jueves, 4 de agosto de 2016

SENSUALIDAD CONTENIDA (2014)



No hay nada como lograr impactar al público sin necesidad de grandes recursos, a pesar de que muchos sigan insistiendo en que el cine ya ha reflejado todo tipo de realidades y que pocos trabajos ofrecen algo nuevo. Y aunque en muchos casos esto se cumple, por desgracia, a rajatabla, aún es posible formar parte de la memoria de un espectador, grabar en sus retinas una escena enfocada de una manera muy diferente o un diálogo que consiga calar más allá del visionado. El director japonés Ryuichi Hiroki arriesgó dentro de la sencillez de “Her Granddaughter” y logró atraer a sus conciudadanos con lo que pareciera una nimiedad en occidente. Lamer un pie le trajo consigo un aumento de su popularidad con innumerables críticas de su obra, tanto negativas como positivas. Casi pareciera un efecto inesperado, pero el autor no dudó en incluir un suculento fotograma de ese instante en el propio cartel de la película y, obviamente, alcanzó el objetivo esperado, que la gente hable de su trabajo.

Con más de 20 años de trayectoria, el autor vuelve a volcarse en la profundidad de sus personajes a través de la historia de Tsugumi Dozomo (Nana Eikura), una treintañera que decide tomarse un año sabático de su trabajo para ir a su pueblo natal, Tsurumi, una pequeña localidad de Kagoshima, al sur de la prefectura de Kyushu. Con el fallecimiento de su querida abuela Towa Shimoyashiki (Chiharu Konno), trata de permanecer en la casa que tantos recuerdos de su familia guarda para dejar atrás no sólo su empleo, sino también a su antiguo amor, Toshio Nakagawa (Osamu Mukai). El silencio y la soledad inundan un espacio que utiliza para reflexionar sobre su vida, pero que pronto recibe la visita de un misterioso hombre de 52 años, Jun Kaieda (Etsushi Toyokawa), que dice ser profesor de filosofía en la universidad y un conocido de su abuela, por lo que posee una copia de la llave de la casa y, por tanto, el derecho a quedarse en ella. Tsugumi se verá obligada a compartir la vivienda, mientras intenta averiguar quién es realmente Kaieda.

El veterano guionista Hiroshi Saitô se encarga de adaptar el manga “Otoko No Issho” del escritor Keiko Nishi, que fue publicado en la popular revista Gekkan Flowers entre los años 2008 y 2010. La historia refleja un romance muy poco retratado en el cine japonés, que aún guarda cierto recelo a todo aquello que se salga de lo convencional. El director enfoca la relación entre ambos protagonistas de una forma sencilla, evitando toda morbosidad y sin caer en el melodrama. Trata de acrecentar la extraña tensión que surge entre ellos y que, poco a poco, incluso, provoca anhelar alguna dosis de sensualidad ante tanta emoción comedida. Las pequeñas pinceladas del pasado de la abuela Towa surgen delicadamente en pantalla, desvelando, a fuego lento, la verdadera identidad de Kaieda. Un hombre rígido, de rostro sereno, inamovible, que, en ocasiones, tiene palabras severas hacia Tsugumi, pero que atrae irremediablemente ante el secretismo con el que lleva su vida.

Suave, respetuosa, agradable, pero, sobre todo, se trata de una narración bien ejecutada y curiosamente seductora, que finaliza en un clímax erótico rendido a una podofilia inesperadamente polémica. La trama discurre con alguna que otra pausa, en la que participan personajes secundarios que amenizan la obra, pero que no adquieren la menor importancia. Ejemplo de ello es la llegada de un niño supuestamente abandonado por su madre en la puerta de la casa de Tsugumi. Un episodio que no arranca con fuerza y que deja bastantes incógnitas a su paso, a excepción de los sentimientos de la protagonista, que quedan expuestos ante Kaieda. El autor desliza, así, una cómoda visión de la unión familiar, el desgaste emocional, las relaciones ilógicas y las malas decisiones. Sin embargo, no será hasta la llegada de Nakagawa cuando se produzca un punto de inflexión en la historia, de tal manera que, aunque la intervención de éste es prácticamente anecdótica, proporciona al metraje el último impulso hacia su desenlace.

Tsugumi se descubre con total inseguridad. Ha perdido el rumbo de su vida, pero ese parón existencialista será su solución. Eikura interpreta a una mujer de ciudad, que intenta establecer un equilibrio entre su profesión y su baja autoestima debido a éste. Su soledad queda interrumpida por Kaeida que, pese a ser un hombre culto, posee un comportamiento algo rudo y patán. Para colmo, pretende utilizar a Tsugumi como una auténtica esposa, pidiéndola que se haga cargo de él y de sus necesidades. Curiosamente, estas exigencias despojan a la joven de su aislamiento, sintiéndose, en parte, útil para alguien más. El veterano actor, Toyokawa, transmite un aire intelectual e imperturbable, desprendiendo cierto humor crítico a través de la madurez de sus diálogos. No es la primera vez que ambos se ponen a las órdenes de Hiroki, puesto que, mientras Eikura participó en “April Bride” (“Yomei 1 - Kagetsu No Hanayome”, 2009) y “Nobody's Perfect” (“Daijôbu 3 Kumi”, 2013) con papeles protagónicos, él actuó en “It's Only Talk” (“Yawarakai Seikatsu”, 2005) con un personaje menos importante.

Igualmente, vuelve a contar con el director de fotografía Atsuhiro Nabeshima, un indispensable en su equipo desde “New Type: Just for Your Love” (2008). Como ya es habitual, el paisaje toma importancia como buen drama asiático, sobreexponiendo la belleza y tranquilidad del paraje rural del oeste de la prefectura de Mie. La minimalista imagen, elegantemente tratada, despliega cierto halo impregnado de una profunda melancolía. Las tradiciones y costumbres obviamente quedan registradas en la rutina de Tsugumi y Kaeida, atrapando el encanto de una antigua casa feudal que casi pareciera convertirse en otro personaje más. Así es, en esencia, la obra de Hiroki, “Her Granddaughter”, una visión más madura de la realidad que evidencia un amor impulsivo, ilógico, pero magnético gracias a la fuerte presencia de un elenco principal sumamente carismático.

Lo mejor: las interpretaciones de Eikura y Toyokawa. El trabajo técnico se muestra totalmente limpio e hipnótico.

Lo peor: tras una cinta de lo más agradable se esconde una confusa polémica para nada casual.



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