miércoles, 11 de noviembre de 2015

LOS PELIGROS DE LA MENTE (2013)

La mente humana sigue siendo una gran desconocida y, precisamente por eso, muchos autores están encantados de jugar con ella y que nosotros, sus espectadores, nos rindamos ante los apasionantes laberintos de traumas psicológicos, recuerdos y secretos escondidos bajo llave. El director español Jorge Dorado no pudo evitar sentirse conquistado ante tal puzzle irrealista para construir su primer largometraje, “Mindscape”, cinta con la que logró colarse entre los nominados los Goya a Mejor Dirección Novel en 2013. Un thriller psicológico con tintes freudianos que queda en las manos del también debutante guionista Guy Holmes.

John (Mark Strong) es un especialista capaz de introducirse en el subconsciente de sus pacientes para descubrir los incidentes que le han ocurrido en el pasado. A través de esta técnica, consigue ayudarles a superar todo tipo de conflictos internos que han arrastrado hasta el presente. Tras haber perdido a su mujer, John acepta el caso de una adolescente sociópata, Anna (Taissa Farmiga), una joven más compleja de lo que parece a simple vista, que le conducirá por una intensa trama llena de emociones y obstáculos hasta alcanzar su propio límite. 

El autor ha sabido captar la verdadera esencia del misterio, pero se ha dejado llevar por el temor de que su público no sea capaz de seguir la narración, por lo que constantemente vemos sobreexpuestos ciertos detalles de gran importancia, haciendo que el final sea cada vez más evidente. Dorado tenía buenas intenciones con una acertada elección del elenco y una idea brillante, pero el desarrollo de la historia es demasiado débil como para convertirse en una de las mejores cintas españolas de los últimos años. La semilla del thriller queda bien sembrada, creciendo a buen ritmo y logrando que el espectador empiece a dudar entre la verdadera realidad y los propios pensamientos y recuerdos de los personajes hasta que, de repente, nuestra mente se sitúa por delante del transcurso de la historia. Para los amantes del género, “Mindscape” es sencilla de digerir, apenas crea intensidad en sus planteamientos y el único interés que puede mantener la atención de los más experimentados es saber únicamente si se ha acertado o no en la consecución del clímax. 

Sin embargo, y pese a que éste no deja de ser el típico error de principiante que es fácil de pulir, sus diálogos son breves y concisos a simple vista, pero en realidad encierran un embriagador surrealismo, favoreciendo esa atmósfera de intriga al más puro estilo clásico. Y es que inevitable ver la clara influencia que ejerce la autoría de Hitchcock o, incluso, la más reciente “Origen” (Christopher Nolan, 2010). 

Los dos protagonistas consiguen atraparnos a partir de su oculta carga emocional. Por un lado, John, que aparentemente se muestra frío, distante e infranqueable, esconde su dolor por el suicidio de su esposa. Una herida que le interrumpe constantemente en sus investigaciones y que hace que pierda la concentración. La pérdida le ha llevado a sentir una fuerte culpabilidad que le martiriza con el pensamiento de no haber podido hacer más por ella. “Mindscape” realmente supone todo un viaje en el que John trata de conocerse a sí mismo para sacar adelante a su paciente.

A lo largo de los 95 minutos que dura el metraje, Strong realiza un trabajo notable con una interpretación que se ve reforzada gracias a su compañera Farmiga. La joven actriz, que vio cómo despegaba su carrera gracias a su intervención en la primera temporada de la serie televisiva de la FOX “American Horror Story: Murder House” (Ryan Murphy y Brad Falchuk, 2011), encarna a un personaje totalmente ambiguo y contradictorio. Los traumas del pasado han creado a una inteligente sociópata que esconde un terrible secreto. Entre ambos surge una gran química que Dorado ha sabido explotar a la perfección a través de extrañas batallas dialécticas que hacen que cada uno sea puesto a prueba de forma constante, creando momentos verdaderamente interesantes y esenciales para la comprensión de la narración.

El cineasta catalán Jaume Collet-Serra participa como productor creativo y mentor. El autor de las populares “La Huérfana” (2009), “Sin Identidad” (2011) o “Non-Stop” (2014) colaboró junto a Dorado y el director de fotografía Óscar Faura, conocido por su labor en “El Orfanato” (2007), “Los Ojos de Julia” (2010) o “Lo Imposible” (2012). Los tres forman un equipo perfecto para trabajar con la atmósfera de suspense que deben otorgar al largometraje. Sin duda alguna, el trabajo visual acaba siendo de lo más reseñable, puesto que tanto los recursos estéticos como la composición resultan de lo más cuidados y precisos.   

Los espacios toman mayor protagonismo en los momentos más decisivos, de tal forma que aquel laberinto mental que se intentaba resolver queda transportado a la realidad a través de habitaciones claustrofóbicas. El opresivo ambiente encierra cada vez más a los personajes con el transcurso del metraje, de tal forma que quedamos atrapados, junto a ellos, en una especie de trance en el que todo tipo de sonidos son avivados. Las agujas del reloj, el goteo del agua o el rítmico metrónomo nos conducen por hipnóticos caminos para sumergirnos en la carga emotiva de John y Anna, mientras escuchamos el trabajo del compositor madrileño Lucas Vidal como impulso a tal ensoñación que, a pesar de ser previsible, nos invita a disfrutar de un entretenimiento bastante surrealista.

Lo mejor: un argumento de lo más interesante con un elenco actoral de calidad. El trabajo visual consigue crear cierto balance con respecto a la fragilidad de su historia.

Lo peor: a veces, evidenciar demasiado ciertos detalles hace que el espectador pierda totalmente la atención. Muchos directores cometen el error de simplificar tanto los elementos como si creyeran que el público no es capaz de captar lo más básico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario