martes, 3 de septiembre de 2019

EL SÍMBOLO DE LA ESPERANZA (1946)


Hay cinematografías en el mundo que han perdido un gran material de valor incuestionable a lo largo de su historia debido a diversos conflictos o políticas dictatoriales. Aún a día de hoy muchas sociedades siguen viéndose censuradas, incapacitadas para expresar sus ideas con libertad a través de las artes, restringiendo sus obras a la sombra ilegal de las autoridades de turno. Para Corea del Sur ha sido así durante la primera mitad del siglo XX. No se puede contabilizar la cantidad de películas que se han perdido por el camino, ya sea por la conocida guerra que terminó por dividir la península como por las décadas anteriores, en las que, bajo el colonialismo japonés, se prohibió la producción coreana de metrajes para permitir la única circulación de cine japonés en el país. Pese a ello, la resistencia logró distribuir de forma ilegal algunas cintas de contenido político que fomentaban el sentimiento patriótico de aquellos que se sentían oprimidos. Sin embargo, la historia no nos ha permitido volver a visualizar muchas de ellas, las cuales terminaron confiscadas y quemadas, desapareciendo en el olvido con el paso de los años.

En ese periodo convulso de la memoria coreana surgió un título enormemente significativo. “Hurrah! For Freedom”, el hasta ahora cuarto metraje del recordado director coreano Choi In-Kyu, apareció a la luz pública en el momento indicado, cuando la independencia ya era real y justo antes de la guerra civil que marcaría su destino hasta la actualidad. Un periodo de 5 años en los que se volcaron grandes esperanzas, las cuales quedan fielmente reflejadas en esta joya en bruto, nunca mejor dicho. La narración nos lleva hasta un patriota coreano (Jeon Chang-Geun), que lucha por la resistencia de su pueblo frente a las autoridades japonesas en 1945, un año clave en la historia de esta población. No obstante, la persecución del ejército resulta incansable y sin piedad, capaz de acabar con todo aquel que se niegue a mostrar el paradero del famoso agitador.

Sin duda y siendo realistas, no estamos ante un trabajo cinematográfico ejemplar ni ante un derroche de creatividad sin igual. No sirve ver este metraje bajo ese prisma, puesto que su valor reside en otras cuestiones a tener en cuenta. A lo largo de sus poco más de 50 minutos, los constantes cortes a los que se somete la narración obligan sin remedio a salir de su trama. Cada uno de sus errores provoca que nuestra posición de espectador sea cada vez más fría, pero la carga emocional de la obra compensa cada uno de los fallos. Tanto tiempo de inestabilidad también revela el retraso cinematográfico que poseía Corea en aquellos instantes. Mientras que Hollywood se encontraba en plena época dorada y Europa construía los primeros cimientos para descubrir nuevos cines con los que atraer a un público ávido de nuevas experiencias, la industria cinematográfica de Corea apenas existía sin los escasos resquicios que dejó la colonización. 

“Hurrah! For Freedom” queda ampliamente retratada por su título. Hablamos de lucha, esperanza, del sacrificio por encima de todo, incluso, de la muerte. La libertad del pueblo es mucho más que cualquier sentimiento individual, es más grande que cualquiera de los personajes que desfilan ante la pantalla. Con una evidente influencia del cine japonés, tanto los encuadres como el tratamiento narrativo es la pura evidencia de las costumbres del invasor. No podría ser de otra manera cuando su director, Choi In-Kyu, ya había realizado tres largometrajes para la industria japonesa o, al menos, son los datos que se conservan. “Tuition” (Choi In-Kyu y Bang Han-Jun, 1940), su primera cinta, es todo un panfleto propagandístico al que siguió “Homeless Angel” (1941) y “Love and Promise” (Choi In-Kyu y Tadashi Imai, 1945). Los deseos de hacer una película que realmente cumpliera con sus deseos le llevaron a retratar la idea que le ofreció Jeon Chang-Geun, lo que le valió ganarse el papel principal. Esta oportunidad sólo sirvió para que el actor y guionista se lanzara a seguir con su carrera cinematográfica hasta 1969. Sin embargo, con el estallido de la guerra, no probaría suerte hasta 1964, año en el que se estrenarían nada menos que tres nuevos trabajos como actor, “The Bachelor Pub”, de Park Jong-Ho; el drama bélico de Jeon Jin-Woo, “Meaningless Borderline”; y “The Soviet-Manchurian Border”, de Kang Beom-Gu.

Por eso mismo, “Hurrah! For Freedom” es una obra que estaba destinada a ser recordada en la historia de Corea. Símbolo de recuerdos dolorosos para este pueblo, pero también de aquellos valores que les hicieron crecer y convertirse en la potencia que conocemos hoy en día y, en concreto, en una de las industrias cinematográficas de mayor producción mundial. Es, por tanto, que su visionado supone un momento único, convirtiéndose en un mediometraje que resume, en definitiva, toda la memoria histórica de una población que sigue manteniendo la misma conciencia generación tras generación. Pocos años después, Choi In-Kyu falleció sin conocer realmente que había creado una de las mayores joyas que guarda esta cinematografía.

Lo mejor: el valor histórico, cultural y social que supone esta obra.

Lo peor: nuestra mirada tiende a exigir un ejercicio técnico superior al ofrecido sin tener en cuenta el contexto de la cinta. Un error en el que caemos sin darnos cuenta.


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