martes, 24 de diciembre de 2019

LA LIBERACIÓN DE LA MÁQUINA (1989)

Mucho se ha escrito sobre el fotógrafo, artista y cineasta italiano Paolo Gioli, pero pocas veces tenemos la oportunidad de ver su obra en pantalla grande, abordando cada una de las experiencias que nos ofrece. El director tiene a sus espaldas una gran cantidad de cortometrajes no narrativos desde que iniciara su andadura en 1969, aunque la investigación académica ha demostrado que existe poca seguridad con respecto al número exacto de sus creaciones. Tan solo dos años después de haber vivido en Nueva York, la ciudad de los vanguardistas modernos que claramente influyeron en su trabajo cinematográfico, comenzó a desarrollar una idea clave en torno a la que gira su poética: la liberación de la máquina a través de su propio movimiento. 

Su trabajo, centrado en lo más primario del séptimo arte, los químicos, el celuloide o las técnicas de iluminación; funde diferentes artes en su filmografía para otorgar de vida a las imágenes a través de su manipulación, la mayor parte de ellas enfocadas al cuerpo humano y a las expresiones faciales. Un perfecto ejemplo de ello es “Film stenopeico (L'uomo senza macchina da presa)”, un metraje de apenas 13 minutos en el que Gioli experimenta con la técnica estenopeica en 16 mm con absoluta destreza y creatividad, ya que él mismo fabricaba sus propios dispositivos, como el que podemos apreciar en otras de sus más emblemáticas obras, “Traumatografo” (1973) o “Filmarilyn” (1992). 

martes, 10 de diciembre de 2019

EXPERIENCIAS ENTRE EL PLACER Y EL DOLOR (2008)


Pocas veces hemos podido disfrutar en pantalla grande de alguna de las obras del cineasta, director de fotografía, guionista, productor, editor e, incluso, actor canadiense Guy Maddin. Autor de un gran número de cortometrajes, el director solo cuenta con una decena de largometrajes, de los cuales ha quedado inevitablemente en nuestra retina la comedia musical “The Saddest Music in the World” (2003). La crítica siempre le ha alabado por la originalidad y extravagancia con la que siempre suele trabajar.  Su nostálgica estética, para la que siempre cuenta con el director de fotografía estadounidense Benjamin Kasulke, nos traslada a tiempos pasados, en donde la extrañeza campa a sus anchas como si de ilusiones fragmentadas se tratase. 

Los géneros del terror, el fantástico, la comedia, el drama, el suspense o el musical no se han resistido tampoco en sus manos. Ni siquiera el documental o el cine no narrativo se han librado de su ingenio. En su ópera prima, “Tales from the Gimli Hospital” (1988), conseguimos fluir entre las historias que dejaron rastro en un hospital islandés, mientras que, tan solo dos años después, en 1990, entrábamos de lleno en la Primera Guerra Mundial con “Archangel”. No sería hasta 1992 cuando veríamos una obra que marcaría su trayectoria con el enmudecimiento absoluto de sus personajes. “Careful” marcaría a las posteriores “Dracula: Pages From a Virgin's Diary” (2002) y “Los cobardes se arrodillan” (2003), “Brand Upon the Brain!” (2006) con esa ausencia de la palabra desde un punto de vista mucho más nostálgico del esperado que claramente nos exponía a un homenaje al cine mudo de lo más personal.