martes, 18 de junio de 2019

LA DISTORSIÓN DE LA EXPRESIÓN CORPÓREA (1947)

El cine no narrativo sobrevive en los márgenes relegado a viejos clichés que restan su interés entre la audiencia general. Una alternativa infravalorada que siempre guarda sorpresas en su interior y que aporta experiencias únicas en su visionado, pero que, al igual que sucede en la historia del cine mundial, ha dejado en el olvido nombres que en los últimos años se han tratado de reivindicar, especialmente aquellas cineastas que han aportado una importante contribución al cine experimental, como fueron Shirley Clarke, Storm de Hirsch o Marie Menken, entre otras muchas que, con el transcurso del tiempo, la historia les otorgará su lugar.

Así sucedió también con la artista y directora norteamericana Sara Kathryn Arledge, tristemente olvidada entre las vanguardias cinematográficas y hasta incluso ensombrecida por la figura de Maya Deren, cineasta con la que coincide temporalmente y que recobró su fama gracias a la gran influencia de sus obras en la filmografía de David Lynch. Formada en pintura y baile, es fácil observar que su mayor interés residía en la representación del cuerpo humano en movimiento, precisamente a través de la danza y el esteticismo. Es en “Introspection” (1947) en donde se puede apreciar estas inquietudes desde diversas perspectivas y ángulos. Este cine-dance, del que es considerada pionera junto a Deren, combina diversos matices entre láminas de gel de colores vivos a modo de filtros y superposiciones que envuelven los cuerpos entre telas y los rostros maquillados sobre un fondo eternamente oscuro e infinito. Una distorsión hipnótica que canaliza la expresión corpórea más poética y simbólica.

Junto a su obra “What is a Man?” (1958), que refleja una vertiente más psicológica relacionada con su lucha con la esquizofrenia, “Instrospection” se ha convertido en el emblema de la todavía desconocida filmografía de esta cineasta. No fue hasta la década de los 70 cuando se proyectaron públicamente ambos trabajos para, por fin, ser reconocida por su importante labor. Su legado, al que se unen varios textos sobre el cine no narrativo de la época, nada, en un inicio, en el influyente surrealismo europeo para aislar las diferentes partes del cuerpo. Sólo queda el disfrute de brazos y piernas conectados entre sí, danzando en una fascinante experiencia visual como pocas en una especie de abstracción temporal y espacial que nos lleva a la experimentación rítmica en toda su esencia, compactada en unos minutos de pura desorientación creativa. Así, “Instrospection” viene a evidenciar que aún queda mucho por descubrir y analizar de Arledge, al igual que otras posibles directoras que han sido olvidadas o ignoradas por la historia.


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