jueves, 30 de junio de 2022

AQUELLOS QUE TIENEN LIBERTAD (1989)

Aunque han pasado los años, la pieza documental “La isla de las flores”, del director y guionista de cine y televisión brasileño Jorge Furtado, está considerado como uno de los mejores cortometrajes de la historia precisamente por su visión crítica ante un drama social que cada vez está más presente. Con tres pequeños metrajes que anteceden a esta obra, la alocada comedia “Tormenta” (1984) y el drama carcelario “El día que Dorival se enfrentó a la guardia” (1986), ambos realizados en colaboración con el productor José Pedro Goulart; y la comedia fantástica “Barbosa” (1988), no fue hasta “La isla de las flores” que Furtado ganaría un destacado reconocimiento a escala global. Premiado en 1989 con el Oso de Plata en el Festival de Berlín, este trabajo se ha convertido en un visionado indispensable para todo cinéfilo. El que fuera director del Museo de Comunicación Social Hipólito José da Costa en Porto Alegre y productor en Luz Produções, saltó de lleno al mundo de la publicidad, fundó la Casa de Cinema de Porto Alegre y comenzó una carrera paralela como guionista en la televisión nacional. Su imparable trayectoria profesional le ha valido un gran número de galardones, muy especialmente dentro de Brasil.

En apenas 13 minutos de metraje, “La isla de las flores” consigue remover al espectador desde lo más profundo con una crítica extensible a toda la humanidad. Las imágenes que recoge son, simplemente, la cruda realidad que nos rodea y de la que permanecemos distantes. Con toques satíricos, Furtado parte de un metraje que a primera vista parece corresponder a un collage a buen ritmo, pero que en realidad presenta, inicialmente, la evolución de nuestro comportamiento, conectando datos, hechos, evidencias que explican las dinámicas habituales del capitalismo, pero que poco a poco se torna más oscuro, especialmente desde el punto de vista sociológico. A veces, hace falta una palabra para rescatar la memoria histórica o las conductas que solemos tomar a través de pequeños y sencillos ejemplos. Al final, esos 13 minutos de cortometraje se transforman en un mensaje poderoso, directo, más actual que nunca, apenas sin darnos cuenta gracias al fabuloso ingenio con el que trabaja el cineasta.