jueves, 30 de julio de 2015

EN BUSCA DE ESPERANZA (2013)


El director español Diego Quemada-Díez lleva afincado en América más de 20 años, por lo que su cercanía hacia ciertas realidades que, a día de hoy, siguen siendo grandes desconocidas en el resto de continentes, le han llevado a debutar en el mundo del largometraje con “La Jaula de Oro”, una producción que no busca el entretenimiento, sino más bien denunciar y profundizar en una situación que se repite diariamente entre cientos de personas que buscan una oportunidad para prosperar en este mundo.

Esta es la historia de Juan (Brandon López), Sara (Karen Martínez), Chauk (Rodolfo Domínguez) y Samuel (Carlos Chajón), cuatro adolescentes que abandonan su hogar para comenzar un camino lleno de riesgos y obstáculos con el fin de poder salir de Guatemala en dirección a la frontera estadounidense. Ese famoso sueño americano les motiva para pasar por calamidades, abusos y miserias, para dejar atrás a sus familiares y amigos y dar un giro a sus destinos. La esperanza puesta en un cambio de rumbo que desconocen totalmente, pero que resulta más que suficiente para arriesgarse, para hacinarse en varios trenes, empeñar todos sus pocos ahorros y, al fin y al cabo, poner su vida en peligro.

Quemada-Díez se rodea de un elenco joven que no tiene experiencia profesional en el séptimo arte. Sin embargo, sus interpretaciones respiran verosimilitud a raudales y es que ellos mismos son conscientes de este tipo de situaciones que presencian incesantemente. Este punto a favor le otorga un mayor realismo hasta ser alcanzado por la sombra del documental. No obstante, el desarrollo psicológico de los personajes ayuda a crear una atmósfera más sentimentalista, que facilita empatizar con unas circunstancias que hasta este momento desconocíamos.

La expresión de los ojos de los protagonistas nos transmite multitud de sentimientos encontrados, desde la esperanza, la fe por la famosa tierra prometida, la ternura de su juventud, la tristeza en su visión de la vida o el cansancio y hastío por una realidad que les ha tocado vivir. Y, pese a tener en común todo tipo de emociones en un trayecto que se hace eterno, cada uno aporta a la trama su propias convicciones, sobre todo, en el caso de Juan y Chauk, que suelen chocar con respecto al concepto de futuro que tienen. Mientras que el primero cree al cien por cien en un país que sabe que le va a proporcionar todo lo que necesita desde el principio y sin demasiados problemas, con una percepción más materialista, individualista y racional; el segundo aboga más por la unión, por el ser comunitario, el apoyo al prójimo, la bondad y el sentimentalismo.

“La Jaula de Oro” es un drama crudo, perfectamente creado para responder a una cuestión más reivindicativa. Su pausado comienzo ralentiza la acción, pero la notable labor de desarrollo de la narración engancha con los primeros movimientos del adolescente grupo que retrata y que son un simple ejemplo que representa al pueblo guatemalteco. Sin duda, el mayor mérito de la cinta es la labor de investigación realizada por el equipo en pleno campo de batalla, un aspecto que resulta vital para poder mostrar los fatídicos hechos que Quemada-Díez pretendía plasmar con todo el realismo posible.

Como si se tratase de un clásico documental, el autor rodó en súper 16, con el que ha llevado a cabo un montaje sencillo, que consigue acercarnos a la historia y caer de lleno en la empatía de, incluso, personajes secundarios que van y vienen, en los que apenas se profundiza pero que van dejando huella a lo largo de la trama. La perfección en los encuadres, los altos contrastes y una banda sonora de la tierra con letras desgarradoras nos hacen morder el polvo y darnos cuenta de que “La Jaula de Oro” merece totalmente su visionado y cada uno de las nominaciones y premios obtenidos en los festivales más importantes a nivel internacional. Desde Cannes hasta su paso por los Goya, la película supo ganarse a la crítica con la labor de denuncia que Quemada-Díez expresa a través de este estupendo debut.

Lo mejor: el fantástico guion que, junto a los personajes escogidos, resulta redondo.

Lo peor: el cine de denuncia tiene, por desgracia, una menor proyección que otras corrientes.



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