sábado, 14 de marzo de 2015

LA PRIMERA COMEDIA TERRORISTA (2014)


A las pruebas me remito. En España, el género que más gusta es la comedia y no es que sea algo desfavorecedor con respecto a otros países europeos que se decantan más por el drama o el thriller, al contrario, es un aspecto que dice mucho del carácter de nuestra sociedad. Una cinta que engrosar las filas de este tipo de películas, pero que, por encima de muchas de ellas, destaca, es “Negociador”, del director vizcaíno Borja Cobeaga. Quien saboreara las mieles del éxito con “Ocho apellidos vascos” (Emilio Martínez-Lázaro), siendo coguionista del taquillazo del 2014, se embarcó posteriormente en la historia de Manu Aranguren (Ramón Barea), un político vasco que cree en el cambio, en el futuro pacifista del país y, precisamente por eso, decide ejercer de representante del gobierno para entablar conversaciones con el grupo terrorista ETA. Una posibilidad de conseguir el fin de la violencia a través del acuerdo de ambos bandos.

Con un tema de suma delicadeza, el autor nos presenta la primera comedia que se hace al respecto. Un humor inteligente, verdaderamente cuidado y sutil, que se basa en hechos reales, como son las negociaciones que tuvieron lugar entre 2005 y 2006 con Jesús Eguiguren, político del Partido Socialista Vasco; y Josu Ternera, miembro de ETA. No se ha querido dar trascendencia a las reuniones, por lo que apenas asistiremos a unos minutos de lo que sucede en el interior de la habitación donde se reúnen. El cineasta trata de dar una mayor relevancia al “durante”, a cómo los personajes entablan relación fuera de lo estricto, del lugar donde se enfrentan para llegar a un acuerdo. Es por eso que vemos los desayunos en el hotel, las habitaciones, el parque, etc., emplazamientos donde ambos son una persona más. Esa “otra” visión es más apasionante, donde los toques de humor quedan garantizados, a pesar de que nosotros, como público, aún no nos hayamos acostumbrado a jugar con una cuestión tan peliaguda y que nos ha marcado tanto como es el terrorismo. Todavía es difícil ver desde lejos lo que sucedió hasta hace unos años, pero eso no quiere decir que los diálogos de “Negociador” duelan o recuerden fríamente esos hechos, sino que, por fin, estamos viendo superado un asunto que dio demasiados dolores de cabeza y que generó una violencia innecesaria.

Hacía mucho tiempo que no veíamos a Barea en un papel protagonista. Han tenido que pasar varios años para que el actor esté en el sitio que le corresponde. También dramaturgo y director de teatro, galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 2013, el cine le relegó a ser un eterno secundario excepto en muy contadas ocasiones. Por supuesto, su trabajo ha sido verdaderamente espléndido y es todo un placer ver cómo encarna a un personaje que desprende cariño bajo altas dosis de carisma. No cesa en su empeño por ver cómo el país puede conseguir un futuro mejor y es por eso que su obstinación le lleva al sur de Francia, donde conocerá a un distante Josean Bengoetxea, que se muestra misterioso y discreto en todo momento; y a Carlos Areces, con un papel que es todo lo contrario al resto del elenco. Su intervención es totalmente hilarante al ser tan desvergonzado y reivindicativo con todo. Junto a ellos, también hacen pequeñas intervenciones actores de la talla de Raúl Arévalo y Secun de la Rosa.

No se caricaturiza, pero es una forma de hacernos reír con lo más cotidiano a través de una narración muy personal para Cobeaga. Todo un placer es poder visualizar “Negociador”, una ficción “campechana” que nos recuerda parte de nuestra historia, pero que también nos invita a pasar 80 minutos de alguna que otra simpática risa y de encanto, mucho encanto. Con un escenario frío y minimalista; y una banda sonora escasa, pero muy correcta, el aspecto técnico tampoco toma una especial relevancia, porque, aquí, quienes mandan, son los personajes.

Lo mejor: las actuaciones de Barea y Areces. Decir que son sublimes es quedarse más bien cortos. Los satíricos diálogos que sueltan pequeñas dosis de humor en los momentos más necesarios.

Lo peor: ciertas escenas eternas que caen en el drama.


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