lunes, 25 de abril de 2016

CERVEZA Y TENSIÓN SEXUAL (2013)



A veces, en la sencillez radica el gusto y no en la excesiva parafernalia que muchos utilizan para encubrir un producto demasiado mediocre. Es cierto que ésta fórmula puede funcionar con algunos de los taquillazos que inundan la cartelera, pero produce un mayor placer poder disfrutar de simples historias que se acercan a nuestra realidad o que nos recuerdan capítulos de nuestra vida. Posiblemente, el director estadounidense Joe Swanberg tuvo esta idea en mente a la hora de comenzar su carrera.

El joven cineasta cuenta con un gran número de largometrajes que engrosan las filas del cine indie norteamericano, una colaboración en la producción “V/H/S” (2012), para la que creó el episodio “The Sick Thing That Happened to Emily When She Was Younger”, aparte de tímidos coqueteos con series de televisión como la reciente “Love” (Judd Apatow, 2016), “Looking” (Michael Lannan, 2014) o “Young American Bodies” (2006), en la que además de interpretar a uno de los personajes principales, Ben, comparte dirección junto a su esposa, Kris Williams. Porque sí, también es un polifacético actor, editor, productor, guionista y un largo etcétera.

Su trabajo “Colegas de Copas” suena a otras tantas cintas como la saga de “Resacón en Las Vegas” (Todd Phillips, 2009), “Noche de Marcha” (Jon Lucas y Scott Moore, 2012) o similares títulos en los que la típica juerga entre amigos acaba siendo toda una inesperada aventura. Nada más lejos de la realidad, ya que, en esta ocasión, se trata de un relato que profundiza en las complicadas relaciones de pareja y el eterno dilema sobre la amistad entre hombres y mujeres. Luke (Jake Johnson) y Kate (Olivia Wilde) son dos grandes amigos que trabajan en la misma empresa, una cervecería. Cuando terminan sus jornadas, suelen beber cerveza mientras comparten risas, conversaciones, coqueteos y mucha complicidad. Sin embargo, todo se volverá más confuso cuando se conozcan las parejas de cada uno, Jill (Anna Kendrick) y Chris (Ron Livingston).

jueves, 21 de abril de 2016

EL ENCANTO DE LA LLUVIA (2013)



Pixar siempre cuida sus trabajos hasta el más mínimo detalle y quizá sea ésta una de las razones por las que logre conquistar a todo tipo de público independientemente de su edad. Tanto en largos como en cortometrajes, se presenta un universo mágico que siempre nos deja con ganas de más. Esas historias de fantasía que arrancan millones de sonrisas y de las que siempre se puede extraer todo tipo de enseñanzas para los más pequeños, aunque a los adultos nunca les viene mal refrescar ciertas cuestiones que parecen olvidarse con la madurez.

“Azulado (The Blue Umbrella)” es una de esas piezas que suelen acompañar al metraje principal en su exhibición en salas de cine, siendo, en esta ocasión, “Monstruos University” (San Scanlon, 2013), la secuela de “Monstruos S.A” (Pete Docter, Lee Unkrich y David Silverman, 2001). Este quinto cortometraje del realizador y guionista alemán Saschka Unseld se presenta en forma de cuento encantado, en apenas 6 minutos, con dos paraguas de diferentes colores que, al cruzarse en el camino, se enamoran instantáneamente.

Su debut en la dirección bajo la batuta de Pixar posee una trama de lo más sencilla y con el mismo estilo que uno de sus antecesores, “Paperman” (John Kahrs, 2012). El amor es el sentimiento clave para humanizar, ya sea a personas ahogadas en la rutina o, como en este caso, objetos inanimados. Llega de forma inesperada a sus destinos y los cambia sin retorno, instante en el que entran en juego otras variables como el azar y la ilusión que se genera de tal encuentro. A su vez, recrea un universo urbanita, situando la acción en calles desconocidas, demasiado transitadas. Precisamente, un espacio en el que puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, en el que todos podemos ser diana de multitud de emociones en cuestión de poco tiempo. No obstante, el metraje deja en evidencia en qué partes Unseld ha querido centrarse y, efectivamente, el apartado narrativo no ha sido el elegido, puesto que, a pesar de su efecto edulcorado y de una sensación cálida que transmite, la historia está demasiado explotada y apenas se arriesga.

lunes, 18 de abril de 2016

LOS LÍMITES DE LA DESTRUCCIÓN (2004)



Asia Argento dejó atrás el sobrenombre de “hija de” hace mucho tiempo y es que resulta realmente difícil desprenderte de ello cuando tu madre es una gran actriz y tu padre es un reputado director consagrado en el género del terror y el slasher. Pese a entrar en el mundo de la interpretación con tan sólo 10 años, las inquietudes por experimentar tras las cámaras no se hicieron esperar. “DeGenerazione” (1994) le dio la oportunidad de crear una pequeña pieza, “Prospettive”, junto a otros jóvenes actores que se iniciaban en la realización. Tras su ópera prima, “Scarlet Diva” (2000), y varios cortometrajes que pasaron a engrosar su trayectoria, la polifacética artista se lanzó sin miramientos, junto al también actor Alessandro Magania, a la adaptación de la novela de un tal J.T. Leroy, que narraba sus trágicas y desgarradoras vivencias durante su infancia. Un guion realmente suculento que, a pesar de ser tan perverso, tenía la categoría de basarse en hechos reales.

Así es como surgió “El Corazón Es Mentiroso”, una obra que bebía directamente del cine independiente norteamericano, con trabajos como “Mi Idaho Privado” (Gus Van Sant, 2001) como bandera. Sin embargo, Argento se vio en la tesitura de descubrir, dos años después, que su escritor no era más que un fraude. Tras el seudónimo de J.T. Leroy se encontraba Laura Albert, quien acabó sentándose en el banquillo tras engañar, durante casi una década, a todo el universo artístico y literario estadounidense. Independientemente de ello y de que sea una truculenta historia como pocas, el segundo largometraje de la italiana nos lleva a Jeremiah (Jimmy Bennett), un niño de 7 años que, tras vivir cierta estabilidad con sus abuelos (Ornella Muti y Peter Fonda), debe abandonarles para comenzar una nueva etapa junto a su madre biológica, Sarah (Asia Argento), que ha conseguido la custodia. El alcohol, las drogas y la prostitución llevarán al pequeño por un camino lleno de maltratos, abusos de todo tipo e inestabilidad.

jueves, 14 de abril de 2016

LA ESPIRAL DE LA VIOLENCIA (2009)



Los traumas, miedos e inseguridades conforman a esos personajes que actúan como héroes de una historia, pero que, en realidad, resultan ser todo lo contrario. Esos matices que humanizan, que los completan y dotan de realismo, son los verdaderos culpables de que el cine contemporáneo goce, cada vez más, de mayor fortaleza. Pues bien, ese tratamiento del antihéroe nos lleva directamente a una de las cuestiones más recurrentes y, a veces, socorridas para todo guionista: la violencia implícita en el ser humano. El thriller y el género de acción extraen nuestras mayores vilezas a través de la brutalidad de nuestros actos y, precisamente, el cine surcoreano vuelca una especial sensibilidad a la hora de construir narrativas en torno a ello. Es con este tipo de argumentos con los que está consiguiendo aumentar su número de seguidores, cosechar más éxitos fuera de sus fronteras y, sobre todo, ganar una merecida posición entre las industrias cinematográficas más potentes de la actualidad.

El director Yang Ik-June no dudó en apostar por ésto. En su primer largometraje, “Breathless”, se convirtió en el escritor, productor, editor y hasta protagonista de su propio trabajo, algo que debía ser más que evidente al tener una carrera interpretativa más extensa. A pesar de su bajo presupuesto, su primera toma de contacto tras las cámaras le hizo arrasar en los festivales de Singapur, Canadá, Rotterdam y Japón, mientras que en España fue premiado en el Festival de Cine Asiático de Barcelona (BAFF). Sin embargo, tras el último de sus cortometrajes, “Dance With Me?” (2013) y su participación en la producción mejicana “Short Plays” (2014), junto a otros cineastas de renombre como el argentino Gaspar Noé, el estadounidense Vincent Gallo o el catalán Jaime Rosales, entre otros muchos, regresó a su faceta de actor, por la que se ha embarcado en proyectos como los dramas “Spring Granny” (Yoon Hong-Seung, 2016) y “Chunmong” (Zhang Lu, 2016).

lunes, 11 de abril de 2016

BAJO LOS DOGMAS DE MAO (1967)



Hay obras que, si no se ven en el momento más propicio, pueden llegar a no entenderse, a despreciarse e, incluso, a pensar que son tan malas que no merecen nuestro tiempo en su visionado. Por eso mismo, muchos verán en “La Chinoise” una especie de metraje maldito que exige cierta paciencia por parte del espectador, además de algunos conocimientos históricos y políticos para su total comprensión. Independientemente de la ideología propia, la cinta siempre se ha visto excesivamente sobrevalorada o infravalorada, no llegando a tomar un sentido real de lo que en verdad es.

La famosa corriente cinematográfica de la “Nouvelle Vague” no se podría comprender sin la presencia del director franco-suizo Jean-Luc Godard. Tomando prestigio desde su primer largometraje, “Al Final de la Escapada” (1960), que contaba con un montaje revolucionario que se apartaba del viejo cine clásico, el autor formaría parte de un grupo de cineastas que marcarían un antes y un después en la forma de concebir el séptimo arte. Junto a François Truffaut o Alain Resnais, entre otros, la intelectualidad asaltó un mundo hasta entonces convencional, primordialmente comercial y, sobre todo, estancado.

“La Chinoise” inauguraba una nueva etapa en la carrera del cineasta, una época más reivindicativa en la que volcaba sus creencias e inquietudes a través de sus obras. Tanto es así que, con una actitud un tanto visionaria, parecía vaticinar lo que ocurriría un año después con la famosa revolución de mayo del 68 iniciada por estudiantes de izquierda. Precisamente por estos hechos, la cinta adquiere un valor histórico como pocas, siendo de obligado visionado para todos aquéllos que deseen comprender una parte de nuestro pasado.

jueves, 7 de abril de 2016

MIEDO A LA ESPERANZA (1995)



El japonés Hayao Miyazaki es uno de esos directores inolvidables que ha sabido calar hondo en generaciones de amantes de la animación. Seguidores acérrimos de un cineasta que nunca decepciona, creador del famoso Studio Ghibli y autor de series míticas como “Lupin” (1971) o “Sherlock Holmes” (1984), que forman parte de la infancia de muchos; y cintas indispensables como “Nausicaä del Valle del Viento” (1984), “Mi Vecino Totoro” (1988), “La princesa Mononoke” (1997), “El Viaje de Chihiro” (2001), “El Castillo Ambulante” (2004) y “Ponyo en el Acantilado” (2008), entre otros muchos títulos de su imparable carrera.

“On Your Mark” se estrenó a la vez que otra de las producciones del estudio, “Susurros del Corazón” (Yoshifumi Kondo, 1995). Miyazaki no dudó en realizar un videoclip para el mítico dúo nipón de pop-rock Chage & Aska, de tal forma que, en poco menos de 7 minutos, recogió la esencia de su estilo tan único con un toque experimental, puesto que era la primera vez que utilizaban la animación por ordenador. El metraje se inspira en el fatídico incidente que tuvo lugar en Chernobyl (Ucrania) en 1986. En un mundo futurista, una niña con alas es perseguida y atrapada por unos científicos, que, supuestamente, pretenden investigar su anomalía. Sin embargo, dos agentes de policía tratarán de ayudar a la joven para sacarla del laboratorio en el que se ha visto recluida.

La imagen del idílico paisaje se rompe con una enorme estructura a modo de cementerio nuclear. Un contraste que nos advierte de que el mundo está tratando de curar sus heridas, de restablecer su propio orden tras una catástrofe que ha contaminado todo. Algunas señales dejan claras las consecuencias de tal desgracia, en la que la supervivencia todavía no es segura. Sin duda, no es más que una crítica directa al ser humano, a sus temerarias ambiciones, pero, en todo momento, se respira un pequeño vestigio de esperanza pese a tan crudas circunstancias. La búsqueda de una liberación, de olvidar los miedos que se han impuesto en la sociedad y soltar las riendas de la manipulación hacen que los personajes se den cuenta de que son esclavos de su destino. La amistad entre la niña y los dos policías es lo más sincero de cuanto se ven rodeados, puesto que ellos mismos saben que pueden ser detenidos por el simple hecho de ayudarla a volar. Exponen sus vidas por el bien de otra que es aparentemente indefensa, dejando atrás la rutina impuesta en sus días.

lunes, 4 de abril de 2016

HERIDAS DEL PASADO (2015)

Cualquier obra del director y guionista japonés Hirokazu Kore-eda consigue quedarse en nuestras retinas de forma indefinida. Tal vez sea por la cercanía con la que relata la cotidianidad de una cultura que nos es lejana, pero que aún sigue asombrándonos; o bien por la pasmosa sencillez con la que construye historias que nos permiten reflexionar sobre nuestras propias vidas y experiencias. Todo ello le ha llevado a ser considerado el perfecto heredero del maestro Yasujirō Ozu y uno de los grandes poetas cinematográficos de nuestro tiempo. El cineasta continúa explorando en cuestiones como la soledad, el amor, los lazos familiares, la vida y la muerte como si se tratase de una tesis sobre lo más profundo del ser humano.

Indispensable en los festivales internacionales más importantes, Kore-eda se ha convertido en uno de los autores nipones más populares. Ya desde sus comienzos con “Maborosi” (1995) logró deslizarse en sus programaciones, alzándose inesperadamente con el León de Plata en el Festival de Venecia. Tan sólo fue el primer paso para ganarse unos fieles seguidores que, sin duda, quedaron atrapados en el curioso universo de “After Life” (“Wandafuru Raifu”, 1998). Desde entonces su carrera ha sido imparable y no es que posea un sinfín de títulos que resuman sus altibajos a nivel profesional, sino que, en su lugar, encontramos pocas cintas, pero todas ellas de una inmensa calidad.

Con los años, el director parece haber perdonado ciertas luchas internas para reconciliarse con su propia mente. “Nuestra Hermana Pequeña” (“Umimachi Diary”) supone cierta dulcificación en sus reflexiones con una historia sumamente agradable y cálida. La película, que recibió el Premio del Público en la 63ª edición del Festival de San Sebastián, se suma al resto de trabajos del director en cuanto al retrato de la familia que éste desarrolla en ellos. Resulta inevitable recordar el drama social “Nobody Knows” (“Dare Mo Shiranai”, 2004), cuyos jóvenes protagonistas forman parte de una familia totalmente desestructurada; o “Milagro” (“Kiseki”, 2011), en donde se mantiene esa jovialidad desde un punto de vista cómico y esperanzador. Kore-eda disfruta profundizando en los lazos parentales, en los cambios que llevan a la inestabilidad psicológica de una casa y en cómo se desenvuelven sus personajes ante un contratiempo de gran magnitud, tal y como ocurría en “De Tal Padre, Tal Hijo” (“Soshite Chichi Ni Naru”, 2013), en la que unos padres se enteraban de cómo su hijo había sido intercambiado al nacer por un error del hospital; o, principalmente, por causa de la muerte de algún familiar, como en el caso de “Still Waiting” (“Aruitemo, Aruitemo”, 2008). Una cuestión que ahora retoma, de nuevo, como excusa, no para el distanciamiento entre quienes se quieren, sino para unir a quienes no han establecido una relación aún, pero comparten un punto en común, como la presencia del mismo padre en sus vidas.