lunes, 17 de agosto de 2020

TRAS EL ANONIMATO (2020)


Banksy es una de las figuras artísticas más influyentes del mundo en la actualidad. Tan solo él mueve por sí solo cantidades ingentes de dinero y personas porque, allá en donde hay una obra suya, siempre hay espacio para la admiración, el reto, la comprensión, la reflexión y las nuevas tecnologías, pero también para la ambición y las ansias de riqueza a costa de los demás. Así es, Banksy supone muchas más cosas de las que no solemos percatarnos a simple vista. Tal vez, con esa idea surgiera el documental de los directores y guionistas franceses Seamus Haley, Laurent Richard y Aurélia Rouvier. “Banksy Most Wanted” supone su primer trabajo cinematográfico, aunque Haley ya participara en la serie documental para televisión “Le monde en fase” (2017) con el capítulo “Les enfants de Daech”. Los tres lanzaron su debut cinematográfico nada menos que a través del Festival de Cine de Tribeca, siendo conscientes de la curiosidad que despierta tan enigmática celebridad. 

Efectivamente, “Banksy Most Wanted” posee una visión bastante acertada y provocativa. Aprovechando la gran expectación que genera el artista británico, esta producción estadounidense deambula, en un principio, por las calles de la ciudad de Bristol, lugar en el que ha crecido Banksy. La urbe se ha convertido en una galería de arte urbano para el que, incluso, se realizan visitas guiadas. Autor de imágenes que han recorrido el mundo, que han generado expectación o que han sorprendido inesperadamente a la industria, también se ha atrevido con metrajes cinematográficos que han obtenido una gran acogida, como las piezas documentales “Welcome to Gaza” (2015), “The Antics Roadshow” (2011), una cinta para televisión en la que colaboraría Jaimie D'Cruz; o “Exit Through the Gift Shop” (2010), que recibió una nominación en los Oscars. Su huella permanece en nuestra retina de una u otra manera y él sabe perfectamente cómo provocarlo. 

Sin embargo, parece que, para Haley, Richard y Rouvier, el mayor atractivo de todo lo que rodea al artista es su anonimato, ¿quién es verdaderamente Banksy?, ¿quién se esconde tras este seudónimo capaz de revolucionar todo a su paso? Esta visión excesivamente reduccionista de lo que supone, en definitiva, este fenómeno nos adentra en las diversas teorías relativas a él. No son pocas las investigaciones que se han llevado a cabo para descubrir un rostro, un nombre o un domicilio. La obra no tarda en recurrir al testimonio del periodista escocés Craig Williams, que llegó a vincular al artista con los conciertos de la banda británica Massive Attack, a quienes les une su ciudad de origen, Bristol. Es más, su rastreo a través de las redes le acercó a una posible identidad, el cantante Robert Del Naja, un resultado que publicó abiertamente en su blog y que estallaría en 2016, aunque algunos detractores demostraran que esta posibilidad no era factible.

El documental también persigue el trabajo de la periodista del Daily Mail, Claudia Joseph, quien aseguraba que Banksy se llamaba en realidad Robin Gunningham, un ciudadano de Bristol de clase media del que había reunido fotos, datos de vecinos, etc. Igualmente, esta nueva teoría revolucionó las redes sociales poco tiempo después. La obra de Haley, Richard y Rouvier tampoco escatima en apuntar en una nueva dirección por medio de las investigaciones realizadas por un detective particular, el cual, incluso, llegó a rastrear empresas y productoras de los proyectos que habían respaldado a Banksy. ¡Vaya!, tan cerca y tan lejos a la vez, tantos deseos de conocer verdaderamente a la persona que se esconde tras las obras más populares de las últimas décadas, pero, ¿todo esto es necesario?

A las diversas teorías, se suman también las entrevistas realizadas a un gran número de testigos, seguidores, agentes de la industria e, incluso, al antiguo representante de Banksy, Steve Lazarides. Sus testimonios, en mayor o menor medida, resultan esenciales para comprender todo lo que supone este artista en nuestro panorama actual, pero el documental no trata de profundizar más allá de la posibilidad de que alguno sea capaz de decir quién es él en realidad o si le han visto en algún momento dado. Cámaras de seguridad, pistas, claves de cómo y cuándo trabaja y extraños bulos, pero es mejor quedarse con la pícara sonrisa que Lazarides nos lanza para exclamar que nunca jamás delataría a Banksy porque, entonces, se acabaría el juego.

Así es, ¿de qué sirve destapar la identidad del artista?, ¿qué ganamos con ello? Su enigmático perfil ha servido para revalorizar su trabajo, aunque, para algunos agentes de la industria, esto provoque que haya caído en su propia trampa. ¿Cómo es posible? Un personaje tan fascinante, capaz de evitar ser descubierto durante tanto tiempo y, de repente, algunos consideran que es un capitalista, pero el documental tampoco profundiza en ello y se queda con un par de testimonios que, casualmente, también trataron de enriquecerse a costa de dos de sus trabajos. De nuevo, Haley, Richard y Rouvier se quedan en la superficie, pero, a pesar de ello, “Banksy Most Wanted” se convierte en un entretenido documental que repasa las inquietudes de muchos, nos recuerda, en parte, la labor realizada por el artista para focalizar nuestra atención en lo que verdaderamente importa y reflexiona en torno la expectación generada.

Lo mejor: la revisión de las actuaciones más relevantes de Banksy, como la llevada a cabo en las calles de Nueva York.

Lo peor: la falta de focalización y profundización.

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