lunes, 21 de septiembre de 2015

UNA NOCHE INTERMINABLE (2013)



Parece que siempre seguimos el mismo patrón, pequeños presupuestos para unas grandes mentes creativas que no reciben ayudas institucionales de ningún tipo y que funcionan con medios limitados. Uno de los ejemplos más claros es el de “La Noche del Ratón”, la ópera prima del director vasco David R. Losada y su equipo. Un llamativo thriller que cosechó notables éxitos a través de la red de festivales internacionales por la que circuló y que logró meterse en el bolsillo tanto al público como a la crítica. Las cuestiones sobre difusión ya son punto y a parte, ya que, como por desgracia sabemos, este tipo de cintas no encuentran hueco entre las grandes salas, sino que suelen verse más bien en las más pequeñas, en los cines de barrio de escasas ciudades y por muy poco tiempo. Una lástima que sólo tengan cabida en los festivales y que, pese a la gran acogida en éstos, aún les cueste encontrar su sitio a la hora de ser exhibidas al gran público.

Independientemente de esta falta de apoyo, nos centramos en la fantástica historia que este largometraje nos presenta. Sandra (Miriam Cabeza) debe salir a trabajar en plena madrugada, dejando a Álvaro (Mikel Martínez), su pareja, solo en casa y enfadado por la situación, puesto que, para colmo, Jorge (Unai García), su compañero de trabajo, viene a recogerla. El largo trayecto hasta el trabajo se llena de conversaciones, risas, discusiones, mensajes que Álvaro envía al móvil de Sandra y silencios incómodos entre los dos amantes. Su relación es secreta, pero, mientras Jorge se desespera por tener que esconderse siempre o verse obligado a dar una vuelta a la manzana para poder besarla, Sandra parece no tener prisa en destaparlo, aunque no soporta que su novio no trabaje y simplemente se quede fumando en el balcón durante horas. Un alto en el camino para repostar en una gasolinera hará que su apacible viaje se convierta en una auténtica pesadilla con la llegada de un tercer personaje que les impedirá llegar a la reunión.

Una trama de la que apenas podemos desvelar detalles para no estropear su efecto sorpresivo, aunque sí debemos recalcar que, tanto R. Losada como Rubén Ávila, han volcado toda su imaginación para crear un guion eficaz que sabe mantener la atención del espectador durante los 80 minutos de duración. Es cierto que el argumento posee más de un altibajo, escenas que funcionarían si se hubieran desarrollado de otra manera, puesto que, en alguna que otra ocasión, las acciones de Jorge se muestran algo repetitivas. Su pausado ritmo nos ayuda a digerir los hechos que se van sucediendo y que se convierten en casi tiempo real cuando los protagonistas llegan a la gasolinera. El cineasta sabe muy bien cómo jugar sus cartas, mientras rompe un esquema tras otros. Partimos de una premisa, un triángulo amoroso del que pronto nos olvidaremos, ciertas pinceladas de humor negro, algún toque gamberro, coqueteos con aspectos surrealistas de una mente perturbada y un final rompedor que no es nada típico y deja algunas cuestiones sin resolver para gozo de quienes gustan del digerir lento del séptimo arte, de  darle vueltas a los visionados. Todo ello hace que “La Noche del Ratón” no sea una película más y que justifique por qué ha conseguido meterse en el bolsillo al público.

La mayor parte del peso interpretativo lo lleva a sus espaldas el actor Unai García, una cara hasta ahora desconocida que realiza una notable y muy sufrida labor. Sí es cierto que, en escasos instantes, parece inverosímil su actuación, pero sabe manejarse con total soltura en un papel de cierta dificultad al desplegar un sinfín de registros. Por su parte, su compañera de reparto Miriam Cabeza, con la que disfrutamos actualmente en la serie de televisión “Gym Tony” como la extravagante Vanessa, mantiene una perfecta química con el protagonista.

Peru Galbete lleva a cabo un trabajo fotográfico impecable y bien estudiado, creando una atmósfera de suspense realmente efectiva. Iluminación y sonido van al compás de la acción, intensificando los momentos de mayor tensión y generando esa inquietud en el espectador que es básica de todo buen thriller que se precie. No obstante, a veces el silencio produce un mayor desasosiego, algo que se podría haber aprovechado para mejorar determinadas escenas. Íntegramente nocturna y rodada en Irún, Donostia y Hondarribia, la cinta se detiene enseguida en un único emplazamiento, aportando más agonía y efecto a las calamidades que sufren Jorge y Sandra.

“La Noche del Ratón” es arriesgada, eficaz y realmente cruda. Un estupendo ejercicio cinematográfico y todo un verdadero ejemplo de que, para hacer buen cine, no es necesario contar con un gran presupuesto, sino con unas mentes perversas que saben jugar perfectamente con las reglas del buen thriller.

Lo mejor: los giros sorpresivos y la lograda atmósfera de suspense de la que hace gala.

Lo peor: alguna escena que abusa de la banda sonora, ciertos momentos que resultan repetitivos.



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