Los
melodramas siempre despiertan nuestra parte más débil y, por eso, muchos se
niegan a apreciar este género, pero hasta que uno no ve un trabajo asiático,
no se da cuenta de la intensidad que puede transmitir una película de este
estilo. Pocos han conseguido visualizar “Hope” sin mostrar ni un signo de dolor
y es que el octavo largometraje del director surcoreano Lee Joon-Ik saca la máxima crudeza
de una cuestión que desvela la falta de humanidad en algunas personas.
So-Won
(que significa “Esperanza” y es interpretada por Lee Re) es una niña de 8 años
que vive con sus ocupados padres muy modestamente. Su padre, Dong-Hoon (Sol
Kyung-Gu), trabaja en una fábrica, mientras que su madre, Mi-Hee (Uhm Ji Won), posee
un bazar en el mismo edificio. Un día, la pequeña se marcha al colegio, pero,
en mitad del camino, se encuentra con un hombre que la rapta para violarla. So-Won consigue ponerse en contacto con sus progenitores y, desde ese momento,
Joon-Ik nos invita a ver el proceso de cómo la familia va superando poco a poco
el terrorífico trauma y, con ésto, es suficiente para saber que vamos a
necesitar unos cuantos pañuelos.
Sí,
roza la crueldad, sobre todo porque vemos la inocencia y fragilidad de la protagonista a
través del fantástico talento de Lee Re. Una joven promesa que aporta todo un
realismo inimaginable desde el primer minuto. Sus heridas se clavan en nuestras
retinas y vemos las horribles secuelas de un acto animal. Eclipsando al resto
del elenco adulto, nos despierta sensibilidad y ternura a raudales, con una
madurez asombrosa para empatizar con lo que piensa, siente y con cada palabra que
la actriz hace como suyas.
Una
familia destrozada, pero, lo más importante, es que el cineasta plasma una crítica sobre la justicia que impera en el país. Ese choque entre el deseo
de quienes asisten a todo el proceso de recuperación frente a quienes
representan la legalidad y se ciñen a lo que dictan unas normas que necesitan
cambiar. Basada en hechos reales, encontramos esperanza e impotencia a partes
iguales, justificando cada una de nuestras lágrimas, calmadas únicamente por
los toques de un elegante humor.
El
desarrollo psicológico de los personajes se resuelve de forma inteligente,
desmenuzándose en cada escena las emociones no sólo de los padres, sino también
de las amistades y de un barrio que nunca volverá a ser el mismo. Joon-Ik
respeta cada punto de vista, el de un padre que es rechazado por el doloroso
recuerdo de una hija y que intenta, enmascarado en el disfraz del personaje de
dibujos animados favorito de la pequeña, Kokomog, verla sonreír haciendo
resurgir esa infancia ya perdida. El consagrado actor Sol Kyung-Gu realiza un
trabajo más que perfecto, al igual que su compañera Uhm Ji Won en el papel de
una madre que vuelca toda su protección, pretendiendo que el abuso se convierta
en una especie de tabú en su hogar con el erróneo objetivo de que So-won lo olvide.
El
matrimonio amigo formado por los artistas Ra Mi-Ran y Kim Sang Ho sirven de
apoyo en una sociedad de la que los personajes quieren esconderse por
vergüenza, por evitar que los medios y los ojos de los vecinos hagan un juicio
paralelo a la niña. Ambos actores son ya habituales en la gran pantalla
y, aunque no tienen un gran protagonismo, su trabajo no pasa desapercibido, con
una gran comprensión y cariño que resulta vital para la familia.
“Hope”
despliega armonía con una narración verdaderamente dinámica que consigue
mantener la atención del espectador en las más de 2 horas de metraje. Una
tragedia que con la que So-won tendrá que convivir cada uno de sus días, con secuelas
físicas y psíquicas, pero con un incondicional apoyo que despierta más de una enternecedora
sonrisa entre el público.
Lo mejor: la fantástica calidad de las actuaciones, sobre todo de Lee Re.
Lo peor: no apto para quienes detestan el cine lacrimógeno, puesto que el drama les eclipsará por encima de la intensa crítica social que presenta Joon-Ik.
Excelente
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