miércoles, 4 de marzo de 2020

LA ESCLAVITUD DEL ENGAÑO (2018)


Qué bien dicen que a veces la realidad supera la ficción gracias a esas historias rocambolescas que bien parecen salir de una película artificiosa o, incluso, de una telenovela con infinito número de capítulos. A nuestro alrededor circulan casos extraños e incomprensibles, relatos que llenan el espacio de los periódicos y el tiempo en televisión. Y a pesar de la perplejidad con la que respondemos, lo cierto es que innegable que sea la pura realidad. Las dobles vidas, los romances idílicos, los amores prohibidos, las casualidades del destino, las confusiones desafortunadas, las cadenas de mentiras, etc. Tramas que salen sin querer a la luz pública y que terminan por destapar secretos increíbles que terminan en boca de todos. Por supuesto, el cine no puede evitar retratar las semillas de grandes narraciones que quedan encorsetadas bajo el clásico aviso “basado en hechos reales”, cuatro simples palabras que generan un magnetismo sin igual y que nos atrapan hasta convertirnos en testigos directos de la verdad subjetiva.

Efectivamente, atraídos por la hipnosis de la extrañeza y el asombro, es fácil devorar los tres capítulos de los que se compone la miniserie de la BBC “Mrs. Wilson”, del director británico Richard Laxton, que recibió cuatro nominaciones a los BAFTA TV de 2019. Sin duda, el pasado familiar de la actriz británica Ruth Wilson merecía ser relatado con un guion en el que Tim Crook y Anna Symon tratan de recopilar las memorias de la abuela de la actriz. Así es como, durante tres horas, se da rienda suelta a este curioso caso que comienza en el momento en el que Alison Wilson (Ruth Wilson) llega a casa y encuentra a su marido, Alec Wilson (Iain Glen), muerto sobre el escritorio, frente a su última novela a medio escribir. Cuando la familia se encuentra en mitad de los preparativos del funeral, alguien llama a la puerta en plena noche. Se trata de una mujer que se identifica por el nombre de Gladys Wilson (Elizabeth Rider) y dice ser la esposa de Alec. Alison no puede creer lo que está sucediendo, por lo que decide investigar por su cuenta la vida de su difunto esposo con el fin de demostrar que el divorcio entre Gladys y Alec es legal. Sin embargo, su marido escondía más de un increíble secreto, lo que provocará que Alison vea tambalear su existencia y todo lo que ella había considerado que era verdad.

La adaptación de las memorias de Alison Wilson no tiene desperdicio. Tres episodios, casi 180 minutos de metraje y una espiral que fue silenciada con el tiempo, pero que se nutre de caos sentimental y emociones contenidas. Apenas hay altibajos en una narración que constantemente sorprende y que nos hace plantearnos si es mejor desvelar la verdad, aunque con ello nos veamos encerrados en el sufrimiento; o ser felices simplemente con el desconocimiento. Mientras Alison descubre al verdadero hombre que ella siempre había querido, los secretos van poco a poco distanciándola de él hasta no poder reconocer a la persona con la que creía estar casada. 

La investigación llevada a cabo por la protagonista va dejando víctimas por el camino y un dolor inconsolable para quienes se topan con la realidad. El pasado se construye a partir de flashbacks que retratan los primeros años de matrimonio entre Alec y Alison, un idilio surgido al albor de una segunda y terrible guerra mundial que les llevó a superar los peores obstáculos posibles, pero que, a su vez, ayudó a afianzar su relación. Alison apenas era una joven inocente que comenzaba a trabajar en un nuevo oficio, una simple casualidad que le permitiría conocer a Alec, aquel hombre del que quedaría locamente prendada. Sin embargo, poco a poco, todos aquellos bonitos recuerdos junto a él se vuelven borrosos, inservibles ante un presente en el que ya no cabe refugio alguno. 

Ruth Wilson, la nieta de la protagonista de esta rocambolesca historia, lleva sobre sus hombros toda la carga dramática de la narración en un claro homenaje que culmina con un retrato de su amplia familia al completo en los últimos minutos del metraje. Sin duda, su intención ha desembocado en uno de sus mejores trabajos interpretativos por el que recibió una de las nominaciones mencionadas a los BAFTA TV. No deja de ser una gran responsabilidad encarar un proyecto tan personal en el que ha decidido revelar el secreto familiar. Precisamente por ello, su magnífica labor es impecable al encarar con destreza tanto giro sorpresivo. Alison resulta ser un personaje de interesantes matices, una mujer en la cuerda floja de su vida que es capaz de contener sus emociones para mantener la frialdad que requiere su decisión de seguir investigando. Esa fortaleza y coraje con los que enfrenta en todo momento cada obstáculo en su camino contrarrestan la dolorosa fragilidad que Alison lleva consigo en su interior y que no permite que su nadie vea. Al final, todo lo que queda son las heridas que llevará a cuestas hasta el final de sus días y un proceso por el que debe volver a conocerse a sí misma, puesto que la verdad ha hecho tambalear agresivamente todos los cimientos sobre los que había construido su vida. 

Sobre este suculento escenario, desfilan rostros conocidos como los actores Iain Glen, Fiona Shaw, Calam Lynch, Ian McElhinney o Patrick Kennedy, con personajes que la rodean, encierran, protegen, desestabilizan y, sobre todo, acompañan en esta extraña telaraña de misterios nunca revelados. Entre sus relaciones quedarán grabados el rencor, el cariño, la incredulidad, el silencio y la compasión, matices que, incluso, parecen reposar en la misma imagen, labor llevada a cabo por el director de fotografía polaco Hubert Taczanowski. Su trabajo resulta indispensable para enmarcar las líneas temporales. Mientras la década de los 40 muestra la calidez del romance, de la esperanza del nuevo matrimonio; los años 60 entran en contraste por su frialdad y tensión. Los claroscuros terminan desembocando en la impecable luz de la actualidad, de una familia que ha revelado una parte de su verdad, ya que, al parecer, aún quedan algunos secretos guardados bajo llave de aquel desconocido Alec. Su lado más oculto ha quedado sepultado por el silencio del propio gobierno británico, que se ha negado a revelar los documentos que esclarecerían una parte muy enigmática de esta historia.   

La BBC sigue siendo una “marca de calidad” después de tanto tiempo. Es innegable que cada proyecto es cuidado con gran mimo y detalle y un claro ejemplo de ello es “Mrs. Wilson”, una producción inolvidable, construida sobre el dolor, la lucha y la esperanza. Una miniserie que claramente supone un punto de inflexión para la familia de Alison Wilson al tratar de dejar atrás un capítulo que ha cambiado por completo sus vidas. Ahora es tiempo de perdonar y olvidar las mentiras con las que algunos de ellos crecieron, pero, sobre todo, de mantener en alza la fe para continuar con la investigación y liberarse, por fin, de la esclavitud del engaño.

Lo mejor: sin duda alguna, la historia en la que se basa. 

Lo peor: hubiera sido interesante poder profundizar en algunos diálogos o contar con el material necesario para desarrollar algunos enigmas, aunque su coste fuese algún capítulo más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario