martes, 7 de abril de 2015

UN PAJARO ENJAULADO (1991)



Es innegable que el director chino Zhang Yimou utiliza las técnicas cinematográficas con total maestría. Integrante de la conocida Quinta Generación de cineastas chinos, el autor ha visto cómo algunas de sus obras han sufrido la represión en su propio país, pero eso no ha impedido que su carrera despegara incluso en el paraíso comercial de Hollywood. Sus inicios en la fotografía de cine han marcado toda su trayectoria, puesto que no hay duda de que toda imagen que pasa por sus manos, está detalladamente realizada con una arquitectura cuidada de forma minuciosa. Todo un ejemplo de cómo el cine puede asombrar visualmente y descubrir mundos inimaginables.

“La Linterna Roja” fue su cuarta película y, por desgracia, la segunda que caía en manos de la censura tras el estreno de “Semilla de Crisantemo” (1990). Inspirada en la China de los años 20, la historia se centra en Songlian (Li Gong), una joven de buena familia que debe abandonar su carrera académica tras el fallecimiento de su padre. Su destino ya está escrito y, como mujer, debe casarse. En vez de escoger a un hombre corriente y vivir en pareja por siempre, decide entregar su vida a Chen Zouqian (Jingwu Ma), señor de gran poder adquisitivo que reside en su palacio con tres esposas más. Recluida entre las cuatro paredes de su habitación, empieza a comprender que la elegida por el maestro recibe favores y cuidados mejores que las demás. Por eso, ser la primera dama le lleva a emprender una lucha competitiva, alimentada por la envidia, el odio y los juegos sucios, con las otras tres mujeres para conseguir que el patio de sus aposentos sea iluminado por linternas rojas como señal de que es la favorita y que los sirvientes marcan a través de una orden militar gritada a voces.

La trama, sobria y sencilla en desarrollo y mínima en diálogos, sigue el transcurso de las estaciones del año como si de capítulos se tratase, destacando el invierno con un palacio cubierto de nieve y una atmósfera irreal, cruel y claustrofóbica, al igual que los días de la protagonista.  Una sutil crítica de la propia sociedad china, oprimida por retrógradas tradiciones, convencionalismos e injusticias difíciles de superar. Quizá, por esta circunstancia, Yimou suele entregar, muy respetuosamente, el protagonismo de sus trabajos a la figura de la mujer heroica y apasionada, ya sea en historias cotidianas como en narraciones más épicas. A su vez, encontramos una esencia aún más profunda y es que el ser humano siempre acaba buscando la seguridad o la estabilidad que un matrimonio puede proporcionar, aunque le conlleve a perder parte de su libertad e independencia. 

Visualmente, el autor guarda una especial simetría fotográfica, creando perspectivas eternas, lejanas, con patios aparentemente carcelarios, aspecto que se acentúa con la propia cámara, que no abandona el palacio en ni un solo instante como muestra del cautiverio en el que viven las esposas y que mantiene una gran distancia con el maestro como símbolo de poder y respeto, haciéndonos sentir, en nuestra propia piel, la crudeza y frialdad que las mujeres deben experimentar con su propio marido. Un halo de tristeza que confronta directamente con la gran belleza de las imágenes.

En su decorado resaltan, obviamente, esas linternas rojas que someten a las cuatro. Ese rojo que siempre nos ha llevado a pensar en la pasión, la sensualidad y el amor, nos confunde y nos asfixia. Domina a los personajes y a la vez nos incomoda, ahoga toda esperanza pero, a su vez, viene acompañado de privilegios, elimina los sentimientos y despierta la supervivencia. Por todo, “La Linterna Roja” es toda una obra maestra. Minimalista y austera, parece increíble que una película pueda expresar tantas ideas con tan pocos elementos. Con diálogos profundos, bien empleados y que dejan la importancia justa al silencio, al vacío de un enorme palacio y de los corazones de cada personaje.

Lo mejor: la inigualable fotografía y la apasionante historia que el cineasta nos ofrece.

Lo peor: tal vez, tanto silencio ralentice el ritmo de la narración cuando no se está acostumbrado al cine oriental, pero, pese a ello, el visionado es más que recomendable.



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