a sus nuevas amistades, Jean-Noël (Gonzague Van Bervesseles) y Mathias (Corentin Fila). No tarda en acostumbrarse a la rutina universitaria, en experimentar nuevas exigencias de la mente crítica de Mathias, una nueva dependencia al positivismo de Jean-Noël o una nueva atracción sexual en la figura de Barbara. Es el comienzo de un primer año de estudios que se transforma lentamente en un viaje exploratorio en el que su identidad juvenil se deconstruye hasta acabar irremediablemente en la nada. Sólo así Étienne puede dar paso a un nuevo ser más real, exigente, sufrido y reflexivo. Una nueva persona que jamás podrá regresar a ser el chico prinviciano que a principios del curso llegaba a la gran ciudad con paso firme y repleto de ilusiones.

martes, 9 de julio de 2019

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (2019)


Hay ciertas profesiones que no todo el mundo puede ejercer, puesto que requieren de una sensibilidad especial. Personas como el celador de mortuorio, el tanatopractor, el personal de seguridad, jardinería y mantenimiento de un cementerio o el agente comercial de una funeraria forman parte de aquellos que más cercan ven la muerte a diario. Permanentemente en las sombras, son quienes se encargan de nuestros familiares en los peores momentos. Sin embargo, precisamente porque nos vemos en una situación delicada, no solemos prestar atención a sus servicios y trato. Es por eso que “Ciudad de los Muertos”, el documental realizado por el director, productor, guionista y editor madrileño Miguel Eek, resulta un claro homenaje no sólo a la muerte, sino también a todos los trabajadores que deben enfrentarse con este tema durante su rutina. Esta convivencia entre vivos y muertos, que se estrena a través del Atlántida Film Fest, es la clave para comprender el funcionamiento de esta sosegada urbe tan diferente.

En el cementerio y tanatorio de Palma trabajan Gabi, el vigilante; José, el agente comercial; David y Sergio, los tanatopractores; Jaume y Mohammed, los jardineros; José Luis, encargado del horno del crematorio; y Manuela, la señora de la limpieza. Todos ellos parecen vivir en un mundo muy diferente en el que la muerte no es un extraño tabú, sino que, a través de sus relaciones, asistimos a diferentes visiones de esta cuestión. Unos miran al futuro con esperanza, otros se enfrentan a tan duro momento con la comicidad, con el silencio, con el respecto o con la reflexión. Cada punto de vista es valioso mientras descubrimos sus historias personales, sus preferencias para cuando llegue la hora o las memorias que se guardan como un tesoro preciado tras las lágrimas.