miércoles, 23 de diciembre de 2020

LA GRAVEDAD EN EL ARTE (1961)

La artista estadounidense Marie Menken sigue siendo objeto de investigación en la actualidad. Ignorada por la historia del cine no narrativo hasta hace pocas décadas, la cineasta dejó un valioso legado dentro de la experimentalidad tanto del séptimo arte como de las bellas artes. Deseosa de transmitir la idea de que la pintura no tiene por qué ser estática, su filmografía rindió las cuentas necesarias entre ambas artes. Con el tiempo, se han comenzado a valorar los escritos dejados por los vanguardistas modernos en los que Marie Menken era considerada una de las artistas más importantes de esta etapa. En cambio, los libros acabarían tristemente otorgándole el único papel trivial de toda su trayectoria, la protagonista de “Chelsea Girls” (1966), la obra de Andy Warhol en la que el talento superó a la popularidad. Considerada mentora y musa de contemporáneos como Kenneth Anger, Stan Brakhage o Jonas Mekas, entre otros; la directora comenzó su andadura cinematográfica en 1945, año en el que vio la luz el cortometraje “Variations on Noguchi” (1945), en donde puso en funcionamiento su famosa cámara Bolex que tanto utilizaría durante su carrera para ponerla al servicio de la creatividad y el arte.

Este diálogo entre el cine y la pintura fue aún más evidente en la pieza “Drips in Strips”, un metraje abstracto, contemplativo y, en definitiva, de puro movimiento. Sin duda, no podría ser más revelador. Menken ya contaba con gran experiencia en el “action painting” y como tal, quedó reflejado en esta obra, un único metraje pintado a mano en el que la pintura se transforma frente a nuestra mirada en forma de salpicadura, efectuando sus movimientos en base a la gravedad. A través de él, podemos observar los patrones que se construyen en su resbaladiza caída, combinados con los juegos de colores, tal y como describiría ella misma. Rodado en 16 mm., no cuenta con sonido, aunque tampoco sea necesario. En apenas 2 minutos escasos de duración, la pintura juega consigo misma, borrando el rastro de su propio ser anteriormente configurado de la misma manera.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

RITUAL DE UNA METAMORFOSIS EN MOVIMIENTO (1946)

Bailarina, coreógrafa, poeta, escritora, teórica, artista, activista y cineasta. Maya Deren era una mujer de muchos matices que nos ha dejado un legado de incalculable valor. Ucraniana, aunque con nacionalidad estadounidense, la directora pertenece a esos tiempos de cambio, de explosión creativa. Las vanguardias modernas estadounidenses surgieron no solo como un espacio para dar rienda suelta a la experimentación y el arte, sino también como un refugio para ensalzar valores e ideas que continuamente eran silenciadas. En ese legado, que nos permite disfrutar de lo mejor de la esencia de Deren, han quedado piezas inscritas a fuego en la historia del cine, como “Witch’s Cradle” (1944), “Meditation on Violence” (1948) o, la que sin duda es la más importante e imprescindible, “Meshes of the Afternoon” (1943), una obra ensalzada por célebres cineastas como David Lynch, en la que encontró su máxima inspiración.

Deren es de las pocas mujeres cineastas que la historia ha sabido colocar en el lugar que le corresponde, aunque parte de culpa reside en sus encuentros universitarios para abrir mentes e introducir a los estudiantes en el intrigante mundo del cine no narrativo. Precisamente, gracias a su labor, recibió cierta notoriedad que otros artistas contemporáneos no pudieron disfrutar, especialmente aquellas mujeres que también aportaron su propio grano de arena, pero que, hasta hace pocos años, no se rescataron. Todas ellas rodearon, acompañaron y formaron parte de la carrera de Deren como parte de esas grandes amistades y fuentes del mayor derroche creativo e inspirador. Fruto de ese virtuosismo surge “Ritual in Transfigured Time” (1946), que no solo guarda la propia esencia de la directora, sino que, además, forma parte de su pequeña colección perteneciente al dance film. Con esos recuerdos de quien ha dedicado su vida al baile, la pieza parece transmitirnos a simple vista un encuentro entre dos mujeres que les conduce a un evento social a modo de fiesta coreografiada.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

LA ESENCIA FUGAZ DE LA AVENTURA ÓPTICA (1963)

Podría decirse que Stan Brakhage es todo un artesano cinematográfico, un explorador de la propia esencia, de la máquina en sí misma, un cuidadoso artista que la historia del cine nos ha presentado como uno de los directores de cine experimental más importantes del mundo. Su trayectoria, unida de por vida a las vanguardias modernas que surgieron a mediados del siglo XX en Nueva York y California, nos revela que estamos ante un autor sin igual, capaz de trabajar con el propio material no como medio, sino como un lenguaje en sí mismo. Brakhage, en definitiva, es fruto de su contexto, al formar parte de ese grupo tan influyente encabezado por el popular Andy Warhol y seguido por el controvertido Kenneth Anger o los inolvidables Maya Deren, Shirley Clarke, Storm de Hirsch, Chris Marker o Marie Menken, entre otros.

Precisamente, el artista nos ha dejado como legado una ingente cantidad de metrajes no narrativos compuestos por una amplia diversidad de formatos y estructuras, pero siempre centrados en su labor artesanal tan característica. Ya sea la pintura como el propio celuloide, el material se convierte en un fenómeno visual indescriptible, capaz de sumergirnos en experiencias muy diferentes, transformadoras, cambiantes, fluctuantes, determinadas, en muchas ocasiones, por los principales intereses y por la curiosa y críptica sensibilidad del autor. En todos ellos, podemos participar de esa reflexividad que se desprende de sus piezas, centradas en cuestiones existenciales, como la propia vida y mortalidad del ser humano, su fugacidad y hasta su sexualidad. Distanciándose de estas tendencias, del uso de la pintura en las diversas colecciones que posee o las rasgaduras que ejecuta en el material, podemos encontrar “Mothlight”, un metraje encontrado propio del expresionismo abstracto en el que Brakhage insertó pequeños fragmentos de hojas secas, pétalos de flores, hierba y alas de polillas, colocados entre dos tiras de celuloide, para proyectar una imagen realmente impactante y única.

miércoles, 28 de octubre de 2020

RIESGO, CREATIVIDAD, AMBICIÓN (1913)

“Suspense” está considerado como uno de los metrajes más importantes dentro de las etapas preclásicas del cine. Su valía reside especialmente en el desarrollo de una narración y su trabajo técnico, casi como una proeza en esos primeros instantes en los que el cine narrativo comenzaba a asentar sus bases más primitivas. Pero, además, tras esta pieza se esconde una de las directoras más relevantes de estos orígenes, la cineasta, guionista actriz y productora estadounidense Lois Weber. Ya sabemos que la historia del cine no supo otorgar el sitio que les correspondía a otras mujeres como Alice Guy, pero a Weber, al menos, no le consiguieron arrebatar la posición de poder que ostentaba en la industria, llegando a firmar más de 140 piezas con las que terminaría convirtiéndose en la directora mejor pagada de una major tan potente como Universal. Muchos nombres de gran relevancia disfrutaron de un aprendizaje cinematográfico a su lado, entre ellos, Phillips Smalley, un prolífico actor y cineasta cuya herencia asciende nada menos que a 345 obras y que, además, se convirtió en el marido de Weber. Juntos se encargaron de moldear “Suspense”, una historia dramática de apenas 10 minutos de duración que juega precisamente con recursos propios de su título. Una madre (Lois Weber) abandona a su hija, a quien deja una carta de despedida explicando el motivo que le ha llevado a marcharse. En este doloroso contexto, aparece en el juego un vagabundo (Sam Kaufman), que pasea alrededor de la casa con un aspecto poco amigable. La cuidadora (Lule Warrenton) de la niña percibe el peligro que este hombre puede traer consigo, por lo que decide llamar por teléfono al padre (Val Paul) de la pequeña, mientras que el vagabundo, motivado por su desesperación, apremia sus movimientos. Sin duda, una pieza adelantada a su tiempo si se entra a realizar una comparación con otras obras de principios de década, pero, aún más importante, se trata de un ejemplo perfecto del papel que Weber ha ejercido en la historia del séptimo arte.

miércoles, 7 de octubre de 2020

A LAS PUERTAS DE LA MUERTE (2016)

El director y guionista surcoreano Im Sang-Soo es uno de los cineastas precursores del Nuevo Cine de Corea del Sur que surgiera en la segunda mitad de los 90. Es, precisamente, la comedia dramática “La Mujer del Abogado” (2003), su tercer largometraje, un ejemplo perfecto de los cambios que se estaban produciendo en esta industria gracias a una narración sobre la infidelidad y las pulsiones más explícita de lo esperado por entonces. Con la nominación al León de Oro en el Festival de Venecia, Im Sang-Soo inscribió su nombre en la historia cinematográfica nacional, siendo el preámbulo de una de las obras más controvertidas de su carrera, “The President’s Last Bang” (2005), el retrato de los últimos momentos del Park Chung-Hee, asesinado en 1979. La censura, supuestamente erradicada a mediados de los 90, dio sus últimos coletazos con esta película que revisaba la memoria histórica del país.

Sortear estos obstáculos no le impidió al cineasta considerar realizar un remake de la cinta más importante del cine moderno surcoreano. “La Criada” (2010) llevaba a cabo una actualización menos cohibida que su antecesora, la obra maestra de Kim Ki-Young. De nuevo, los triángulos amorosos, los celos y esas pulsiones eran exploradas por Im Sang-Soo, llevándole a proyectar “The Taste of Money” tan solo dos años después. Ese erotismo e intimidad de las relaciones le ha acompañado prácticamente durante todos estos años de carrera, salvo escasas excepciones. Son pocos los largometrajes que nos ha ofrecido, pero todos ellos han conseguido no pasar indiferentes ante el público. Sin embargo, pocos son conocedores de un escaso experimento que preparó en 2016 con el fin de distanciarse de los géneros convencionales a los que se ha sentido unido.

martes, 15 de septiembre de 2020

LA NECESIDAD DE UNA EXPLICACIÓN (2019)

Algunos tuvimos el inmenso placer de conocer al director y guionista Martti Helde y, a su vez, sentirnos atraídos por los nuevos aires dentro del cine de Estonia, gracias a su ópera prima, “In the Crosswind”, una excelente obra experimental que suponía un homenaje a los ciudadanos de Europa del Este que, en 1941, fueron expulsados de sus tierras y destinados a distintas zonas de Siberia por mandato de Stalin. Este claro obsequio compuesto por retratos más vivos de lo que jamás hubiéramos pensado, dio paso a dos cortometrajes más, “Superbia” (2014) y “Tuult püüdes” (2015), que se suman a las otras piezas con las que el cineasta inició su carrera. Sin embargo, tuvimos que esperar cuatro años más para poder disfrutar de su esperado segundo largometraje, “Scandinavian Silence”, un drama que no se desprende de esa experimentalidad de la que partía Helde en sus primeros trabajos. 

Tom (Reimo Sagor) acaba de salir de la cárcel. A mitad de camino, un coche se detiene a pocos metros de él. Es su hermana Jenna (Rea Lest). Una vez que monta en el vehículo, ambos entran en un viaje experimental que pone a prueba sus sentimientos. El pasado sigue persiguiéndolos, el castigo permanece en sus vidas y los silencios se vuelven necesarios, puesto que, hasta entonces, ninguno de los dos había escuchado al otro. Un hecho fatídico cambió su destino y, como es lógico, tienen un punto de vista diferente en función de su experiencia y los lazos que les unían a sus padres. La violencia y los abusos han construido un muro entre los dos, cuando lo cierto es que se necesitan mutuamente, más que nunca, y nadie podrá cambiarlo. Es difícil superar los nueve premios que obtuvo con “In the Crosswind”, pero lo cierto es que esta historia no pasó tampoco desapercibida, puesto que logró alzarse con cuatro galardones, destacando especialmente su reconocimiento en nada menos que Karlovy Vary.

jueves, 27 de agosto de 2020

LA NATURALEZA REPRIMIDA (2019)

Desde los años 60 y por más de dos décadas, Sudáfrica mantuvo una encarnizada lucha en contra de la insurgencia del sur de África, en lo que terminó por denominarse la Guerra de la frontera de Sudáfrica. El conflicto con Namibia, Zambia y Angola se avivó especialmente en su recta final, durante los primeros años de la década de los 80. Para entonces, los jóvenes a partir de 16 años se incorporaban a la actividad militar, cuya formación se extendía por dos años, y a la que se sumaban otros diez o doce mientras permanecían en la reserva. Testigo de ello fue el escritor André-Carl Van der Merwe, que, para entonces, era tan solo un muchacho sudafricano que, en 1981, tuvo que pasar por la misma experiencia, la cual terminó convirtiéndose en su primer libro, una autobiografía basada en sus propios diarios. Su propio apodo, “Moffie”, además, se transformó en una película, que supone el cuarto largometraje del director y guionista sudafricano Oliver Hermanus.

El cineasta cuenta con experiencia en el género del drama. Es más, sus anteriores obras le han encumbrado no solo dentro de la industria cinematográfica, sino también en el circuito de festivales internacionales de cine. No es baladí que Hermanus haya recibido un gran reconocimiento por “Shirley Adams” (2009) en Amiens o “Beauty (Skoonheid)” (2011) en Cannes y Durban. Por supuesto, este cuarto trabajo tampoco se quedó atrás, aglutinando premios en Dublín o Tesalónica, además de abrirle las puertas del Festival de Venecia. Su historia comienza en la última noche de Nicholas van der Swart (Kai Luke Brummer) junto a su familia. El joven se despide para tomar el tren al día siguiente. Allí conoce a Michael Sachs (Matthew Vey), otro adolescente que se prepara para recibir la instrucción. Una vez llegan a la base militar, el instructor les inicia en los primeros pasos de dos años de insufrible entrenamiento. La debilidad, la desobediencia o la homosexualidad son castigadas con brutalidad. Nicholas lo comprueba desde los primeros días y más cuando él es homosexual.

lunes, 24 de agosto de 2020

LA CLAVE ESTÁ EN LOS RECUERDOS (2019)

Las cintas de VHS, las primeras videocámaras digitales, los videoclubs, la primera Playstation o la Súper Nintendo, el “Street Fighter”, el discman, el casette recalentado dentro de la radio del coche, el grunge, el brit pop… los 90. Vivimos en tiempos de nostalgia, de ver que las películas con las que crecimos se han convertido en “clásicos”. Muchos nos negamos a volver a ver aquellas cintas caseras que grabábamos con la pesada cámara de nuestros padres. Quizás ya ha pasado demasiado tiempo o no ha llegado el momento adecuado para revivir el pasado. Sin embargo, para Max (Max Boublil) sí es la hora. Aún conserva una cantidad ingente de cintas de VHS en donde guarda las memorias de cada año desde una temprana edad. De hecho, a los 13 años, sus padres le regalaron una cámara último modelo y, desde entonces, no se ha separado de ella. Más de dos décadas después, puede revivir sus mejores momentos y encontrar el sentido de su existencia.

Una vez que nos adentramos en sus grabaciones, vemos a un adolescente Max (Mathias Barthélémy) junto a sus mejores amigos, Mathias (Jules Porier) y Arnaud (Thomas Aprahamian) y cómo conocieron a Olivia (Marie Narbonne) y Emma (Camille Richeux), la chica a la que jamás le había confesado sus sentimientos. ¡Cómo es la vida! Tantos años juntos y nunca había sentido la necesidad de explicar nada ni de mostrar sus emociones. Los bonitos recuerdos a veces se ensombrecen con algunos episodios que le han marcado para siempre, pero al menos quedan las bromas, las risas, las fiestas, su viaje a Barcelona, que marcaría un punto de inflexión en su juventud; las borracheras, las drogas, la música, las parejas, los compromisos, etc. En todo este tiempo han sucedido demasiadas cosas como para recordar cada detalle y, sin embargo, todo ha quedado registrado en cintas para que un día Max pudiera revivir todo aquellos emblemáticos instantes.

lunes, 17 de agosto de 2020

TRAS EL ANONIMATO (2020)


Banksy es una de las figuras artísticas más influyentes del mundo en la actualidad. Tan solo él mueve por sí solo cantidades ingentes de dinero y personas porque, allá en donde hay una obra suya, siempre hay espacio para la admiración, el reto, la comprensión, la reflexión y las nuevas tecnologías, pero también para la ambición y las ansias de riqueza a costa de los demás. Así es, Banksy supone muchas más cosas de las que no solemos percatarnos a simple vista. Tal vez, con esa idea surgiera el documental de los directores y guionistas franceses Seamus Haley, Laurent Richard y Aurélia Rouvier. “Banksy Most Wanted” supone su primer trabajo cinematográfico, aunque Haley ya participara en la serie documental para televisión “Le monde en fase” (2017) con el capítulo “Les enfants de Daech”. Los tres lanzaron su debut cinematográfico nada menos que a través del Festival de Cine de Tribeca, siendo conscientes de la curiosidad que despierta tan enigmática celebridad. 

Efectivamente, “Banksy Most Wanted” posee una visión bastante acertada y provocativa. Aprovechando la gran expectación que genera el artista británico, esta producción estadounidense deambula, en un principio, por las calles de la ciudad de Bristol, lugar en el que ha crecido Banksy. La urbe se ha convertido en una galería de arte urbano para el que, incluso, se realizan visitas guiadas. Autor de imágenes que han recorrido el mundo, que han generado expectación o que han sorprendido inesperadamente a la industria, también se ha atrevido con metrajes cinematográficos que han obtenido una gran acogida, como las piezas documentales “Welcome to Gaza” (2015), “The Antics Roadshow” (2011), una cinta para televisión en la que colaboraría Jaimie D'Cruz; o “Exit Through the Gift Shop” (2010), que recibió una nominación en los Oscars. Su huella permanece en nuestra retina de una u otra manera y él sabe perfectamente cómo provocarlo. 

miércoles, 12 de agosto de 2020

EL ESTALLIDO DEL HORROR (2019)


Sabemos que una supernova es una explosión estelar y que genera una gran onda capaz de arrastrar materia. Siguiendo esta idea, el director y guionista polaco Bartosz Kruhlik ha construido un primer largometraje que traslada dicha explosión a la Tierra. Tras varios cortometrajes con los que inició su trayectoria cinematográfica, ofrece una tragedia que, por desgracia, es más normal de lo que nos gustaría. Pero, aunque a simple vista parezca una historia convencional, lo cierto es que cada uno de sus personajes prepara el terreno para formar, poco a poco, una bomba imparable que provoca un estallido atronador en un escenario que es testigo de tal destrucción. Así es, la ópera prima de Kruhlik deja el camino allanado para una carrera que posiblemente le coseche más de un triunfo. De hecho, su circulación en el circuito de festivales internacionales no pasço en absoluto desapercibida. Aparte de los galardones nacionales que tanto la crítica como el Festival de Polonia le concedieron, el cineasta se llevó un premio extra en Dublín.

Esa explosión estelar de la que hablamos pone título a su cinta, “Supernova”, cuyo cartel deja entrever, ya de por sí, que estamos ante una historia muy agitada. En una carretera de segunda de un lugar y un día indeterminado, Michal Matys (Marcin Zarzeczny), en estado de embriaguez, persigue a su mujer Iwona (Agnieszka Skibicka) y sus dos hijos, que huyen de él. Un coche se acerca a Michal para solicitar indicaciones, pero este se encuentra muy perjudicado, apenas puede hablar, por lo que vomita dentro del lujoso automóvil. El joven político Adam Nowak (Marcin Hycnar), asqueado por la situación dentro del vehículo, decide arrancar y acelerar para dejar atrás tal situación. Mientras observamos la mirada perdida de Michal, escuchamos un terrible estruendo: Nowak ha atropellado a Iwona y sus hijos. Sin pensarlo, el agresor decide escapar a pie y adentrarse en el bosque más próximo, pero en la carretera ya hay testigos. No tardará en llegar a la escena del crimen el policía Slawek Makowski (Marek Braun), en donde quedará totalmente en shock por tal macabra escena. 

jueves, 6 de agosto de 2020

EL CAMINO DE LA SUPERACIÓN (2020)


En la historia han quedado inscritas relaciones de amistad un tanto extrañas, a veces, incluso, inverosímiles, como es, en este caso, la de una pintora y un ladrón de cuadros. Resulta imposible pensar en la posibilidad de que surja una conexión cuando el segundo afecta económica y emocionalmente a la primera. En nuestra mente, esto es inviable y, de no ser así, lo más seguro es que fracase tarde o temprano. Pero la amistad, ante todo, no es racional, sino que se deja llevar por impulsos o por el instinto que, en esta ocasión, demuestra la pintora hiperrealista checa Barbora Kysilkova. Su curiosa experiencia queda retratada en el documental “La Pintora y el Ladrón”, el segundo trabajo del director, guionista y productor noruego Benjamin Ree tras el éxito cosechado con “Magnus” (2016), su reconocida ópera prima que le catapultó directamente al circuito de festivales internacionales de cine. 

Sin embargo, su logro más destacado llegó con su triunfo en Sundance con el premio especial del jurado gracias a Kysilkova y su querido y enigmático amigo. Pero, ¿cómo surge esta relación? La premisa no puede ser más atractiva, por lo que desde los primeros minutos del metraje esperamos con ansias que se produzca el encuentro entre los dos. Barbora posee un don maravilloso, pero es difícil llegar a final de mes manteniendo un atelier para alojar sus creaciones y disfrutar de un espacio para ella sola. Tampoco es sencillo encontrar una sala para exhibir sus últimas obras, pero, por suerte, consigue alojar algunas de ellas en una galería de arte en Oslo. Al día siguiente, aparece en las noticias el extraño robo de dos de sus cuadros, siendo uno de ellos de un valor muy significativo para Barbora. Gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad, no tardan en coger a uno de los dos ladrones, Karl-Bertil Nordland, con quien tendrá que verse en el juicio. Justo antes de que empiece la audiencia, la artista siente la necesidad de acercarse a él para conocerle y, sobre todo, para conocer el por qué había robado precisamente esos dos cuadros.

lunes, 3 de agosto de 2020

LOS LÍMITES DEL VACÍO (2019)


No son pocas las películas sobre la Segunda Guerra Mundial y el holocausto nazi. Todas recuerdan una de las mayores tragedias de la historia, pero pocas realizan un homenaje tanto a los que después regresaron a sus casas como a los que no estaban y deberían haber estado. Ese es el objetivo del director, guionista, actor y productor independiente Barnabás Tóth. Aunque nació en Francia, lo cierto es que ha crecido en Hungría, en donde ha desarrollado también toda su carrera profesional. Iniciada en el mundo del cortometraje con la comedia “Az ember, akit kihagytak” (2000), codirigida junto al cineasta húngaro Gergely Litkai; aterrizó en la televisión a través de “Született lúzer” (2007), una serie compuesta por pequeñas piezas en la que colaboraría con tres trabajos. Desde entonces, Tóth ha combinado ambos mundos hasta la llegada de su ópera prima “Rózsaszín sajt” (2009), una comedia dramática en torno a las relaciones paternofiliales que logró una nominación en el Festival de Cine de India en 2010.

Su semilla en la red de festivales ya estaba plantada, por lo que no es de extrañar que su segundo largometraje, “Those Who Remained”, cinta presentada a los Oscar; se alzara con varios reconocimientos destacados en Hungría al igual que algunos premios internacionales más en los certámenes de Sofía o Jerusalén. Y no es para menos, puesto que este drama de época centrado en los primeros instantes de la posguerra húngara guarda en su interior una revisión de la memoria histórica del país a través de la mirada íntima de un ginecólogo, Aladár Körner (Károly Hajduk) y una adolescente de 16 años, Klára Wiener (Abigél Szõke). La joven, que vive con su tía Olgi (Mari Nagy), con la que no logra entenderse, ha perdido a unos padres que supuestamente siguen siendo prisioneros de guerra. Su sentimiento de abandono le lleva directamente a Aladár, quien ahora guarda en su interior el recuerdo de una familia mientras debe vivir solo en un pequeño apartamento. Casi de forma inevitable, Klára se marcha a vivir con él bajo el consentimiento de su tía como si de una adopción se tratase, pero los límites resultan ambiguos y la relación entre ambos se presenta cuanto menos difusa.

miércoles, 29 de julio de 2020

MEMORIAS DE UNA TRAGEDIA (2019)

El director y guionista tunecino Mehdi M. Barsaoui tan solo llevaba cuatro cortometrajes a sus espaldas cuando se lanzó, en 2019, a crear su ópera prima, “A Son” (“Bik Eneich: Un fils”), con la que se ha paseado por la red de festivales internacionales de cine con resultados más favorables de lo esperado. Premiado en Venecia, Hamburgo o El Cairo, entre otros certámenes, el cineasta ha logrado despegar su carrera de la mejor manera posible: llamando la atención. No hablamos de ningún tipo de controversia, sino de un trabajo que ha sabido pulir para ganar méritos fuera de las fronteras de su país. Una coproducción entre Túnez, Francia, Líbano y Catar en la que se tratan cuestiones de gran actualidad e interés, como el tráfico de órganos, el papel de la mujer dentro de la sociedad árabe o el choque entre la ciencia y la cultura.

La vida parece sonreír a la familia Ben Youssef en el verano de 2011. Fares (Sami Bouajila), su esposa Meriem (Najla Ben Abdallah) y su hijo de 11 años Aziz (Youssef Khemiri) celebran, junto a sus amigos, el ascenso de ella en su carrera profesional. Sin embargo, Fares debe marcharse el lunes para mantener su negocio ante una huelga inminente y desea que su familia le acompañe. Durante el trayecto, su coche es atacado por un grupo armado en mitad de la carretera, resultando Aziz herido de un disparo. Ya en el hospital, su diagnóstico es terrible: necesita un trasplante de hígado cuanto antes. Así comienza la búsqueda de un posible donante, pero esto provocará que un secreto se revele y provoque un tremendo vuelco en una situación que transcurre a contrarreloj. En clave dramática, Barsaoui reconstruye el pasado de Túnez a través de una historia íntima recluida, en su mayor parte, en los pasillos de un hospital.

jueves, 9 de julio de 2020

MAPA DE UNA AMISTAD A PRUEBA (2015)


A caballo entre el documental y la ficción, la filmografía del director y guionista japonés Ryûsuke Hamaguchi ofrece una gran variedad de experiencias cinematográficas, entre las que bien podría destacarse la realización de un arriesgado remake del “Solaris” (1972) del célebre cineasta, actor, poeta y escritor soviético Andrei Tarkovsky. Su propuesta permaneció como una puesta a prueba durante sus años universitarios, pero el primer éxito de su carrera no llegaría hasta el largometraje, “Passion” (2008), un drama romántico sobre la infidelidad y el compromiso en una pareja joven, que le permitió entrar en los Tokyo FILMeX con una nominación. Después de este, llegarían los dramas “The Depths” en 2010 e “Intimacies” (“Shinmitsusa”) en 2012, año en el que también se estrenaría en el terreno documental con “The Sound of Waves” (“Nami no oto”), sobre el terremoto del 11 de marzo de 2011 en Japón y el posterior tsunami que atacó las costas de Tohoku. 

Solo un año después, en 2013, Hamaguchi recibió un nuevo reconocimiento, el premio Sky Perfect IDEKA del Festival Internacional de Cine Documental de Yamagata con la obra “Storytellers”. Otro año fructífero en el que también pudo ver la luz “Touching the Skin of Eeriness” (“Bukimi na mono no hada ni sawaru”), un drama en forma de mediometraje que versa sobre la pérdida de un ser querido. Y de esta forma, el cineasta ha seguido combinando el documental y la ficción a lo largo de su trayectoria cinematográfica, siendo 2014 un año vital en su andadura. No solo logró terminar el documental “Nami no koe”, dividido en dos partes, “Shinchimachi” y “Kesennuma”, sino que, mientras residía como artista en el Centro KIITO Design and Creative de Kobe, se aventuró a continuar con el rodaje de “Happy Hour” (“Happî awâ”), una cuenta pendiente en su camino tras comenzar a trabajar en esta nueva propuesta un año atrás. La cinta no tardó en entrar en el circuito de festivales internacionales en 2015, revirtiéndole más de una alegría en los Premios Asia Pacífico y los certámenes de Locarno, Nantes y Singapur. 

miércoles, 24 de junio de 2020

UNA CAÓTICA DIVERSIÓN (1908)


Todavía seguimos recordando y reivindicando la figura del cineasta español Segundo de Chomón para que la historia del cine le coloque en el lugar que se merece. Su aportación nos permite disfrutar a día de hoy de más de 200 piezas de la etapa preclásica del séptimo arte, una amplia filmografía construida por una gran variedad de metrajes tanto de ficción como primeros documentales. En este sentido, recordemos los fragmentos en los que retrataba ciudades como Barcelona, Gerona, Zaragoza o Madrid o documentos históricos de un valor incalculable como la boda del rey Alfonso XIII o una de sus recepciones en Barcelona. Sus inicios parisinos le permitieron conocer de primera mano el funcionamiento del cinematógrafo de los hermanos Auguste y Louis Lumiére y, desde ese momento, Segundo de Chomón dedicó toda su vida al mundo cinematográfico a través de las compañías Pathé Frères e Itala Films.

De entre todos sus trabajos, la producción francesa “El Hotel Eléctrico” adquirió una gran popularidad. Un éxito en su carrera que llegaría en 1908 y que le permitiría que su obra pudiera tener una mejor salida comercial. Sin embargo, en la historia del cine queda inscrito por ser la primera película en la que se utilizó el sistema de paso de manivela, de invención propia, tal y como quedó señalado en el propio metraje. Su narración, que cuenta con la colaboración de su esposa, la vedette Julienne Mathieu, parte de una visión casi futurista que ellos mismos protagonizan. Un matrimonio llega a un hotel en donde el servicio está automatizado. Tan solo trabaja un conserje, puesto que el resto de funciones parecen realizarse solas, como el desempaque de las maletas, el afeitado del hombre, el peinado de la mujer, etc. Sin embargo, esta modernidad termina pasando factura cuando el mecánico que se encarga de su buen funcionamiento llega borracho a la sala de maquinas y genera un terrible caos en la habitación de los huéspedes.

miércoles, 10 de junio de 2020

LA RAZÓN DE LA LOCURA (1943)


Es indudable que Rafael Gil fue uno de los directores, guionistas y productores más significativos del cine español del siglo XX. Poco más de cuatro décadas de trabajos que nos dejó en herencia, documentales durante la Guerra Civil para los republicanos, adaptaciones de grandes novelas y éxitos durante el régimen franquista. Sin ir más lejos, es imposible olvidar la comedia “El hombre que se quiso matar” (1942), el primer largometraje que le uniría a la productora valenciana CIFESA; o su remake años más tarde, en 1970, que terminaría protagonizando un desesperadamente divertido Tony Leblanc. También se han convetido en indispensables sus dramas, como “La Calle sin Sol” (1948), “La Gran Mentira” (1956), “La Reina del Chantecler” (1962), “Sangre en el Ruedo” (1968) o “La Duda” (1972), entre otros muchos títulos que engrosan su extensa filmografía. 

Asimismo, por su batuta han desfilado las figuras más reconocidas del cine español, desde los actores y actrices como Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Florinda Chico, Juan Luis Galiardo, Irene Gutiérrez Caba, Alberto Closas, Tony Isbert, Fernando Rey, Francisco Rabal o Arturo Fernández, entre otros muchos; hasta grandes grandes celebridades como Carmen Sevilla, Sara Montiel, Joselito, Pedro Carrasco o Manuel Benítez “El Cordobés”. Sin embargo, antes de llegar a formar parte de la vida de tantas personalidades, no puede pasar desapercibido su cuarto largometraje, “Eloísa está debajo de un almendro”, una comedia que supone la adaptación a la gran pantalla de la novela de título homónimo del escritor y dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela. Precisamente, la obra se convertiría en su primer gran éxito, un reconocimiento que, incluso, llegaría con el premio a la mejor película por parte del Sindicato Nacional del Espectáculo en 1944.

miércoles, 27 de mayo de 2020

EN LAS REDES DEL MAR (2014)


Ciertas cinematografías suelen colapsar nuestra agenda casi de forma irremediable, nublando nuestra vista sin posibilidad de mirar más allá de los límites. Por suerte, en estos días que vivimos, Internet nos ofrece un mundo de posibilidades que explorar. Ahora más que nunca, las distancias se acortan para disfrutar de cinematografías que con anterioridad eran prácticamente inaccesibles, tan solo por vías tradicionales como la red internacional de festivales de cine. Ya no hay excusas frente a ello, por lo que si uno no ha descubierto nuevos parajes es por falta de curiosidad o apetencia. Tomando un caso concreto, en pocas ocasiones hemos podido disfrutar en nuestra cartelera de algún ejemplar de cine maltés, pese a que los certámenes se encargan de difundir algunas de sus producciones más reseñables. 

Nada menos que doce premios se llevó la directora y guionista maltesa Rebecca Cremona con su primer largometraje, “Simshar”. Chipre, Edmonton, Nápoles o California recibieron en sus respectivas programaciones este drama social basado en hechos reales, concretamente, en el incidente que tuvo lugar el 11 de julio de 2008 en la costa oriental de Malta. La historia parte de la dificultad que supone tener los papeles en regla para que los pescadores puedan salir a navegar. De hecho, no todos se atreven, pero Simon (Lotfi Abdelli) decide embarcar en el Simshar dejando atrás a su mujer Sharin (Clare Agius). Su única compañía será la de su hijo mayor Theo (Adrian Farrugia), su suegro Karmenu (Jimi Busuttil) y Moussa (Sékouba Doucouré), un inmigrante africano que suele trabajar con ellos. A poca distancia de su embarcación se encuentra un carguero de mercancías que transporta a un grupo de inmigrantes africanos, confinados para evitar ser vistos por las autoridades. Una tragedia humanitaria sucede al mismo tiempo que el barco de Simon se incendia para dejarlos a la deriva.

miércoles, 13 de mayo de 2020

LA ESCLAVITUD DEL DINERO (1909)


David Wark Griffith fue uno de los primeros directores y guionistas que siempre sembraba controversia con cada uno de sus trabajos. A lo largo de la historia del cine, siempre le han acompañado términos como racismo, xenofobia o misoginia, pero, a pesar de ello, sus obras se han convertido en piezas indispensables en la evolución del séptimo arte. 

Independientemente de sus obras más reconocidas, como “El Nacimiento de una Nación” (1915) y su elegante montaje paralelo, “Intolerancia” (1916) y la injusticia religiosa y social o “Lirios Rojos” (1919) y el trágico romance entre un inmigrante chino y una inocente joven maltratada; nos queda un valioso legado con un gran número de pequeños metrajes que desarrolló a lo largo de su fulgurante carrera, entre los que cabe recordar “Los Mosqueteros de Pig Alley” (1912), considerada a día de hoy como una de las primeras piezas de cine de gángsteres; “La Telegrafista de Lonedale” (1911), el perfecto ejemplo de cine narrativo primitivo; o “El Valor del Trigo” (1909), un drama especialmente crítico con las diferencias entre las clases sociales.

En este último caso, encontramos la adaptación de la novela “The Pit” (1903), escrita por el novelista estadounidense Frank Norris. Griffith y Frank E. Woods construyen una narración que viene iniciada por un agricultor (James Kirkwood) que trabaja en el campo realizando sus labores de siembra. Aún no es consciente de la estrategia que tiene pensado llevar a cabo “el rey del trigo” (Frank Powell). El pueblo disfruta de los bajos precios del trigo hasta que decide subir el coste a su antojo, provocando que muchos de ellos ni siquiera puedan adquirir una barra de pan para comer. Es curioso que la crítica que inserta Griffith en su obra sigue estando de plena actualidad. De hecho, su ambientación corresponde a décadas anteriores, aunque su trama parezca un reflejo de nuestra actualidad en el ámbito de la agricultura, por lo que bien se podría decir que estamos ante una pequeña aproximación a una situación perpetuada en el tiempo.

miércoles, 29 de abril de 2020

UN FATÍDICO GOLPE DE SUERTE (2019)


Los inicios del director y guionista surcoreano Lee Byeong-Heon parten de la colaboración con el cineasta Kang Hyeong-Cheol a través de la adaptación de una novela para su primer largometraje, la comedia dramática “Speedy Scandal” (2008), que terminó convirtiéndose en la quinta película más taquillera de 2008. Kang volvió a contar con él para dar a luz “Sunny”, una segunda obra también en clave de comedia dramática que en 2011 superaría los beneficios de la primera tras vender más de 7 millones de entradas. Tan solo un año después, Lee daría el salto a la dirección de cine con “Cheer Up Mr. Lee” (2012) y la serie “Peckish Women” (2013). Desde entonces, ha seguido compaginando la adaptación de textos literarios al cine, mientras ejercía su labor tras las cámaras. Sin embargo, no sería hasta la comedia de acción “Extreme Job” cuando alcanzara los cielos al colarse en el primer puesto de las películas con mayor recaudación de 2019 en la taquilla surcoreana con más de 113 millones de dólares. Así es, la cinta se convirtió en la sensación del año, superando, incluso, a los grandes blockbusters hollywoodienses como “Avengers: Endgame” (Anthony y Joe Russo, 2019) o “Frozen 2” (Chris Buck y Jennifer Lee, 2019). 

El jefe de policía Go (Ryoo Seung-Ryong) y los agentes Jang (Lee Ha-Nee), Ma (Jin Seon-Kyu), Young-Ho (Lee Dong-Hwi) y Jae-Hoon (Gong Myung) forman un equipo de trabajo dentro del departamento de narcotráfico. Hace tiempo que Go desea ser ascendido a capitán, pero las misiones siempre acaban resultando fallidas. Un día, localizan a Lee Moo-Bae (Shin Ha-Kyun), un narcotraficante que, tras salir de la cárcel, ha decidido reunir a gente para iniciar un nuevo negocio en el oscuro mundo de las drogas. Por ello, el grupo de Go compra el restaurante situado enfrente de la oficina. Sin embargo, su tapadera les obliga a diseñar una nueva receta de pollo para que ningún vecino sospeche, la cual termina siendo todo un éxito en la ciudad. Tanto es así, que las colas interminables de comensales les impiden mantener la guardia frente al nuevo entramado de Lee. De esta forma, comienzan los enredos en lo que supone una comedia de gran sencillez que logra arrancarnos más de una carcajada ante la desesperación de sus protagonistas. La expresión corporal y alguna que otra payasada en el momento más indicado nos revelan un diálogo ingenioso y un texto bien elaborado, obra de la guionista surcoreana Bae Se-Young, de cuyo buen pulso se puede disfrutar en alguna que otra comedia más, como “In Love And The War” (Park Geon-Hong, 2011),  “Intimate Strangers” (Lee Jae-Gyu, 2018), una de las muchas versiones de la italiana “Perfetti Sconosciutti” (Paolo Genovese, 2016); o, de nuevo junto a Lee Byeong-Heon, “What a Man Wants” (2018). 

lunes, 13 de abril de 2020

MIRADAS, ROMANCES, PREJUICIOS Y OLORES


El futuro está en manos del talento más joven, de quienes comienzan a experimentar para ofrecer nuevas miradas a nuevas generaciones. Marc Vadillo es uno de ellos. Cosecha de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya, cuenta ya con varios cortometrajes a sus espaldas, trabajos que han sido premiados en diversos festivales de cine y que, poco a poco, adquieren el reconocimiento debido. Con este reportaje especial queremos rescatar tres obras simbólicas en su incipiente filmografía, “Miradas que hablan”, “El gran día” y “Huele a ti”.



“MIRADAS QUE HABLAN” (2018)

Solo hacen falta 4 minutos para presentar una historia sobre el enamoramiento fugaz de cualquier persona en el transporte público. Vadillo trabaja una narración que, en sí misma, supone un extraño flechazo que le tendió una pasarela al Seoul Metro International Subway Film Festival, en Corea del Sur, gracias a su galardón en Subtravelling, el Festival Internacional de Cine Corto de Transportes Metropolitanos de Barcelona, organizado por la Fundación TMB. Pocas veces resulta tan emocionante viajar en el metro como para sus protagonistas, dos jóvenes que, en su rutina, se adentran en un vagón a la espera de llegar a su destino de siempre. Pero en su camino se topa la aventura, un pequeño desvío de todo hábito. En el silencio, queda una historia que se repite cada día cientos de veces, un vuelco al corazón que se escapa con el paso de los minutos y que nos deja un poso frustrante. Las miradas delatan el deseo a través de un imaginario que comparten solo ellos dos, los protagonistas de un amor entorpecido por el tiempo, pero capaz de transmitir los más intensos sentimientos.

martes, 7 de abril de 2020

EL LIRISMO DE LOS CUADROS VIVIENTES (1969)


Uno no sabe qué esperar de ciertas películas, como es el caso de “Sayat Nova (El Color de la Granada)”, la obra más popular del director y artista armenio Sergei Parajanov (Serguéi Paradzhánov). Considerado a día de hoy como uno de los grandes maestros del cine del siglo pasado, creó en 1964 su largometraje más internacional, encumbrado por ser un ejercicio cinematográfico modélico a través de su poesía visual, de fuerte carga simbólica; y los matices especiales que adornan lo que definitivamente acaba siendo puro arte. Sin embargo, y pese a que esta introducción suena del todo golosa, esta cinta no es para todo tipo de públicos. Para muchos se trata de un trabajo sin igual, incomparable a cualquier otra película vista; para otros es de difícil asimilación e, incluso, su visionado se hace cuanto menos costoso y forzado. Y es que requiere de cierta preparación para poder llegar a comprender el mensaje de su creador y evitar, así, convertirse en el metraje más extraño que uno pudiera ver. 

Su título nos desvela la figura protagonista, un poeta, músico y cantante ashik del siglo XVIII procedente de Armenia que adoptó el sobrenombre de Sayat Nova para encarnar al “Maestro de los Cantares”. Su reconocimiento en las tierras del Cáucaso responde al considerable y rico legado que ha dejado a su pueblo. Precisamente por ello, Parajanov inició un biopic construido a partir de capítulos que recorren su vida. Para ello, parte de la infancia (Melkon Alekyan) y su aprendizaje de los escritos humanistas, su adolescencia y juventud (Sofiko Chiaureli), dominada por su amor por Ana, la hermana del monarca Erekle II de Georgia, que le costó su posición en la corte real; prosigue con su ingreso en el monasterio de la Iglesia Apostólica Armenia con la llegada de la madurez (Vilen Galstyan); su sueño, que antecede al encuentro con el ángel de la muerte en su vejez (Gogi Gegechkori); y finalmente su muerte, que, en la vida real, vino a manos del ejército iraní al negarse a convertirse al Islam. Sin embargo, el cineasta no se conforma con realizar un biopic al uso, sino que, para narrar la vida del cantautor, construye un relato a partir de fragmentos de algunas de las obras de Sayat Nova, los cuales se encierran en pequeños fragmentos a través de la voz en off o intertítulos que dan la entrada a cada uno de estos capítulos.

miércoles, 25 de marzo de 2020

LA FRUSTRACIÓN DEL DESEO (2019)

Qué triste es ser conscientes de que aún existe la censura cinematográfica en muchos países y lo peor es que, en casos como el de China, esta situación va a continuar durante mucho tiempo más. Poner trabas al arte en pleno siglo XXI es un auténtico sacrilegio y cintas como “Un Perro Ladrando a la Luna” engrosan una lista eterna que parece no tener fin. El primer largometraje de la directora y guionista china Lisa Zi Xiang se convirtió en una coproducción por supervivencia, puesto que, para sortear el temible “tijeretazo” gubernamental, tuvo que pasar por manos españolas en su fase de postproducción. Al contrario de lo esperado, en lugar de ganar popularidad por su controversia dentro de la red de festivales internacionales de cine o, incluso, eclipsar el trabajo, como ha ocurrido en multitud de ocasiones; se quedó en un frágil eco anecdótico que, al menos, permitió que permaneciera intacta la idea original de Zi Xiang

Huang Xiaoyu (Gaowa Siqin) es una joven embarazada que regresa desde Estados Unidos a China en compañía de su marido, Benjamin (Thomas Fiquet). Desea visitar a sus padres, Li Jiumei (Renhua Na) y Huang Tao (Wu Renyuan), pero su viaje abre la caja de Pandora de los recuerdos, desatando todos los nudos que sustentan su relación. Su padre ha decidido separarse y vivir, por fin, su realidad, mientras que su madre trata de convencer a los demás y, sobre todo, a sí misma de que se marido volverá al cauce correcto. De nuevo, ha encontrado un nuevo rayo de esperanza al albor de los extraños dictámenes de una secta budista que promete curar la raíz del problema que ha hecho fracasar su matrimonio: la homosexualidad de su esposo. Con la creencia de que se trata de una enfermedad mental que puede llegar a tener curación, Li Jiumei se ha transformado en una mujer frágil por culpa de su desesperación. No es consciente del daño que provoca en su familia y constantemente paga su frustración con su hija, a la que dirige palabras verdaderamente duras desde su adolescencia. 

miércoles, 4 de marzo de 2020

LA ESCLAVITUD DEL ENGAÑO (2018)


Qué bien dicen que a veces la realidad supera la ficción gracias a esas historias rocambolescas que bien parecen salir de una película artificiosa o, incluso, de una telenovela con infinito número de capítulos. A nuestro alrededor circulan casos extraños e incomprensibles, relatos que llenan el espacio de los periódicos y el tiempo en televisión. Y a pesar de la perplejidad con la que respondemos, lo cierto es que innegable que sea la pura realidad. Las dobles vidas, los romances idílicos, los amores prohibidos, las casualidades del destino, las confusiones desafortunadas, las cadenas de mentiras, etc. Tramas que salen sin querer a la luz pública y que terminan por destapar secretos increíbles que terminan en boca de todos. Por supuesto, el cine no puede evitar retratar las semillas de grandes narraciones que quedan encorsetadas bajo el clásico aviso “basado en hechos reales”, cuatro simples palabras que generan un magnetismo sin igual y que nos atrapan hasta convertirnos en testigos directos de la verdad subjetiva.

Efectivamente, atraídos por la hipnosis de la extrañeza y el asombro, es fácil devorar los tres capítulos de los que se compone la miniserie de la BBC “Mrs. Wilson”, del director británico Richard Laxton, que recibió cuatro nominaciones a los BAFTA TV de 2019. Sin duda, el pasado familiar de la actriz británica Ruth Wilson merecía ser relatado con un guion en el que Tim Crook y Anna Symon tratan de recopilar las memorias de la abuela de la actriz. Así es como, durante tres horas, se da rienda suelta a este curioso caso que comienza en el momento en el que Alison Wilson (Ruth Wilson) llega a casa y encuentra a su marido, Alec Wilson (Iain Glen), muerto sobre el escritorio, frente a su última novela a medio escribir. Cuando la familia se encuentra en mitad de los preparativos del funeral, alguien llama a la puerta en plena noche. Se trata de una mujer que se identifica por el nombre de Gladys Wilson (Elizabeth Rider) y dice ser la esposa de Alec. Alison no puede creer lo que está sucediendo, por lo que decide investigar por su cuenta la vida de su difunto esposo con el fin de demostrar que el divorcio entre Gladys y Alec es legal. Sin embargo, su marido escondía más de un increíble secreto, lo que provocará que Alison vea tambalear su existencia y todo lo que ella había considerado que era verdad.

martes, 18 de febrero de 2020

LAS COMPOSICIONES HÍBRIDAS DE LA URBE (1955)


Tanto Stan Brakhage como Joseph Cornell han sido considerados dos de los nombres más importantes dentro de las vanguardias modernas de Estados Unidos. Dos cineastas que han dedicado toda su trayectoria profesional al cine no narrativo a través de una experimentación muy diversa en cuanto a formato y técnica, la cual podía ir desde el uso de la cámara en mano, la edición en cámara o la pintura directa, en el primer caso; o la cámara lenta y el collage, en el segundo. Sus trabajos forman parte de la importante herencia que nos han dejado contemporáneos como Maya Deren, Kenneth Anger, Jonas Mekas, Shirley Clarke, Jack Smith, Andy Warhol, Storm de Hirsch, Chris Marker, Marie Menken y un largo etcétera. Todos ellos contribuyeron a la historia del cine mundial de una manera sin igual por medio de una gran cuantía de piezas que hoy en día se estudian en profundidad.

Entre ellos también se crearon importantes colaboraciones, como la realizada por Brakhage y Cornell a través del cortometraje “The Wonder Ring”, que terminaría formando parte de una corriente centrada más en la estructura formal que en aquellos metrajes que requerían un mayor análisis y sentido reflexivo. Así es como el cine estructural del que hablaba el historiador de cine P. Adams Sitney en 1969 influía fuertemente dentro de las tendencias más expresionistas y poéticas que reinaban a mediados del siglo XX. Precisamente, a través de esta pieza, podemos encontrar algunos de los rasgos más destacados de este cine, como la simplicidad, la posición estática de la cámara o el montaje por patrón. Basada en una idea original de Cornell, ambos cineastas se lanzaron a grabar con su cámara el paso a nivel tan característico de la Tercera Avenida de la inmensa Manhattan.

martes, 4 de febrero de 2020

LA SOLEDAD EN UNA JAULA DE ORO (1954)


El director, productor y guionista estadounidense Joseph L. Mankiewicz nos ha permitido disfrutar de grandes clásicos que han sido inscritos en la historia del cine como obras indispensables. “Eva al Desnudo” (1950) nos posibilitaba inmiscuirnos entre bastidores, con una Bette Davis cautivadora viéndose ensombrecida por el personaje de la imponente Anne Baxter. Tan solo un año después, Cary Grant ejercía de médico recién casado al ponerse en las manos de Mankiewicz para concebir la comedia dramática “Murmullos en la Ciudad” (1951). Con “Julio César” (1953) el cineasta se unía a la tendencia de una época que nos presentó los grandes blockbusters épicos. Nuevamente, en esta ocasión, Marlon Brando tiñó nuestras retinas de una más de sus muchas inolvidables actuaciones. Inmediatamente después, el autor volvió a contar con él en “Ellos y Ellas” (1955), una comedia musical en la que Brando formaría parte de un elenco brillante compuesto por Frank Sinatra, Jean Simmons o Vivian Blaine, entre otros rostros populares del cine de los que siempre se rodeaba Mankiewicz. De hecho, recordemos a la imponente Elizabeth Taylor en “Cleopatra” (1963), la producción que tantos quebraderos de cabeza le provocarían a Mankiewicz hasta afectar directamente a su salud. El alto caché de la actriz, los constantes cambios con el material filmado y los infortunios que surgieron a lo largo del rodaje provocaron que su mayor pesadilla se dilatara durante dos extensos años. Precisamente, con ella ya había trabajó en “De repente, el Último Verano” (1959), una cinta prácticamente olvidada que resultaría necesario rescatar por su valor actual. 

Por su parte, Kirk Douglas también se puso en manos del director, protagonizando el drama “Carta a Tres Esposas” (1949), con el que obtendría el reconocimiento de la Academia por primera vez. Casi dos décadas después, Douglas volvería a colaborar con él en “El Día de los Tramposos” (1970), un western en el que también participaría Henry Fonda. Por supuesto, esta revisión de su filmografía no podría estar completa sin una de sus obras cumbre, “La Huella” (1972), un drama psicológico cargado de suspense y sátira, en el que Laurence Olivier y Michael Caine comparten magníficos diálogos que quedarán para la posteridad. Todo un broche de genialidad que terminó siendo su último trabajo en una carrera que comenzaría en los estudios de la Paramount gracias a su hermano Herman y que brilló con luz propia durante varias décadas.

martes, 21 de enero de 2020

FANTASÍAS SEXUALES SOBRE SATÉN ROSA (1971)


Hay obras que han tenido que permanecer ocultas a lo largo de la historia del cine por expresar ideas demasiado adelantadas a su tiempo. Incomprendidos desde el primer minuto, estos metrajes han despertado siempre una gran controversia, viéndose obligados a ser proyectados para un sector del público muy reducido o, en el peor de los casos, quemados y desapareciendo para siempre. En el caso de “Pink Narcissus”, una pieza de corte experimental, se vio relegada a círculos muy concretos en donde se mostraba bajo anonimato. Su verdadero autor vio como su creación sobrevivía al paso del tiempo durante tres décadas, siendo proyectada sin su consentimiento y sin ningún tipo de reconocimiento popular, aunque sí logró generar más de una obsesión en círculos cerrados. 

Su no autoría despertó aún más el interés de la cinta, puesto que, en sus inicios, se creyó que pertenecía a la colección cinematográfica del célebre Andy Warhol o que, incluso, bien pudiera haber sido una película perdida dentro de la filmografía del influyente padre del videoclip, nada menos que Kenneth Anger. Sin embargo, no fue hasta la década de los 90 cuando el escritor Bruce Benderson decidió comenzar a investigar para encontrar a su verdadero director, que finalmente acabó concluyendo que se trataba del artista estadounidense James Bidgood. Sin duda, los 73 minutos de los que consta el metraje descubren parte de su sello personal a través de esa puesta en escena teatral y de estilo kitsch. Grabada en su propio apartamento en pleno Manhattan a lo largo de poco más de siete años de rodaje, la cinta muestra la belleza de varios jóvenes bajo el erotismo de sus primeras experiencias sexuales, adornadas por una decoración rococó que nos empuja a vivir en sueños en bucle. Es en esas psicodélicas fantasías en donde el protagonista, Angel (Don Brooks), la verdadera pareja del cineasta, observa en nuestra compañía el hipnótico contoneo de la danza exótica, mientras imágenes explícitas surgen de forma aleatoria para romper con la extraña alucinación pop.

martes, 14 de enero de 2020

LA INOCENCIA ARREBATADA (2018)


El debut de la directora, guionista y productora vietnamita Ash Mayfair no pudo ser más inesperadamente exitoso. Su primer largometraje, “La Tercera Esposa”, se alzó nada menos que con ocho premios dentro del circuito de festivales internacionales. El Cairo, Chicago, Toronto o San Sebastián reconocieron su talento a través de una cinta que revelaba una especial sensibilidad y creatividad para una cineasta que contaba en su trayectoria profesional con ocho cortometrajes desde que iniciara su andadura en el séptimo arte en 2011. Temas como la cotidianidad, el amor en tiempos turbulentos, el destino fortuito, la inspiración en los días de lluvia e, incluso, los zombies han surgido entre los primeros trabajos de una mujer que recibió su formación entre Estados Unidos y Reino Unido.

Precisamente, “La Tercera Esposa” nos relata la historia de May (Nguyen Phuong Tra My), una joven de 14 años que debe cumplir con las tradiciones culturales de su país. Con la llegada de la adolescencia, su familia decide que es el momento de entregar su mano a Hung (Long Le Vu), un adinerado terrateniente que ya cuenta con dos esposas anteriores, Ha (Tran Nu Yên-Khê) y Xuan (Mai Thu Huong Maya). May se enfrenta a una nueva vida en la que deberá plantearse cuestiones de gran calado, como su papel de esposa, la sexualidad o la maternidad. A su llegada a la casa, Ha y Xuan reciben a May de forma cordial, pero la confusión de los sentimientos y la carrera por tener un hijo varón cuanto antes provocarán que las relaciones se tensen por la dura competencia. Es en el Vietnam rural del siglo XIX en el que “La Tercera Esposa” despliega esos códigos universales de un drama para retratar un relato más profundo de lo que a simple vista parece, cuestionando los deseos de vivir siempre con la seguridad de un marido rico o simplemente ser libre.