martes, 18 de febrero de 2020

LAS COMPOSICIONES HÍBRIDAS DE LA URBE (1955)


Tanto Stan Brakhage como Joseph Cornell han sido considerados dos de los nombres más importantes dentro de las vanguardias modernas de Estados Unidos. Dos cineastas que han dedicado toda su trayectoria profesional al cine no narrativo a través de una experimentación muy diversa en cuanto a formato y técnica, la cual podía ir desde el uso de la cámara en mano, la edición en cámara o la pintura directa, en el primer caso; o la cámara lenta y el collage, en el segundo. Sus trabajos forman parte de la importante herencia que nos han dejado contemporáneos como Maya Deren, Kenneth Anger, Jonas Mekas, Shirley Clarke, Jack Smith, Andy Warhol, Storm de Hirsch, Chris Marker, Marie Menken y un largo etcétera. Todos ellos contribuyeron a la historia del cine mundial de una manera sin igual por medio de una gran cuantía de piezas que hoy en día se estudian en profundidad.

Entre ellos también se crearon importantes colaboraciones, como la realizada por Brakhage y Cornell a través del cortometraje “The Wonder Ring”, que terminaría formando parte de una corriente centrada más en la estructura formal que en aquellos metrajes que requerían un mayor análisis y sentido reflexivo. Así es como el cine estructural del que hablaba el historiador de cine P. Adams Sitney en 1969 influía fuertemente dentro de las tendencias más expresionistas y poéticas que reinaban a mediados del siglo XX. Precisamente, a través de esta pieza, podemos encontrar algunos de los rasgos más destacados de este cine, como la simplicidad, la posición estática de la cámara o el montaje por patrón. Basada en una idea original de Cornell, ambos cineastas se lanzaron a grabar con su cámara el paso a nivel tan característico de la Tercera Avenida de la inmensa Manhattan.

martes, 4 de febrero de 2020

LA SOLEDAD EN UNA JAULA DE ORO (1954)


El director, productor y guionista estadounidense Joseph L. Mankiewicz nos ha permitido disfrutar de grandes clásicos que han sido inscritos en la historia del cine como obras indispensables. “Eva al Desnudo” (1950) nos posibilitaba inmiscuirnos entre bastidores, con una Bette Davis cautivadora viéndose ensombrecida por el personaje de la imponente Anne Baxter. Tan solo un año después, Cary Grant ejercía de médico recién casado al ponerse en las manos de Mankiewicz para concebir la comedia dramática “Murmullos en la Ciudad” (1951). Con “Julio César” (1953) el cineasta se unía a la tendencia de una época que nos presentó los grandes blockbusters épicos. Nuevamente, en esta ocasión, Marlon Brando tiñó nuestras retinas de una más de sus muchas inolvidables actuaciones. Inmediatamente después, el autor volvió a contar con él en “Ellos y Ellas” (1955), una comedia musical en la que Brando formaría parte de un elenco brillante compuesto por Frank Sinatra, Jean Simmons o Vivian Blaine, entre otros rostros populares del cine de los que siempre se rodeaba Mankiewicz. De hecho, recordemos a la imponente Elizabeth Taylor en “Cleopatra” (1963), la producción que tantos quebraderos de cabeza le provocarían a Mankiewicz hasta afectar directamente a su salud. El alto caché de la actriz, los constantes cambios con el material filmado y los infortunios que surgieron a lo largo del rodaje provocaron que su mayor pesadilla se dilatara durante dos extensos años. Precisamente, con ella ya había trabajó en “De repente, el Último Verano” (1959), una cinta prácticamente olvidada que resultaría necesario rescatar por su valor actual. 

Por su parte, Kirk Douglas también se puso en manos del director, protagonizando el drama “Carta a Tres Esposas” (1949), con el que obtendría el reconocimiento de la Academia por primera vez. Casi dos décadas después, Douglas volvería a colaborar con él en “El Día de los Tramposos” (1970), un western en el que también participaría Henry Fonda. Por supuesto, esta revisión de su filmografía no podría estar completa sin una de sus obras cumbre, “La Huella” (1972), un drama psicológico cargado de suspense y sátira, en el que Laurence Olivier y Michael Caine comparten magníficos diálogos que quedarán para la posteridad. Todo un broche de genialidad que terminó siendo su último trabajo en una carrera que comenzaría en los estudios de la Paramount gracias a su hermano Herman y que brilló con luz propia durante varias décadas.