miércoles, 29 de julio de 2015

EL EXTRAÑO PATINAZO DE WENDERS (2015)



El veterano director Wim Wenders es uno de los cineastas más importantes del nuevo cine alemán e indispensable desde la que fue su obra maestra, “París, Texas” (1984). Una película considerada de culto a la que le sucederían otros grandes éxitos como “El Cielo Sobre Berlín” (1987) o “¡Tan Lejos, Tan Cerca!” (1993), cintas con las que consiguió un pase a los festivales más importantes a nivel internacional, como el de Cannes. En los últimos años, el autor se había dejado embriagar por el mundo del documental, un género que domina a la perfección como demuestran todas las nominaciones conseguidas para, entre otros, los Oscars e, incluso, nuestros Goya. Tanto “Pina” (2011) como “La Sal de la Tierra” ha conseguido recorrer medio mundo, pero Wenders se ha visto atraído, una vez, más por la ficción. Su trabajo, “Todo Saldrá Bien” cuenta con un elenco de lujo y una historia que gira en torno al duelo por la pérdida de un ser querido.

James Franco encarna a Tomas, un escritor que se encuentra en plena crisis creativa y se aísla para poder encontrar algo de inspiración, mientras que su matrimonio se tambalea. El invernal paisaje de Canadá, cubierto por una espesa capa de nieve, marcará un antes y un después en su vida por culpa de un fatídico accidente. Las secuelas también afectarán a su esposa Sara (Rachel McAdams), que ve cómo su marido se distancia cada vez más, con una incomprensible frialdad con la que empieza a comportarse; y Kate (Charlotte Gainsbourg), afectada directamente por las terribles circunstancias con las que parece luchar de forma pasiva.

Prácticamente dos horas de metraje en las que la irracional tibieza de Tomas se despliega por toda la trama de tal manera que hasta nosotros mismos no encontramos vestigios de conexión ni con el desarrollo de la narración ni con los personajes. El doloroso suceso, que ocurre en los primeros minutos de la cinta, es el giro existencial que propicia los 10 siguientes años en sus vidas. Un tiempo transcurrido que no vemos pasar en sus rostros, pero que psicológicamente sí es apreciable. Mientras que Tomas consigue impulsar su carrera hacia el éxito, Sara no siente ninguna evolución en su matrimonio, ya que su pareja no pretende tener hijos con ella. Por su parte, Kate se estanca en el duelo de forma impasible y sin pretensiones de avanzar.

Wenders ha conseguido rodearse de un estupendo elenco del que no ha sabido extraer todo su potencial. Franco logra registrar la frialdad y el distanciamiento de su personaje a la perfección. Con un mayor protagonismo, es obvio que ensombrecería a sus compañeros de trabajo, como ocurre en los casos de McAdams y Gainsbourg, dos actrices con papeles realmente interesantes a las que apenas se dedica tiempo y atención a lo largo de la película. En contraposición, a mitad de metraje entra en acción el joven actor Robert Naylor para otorgar cierta cercanía y sentimentalismo a la historia, siendo uno de los puntos más acertados del guion, al igual que Patrick Bauchau como el padre de Tomas, que al menos, con su aportación, arranca cierta humanidad a la actuación de Franco.

A su vez, el autor sigue fascinado por el 3-D, un formato por el que apuesta en “Todo Saldrá Bien” y que simplemente resulta innecesario para un drama como éste, a excepción de su vertiente más contemplativa, con la que conseguimos maravillarnos del magnífico paisaje canadiense que se nos muestra. Un absoluto error que viene acompañado de la banda sonora del oscarizado compositor francés Alexandre Desplat, con temas que no terminan de transmitir la esencia de la trama y que obviamente acabarán siendo un trabajo que pasará desapercibido en su exitosa trayectoria.

El resultado final de “Todo Saldrá Bien” es extraño e inesperado para un director de este calibre. Un proyecto decepcionante por ser quien es y que, por desgracia, no cumple con el título que le ha dado a ésta, su última cinta. Su primera media hora consigue atraparnos, pero los minutos restantes abogan más por la indiferencia de un público que esperaba más tras los célebres documentales que le facilitaron un pasaje directo a Hollywood.

Lo mejor: el estupendo escenario natural en el que se desarrolla la narración. Las buenas intenciones del cineasta alemán al apoyarse en guionistas con poca experiencia en cine como, en este caso, el noruego Bjørn Olaf Johannessen.

Lo peor: el innecesario formato en 3-D. La excesiva frialdad del filme y sus personajes, que presentan una realidad bastante inverosímil.


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