Esa explosión estelar de la que hablamos pone título a su
cinta, “Supernova”, cuyo cartel deja entrever, ya de por sí, que estamos ante
una historia muy agitada. En una carretera de segunda de un lugar y un día
indeterminado, Michal Matys (Marcin Zarzeczny), en estado de embriaguez, persigue a
su mujer Iwona (Agnieszka Skibicka) y sus dos hijos, que huyen de él. Un coche
se acerca a Michal para solicitar indicaciones, pero este se encuentra muy
perjudicado, apenas puede hablar, por lo que vomita dentro del lujoso
automóvil. El joven político Adam Nowak (Marcin Hycnar), asqueado por la
situación dentro del vehículo, decide arrancar y acelerar para dejar atrás tal
situación. Mientras observamos la mirada perdida de Michal, escuchamos un
terrible estruendo: Nowak ha atropellado a Iwona y sus hijos. Sin pensarlo, el
agresor decide escapar a pie y adentrarse en el bosque más próximo, pero en la
carretera ya hay testigos. No tardará en llegar a la escena del crimen el
policía Slawek Makowski (Marek Braun), en donde quedará totalmente en shock por
tal macabra escena.
Kruhlik no podía haber rodado un inicio tan rompedor. En tan
solo unos pocos minutos, cuando aún nos adentrábamos en conocer las causas por
las que Iwona huía a toda prisa, se produce una explosión de caos, pero no será
la única, puesto que el cineasta se guarda algunos ases en la manga. Así es, la
narración transcurre entre el escepticismo, el dolor, la ansiedad y el temor
hasta que, de repente, surge el primer giro sorpresivo de la cinta, que llega
en el preciso instante en el que el ritmo y el suspense comienzan a desgastarse
por momentos. Kruhlik no permite que nos cansemos de interrogar a los
personajes para saber quiénes son y cuál es su historia, puesto que, aunque en
un principio parece un simple accidente, en realidad el caso se convierte en
algo mucho más personal, provocando que todos los asistentes se vean
involucrados de una u otra manera.
“Supernova” sufre de cierto mal, de altos y bajos de los que
parece bastante complicado librarse y, pese a que su historia inevitablemente
nos intriga, es imposible mantener el mismo nivel de atención cuando se dilatan
excesivamente los pequeños interrogantes. Y pese a ello, seguimos ahí,
esperando para ver por qué se ve tan afectado Slawek, qué es lo que va a
suceder con las víctimas o buscando el morbo a la espera de observar
analíticamente la reacción de Michal. Pero si hay un personaje fascinante en
esta historia es Adam, un hombre influyente que no solo le ha cundido el pánico
y ha decidido huir, sino que, además, prefiere resolver este asunto pidiendo
ayuda a sus conocidos. Tan solo por él esperamos casi 80 minutos para
simplemente saber si al final triunfa la corrupción o la justicia.
Precisamente, esta es la clave de la obra de Kruhlik, en la que se ofrece un
detonante para una balanza que continuamente está presente en estos días.
Una vez adentrados en la segunda mitad de la cinta, ya
sabemos que no vamos a poder salir de ese tramo de carretera, al igual que sus
personajes. Estamos todos encadenados a un terrible suceso que ha desatado la
revelación de más de un secreto, la desdicha en muchos, la ansiedad en otros
tantos y, sobre todo, los deseos de venganza en la mayoría de ellos. Esa
explosión estelar de la que hablábamos pareciera estar más cerca que nunca
entre dos pequeñas localidades de un paraje cada vez más familiar. En ese
instante, Michal, Slawek y Adam son llevados a un límite extremo a la espera de
cualquier tipo de reacción que termine en un terrible estallido. Los tres,
protagonistas absolutos de los mejores momentos de la cinta, saltan a la
primera línea tras una carrera de papeles secundarios, especialmente en el
mundo de la ficción televisiva, trayectorias similares entre las que destaca
Marcin Zarzeczny, que despuntó con su participación en la miniserie “I'm Not
Afraid of Shia LaBeouf” (2015).
Tras la imagen de “Supernova” se esconde el director de
fotografía Michal Dymek, de cuyo trabajo hemos podido disfrutar en el drama “Un
Atardecer en la Toscana” (Jacek Borcuch, 2019). En esta ocasión, tampoco pasa
desapercibida su labor, en la que la crudeza se hace más palpable,
violenta y visceral. La sensación de calor y de ambiente extremo se acentúa con
el transcurso de los minutos hasta desembocar en ese estallido agitado que
sobrepasa los límites y cuyo caos Dymek explota. Así es, Kruhlik ofrece una
ópera prima más que digna, tomando riesgos que no siempre obtienen el resultado
deseado, pero presentando un primer largometraje de lo más atractivo que nos arrastra hacia un
terrible torbellino de emociones.
Lo mejor: el triángulo protagonista, Zarzeczny, Hycnar y
Makowski.
Lo peor: la dilatación de pequeños interrogantes que
provocan cierto resentimiento en el suspense.
A mi me encantó la película y por desgracia, no se puede ver en ningún sitio.
ResponderEliminarEsperemos que Filmin vuelva a rescatarla en un futuro. Merecería mucho la pena.
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