martes, 25 de septiembre de 2018

EL TRUCAJE COMO MEDIO (1901)

El director, productor, actor y guionista francés Ferdinand Zecca logró convertirse en uno de los protagonistas de la etapa pre-clásica del séptimo arte. Su visión del trucaje, que por aquellos entonces no sólo se había puesto de moda en el cine, sino que también había logrado desbancar los aires documentales de los hermanos Lumière, se distanciaba totalmente de lo que predominaba en la época. Mientras que nombres populares como Georges Mèliés apostaban por potenciar sus dotes de ilusionismo a través del cinematógrafo, Zecca dedicaba sus esfuerzos a contar historias en las que aquella extraña magia que podía provocar la desaparición de la gente en pantalla se ponía al servicio de la narrativa. 

Además de ello, el cineasta formaba parte del imperio creado por Charles Pathé en colaboración con sus hermanos, la Pathé Frères, dedicada exclusivamente al cine y los discos fonográficos y que el propio fundador levantó desde cero. La obra “El Melómano Mudo” (1899) le valió muy merecidamente formar parte de la empresa, llegando a ser, incluso, su principal cineasta a principios del siglo XX. Sin embargo, “Historia de un Crimen” es, precisamente, el claro ejemplo de su pensamiento. Una pieza de 110 metros y seis cuadros que fue un rotundo éxito y que el propio Pathé acabaría otorgándole la cualidad de ser el primer drama de la historia del cine, mientras que, con el paso de los años, se especificó que, en realidad, era la primera obra del género policíaco. 

Inspirado en una representación del museo de cera Grévin, de París, el metraje desarrolla la historia de un hombre (Jean Liézer) que decide asesinar al vigilante de un banco (Bretteau), un atroz acto por el que será atrapado rápidamente por la policía. En el interior de la celda y a la espera de su ejecución, el preso recordará ciertos pasajes de su pasado entre sueños, acciones que tarde o temprano le llevaron a tal final. Así es como “Historia de un Crimen” adquiere también importancia no sólo por mostrar las consecuencias psicológicas del protagonista ante tal fechoría, un aspecto que se plasma como pocos metrajes de esta etapa lo hacen, sino también por convertirse en uno de los primeros intentos de crear un flashback.

Con una advertencia que aconsejaba no ser proyectado en presencia de niños a causa de esos últimos instantes en los que la imagen ofrece un trucaje demasiado realista para la época, estos minutos finales, inspirados también en “Ejecución Capital en Berlín” (Charles Pathé, 1899), acabarían siendo tachados por la censura francesa. Además de ello, Zecca elaboró un protoguion para construir la estructura de una narrativa que no mantenía la linealidad, algo que desarrollaría con gran hincapié a lo largo de su extensa filmografía que, en sus últimos años, compartiría con el actor, director y guionista francés René Leprince

No fue ni la primera ni la última vez que el cineasta proyectaba la “actualidad reconstruida”, noticias de gran impacto que llevaría a la pantalla con un impactante realismo y naturalismo artístico. Una temática que supuso la clave de su trayectoria profesional con temas que importaban a la población, las miserias y los dramas sociales que cumplían con el interés y la cercanía del pueblo y que quedaban reflejados independientemente del género que se trabajara. Sin duda alguna, su excepcional experiencia personal y conocimiento de las técnicas de otros realizadores como Mèliés o la escuela de Brighton le valió convertirse también en supervisor y maestro de nuevas cantinas de directores y técnicos de cine, con nombres tan emblemáticos como André Heuzé, Segundo de Chomón o Gaston Velle, entre otros.




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