Banksy es una de las figuras artísticas más influyentes del
mundo en la actualidad. Tan solo él mueve por sí solo cantidades ingentes de dinero y personas
porque, allá en donde hay una obra suya, siempre hay espacio para la
admiración, el reto, la comprensión, la reflexión y las nuevas tecnologías,
pero también para la ambición y las ansias de riqueza a costa de los demás. Así
es, Banksy supone muchas más cosas de las que no solemos percatarnos a simple vista. Tal
vez, con esa idea surgiera el documental de los directores y guionistas
franceses Seamus Haley, Laurent Richard y Aurélia Rouvier. “Banksy Most Wanted”
supone su primer trabajo cinematográfico, aunque Haley ya participara en la
serie documental para televisión “Le monde en fase” (2017) con el capítulo “Les
enfants de Daech”. Los tres lanzaron su debut cinematográfico nada menos que a
través del Festival de Cine de Tribeca, siendo conscientes de la curiosidad que
despierta tan enigmática celebridad.
Efectivamente, “Banksy Most Wanted” posee una visión bastante acertada y provocativa. Aprovechando la gran expectación que genera el artista británico,
esta producción estadounidense deambula, en un principio, por las calles de la ciudad de Bristol, lugar
en el que ha crecido Banksy. La urbe se ha convertido en una galería de arte
urbano para el que, incluso, se realizan visitas guiadas. Autor de imágenes que
han recorrido el mundo, que han generado expectación o que han sorprendido
inesperadamente a la industria, también se ha atrevido con metrajes
cinematográficos que han obtenido una gran acogida, como las piezas
documentales “Welcome to Gaza” (2015), “The Antics Roadshow” (2011), una cinta
para televisión en la que colaboraría Jaimie D'Cruz; o “Exit Through the Gift
Shop” (2010), que recibió una nominación en los Oscars. Su huella permanece en
nuestra retina de una u otra manera y él sabe perfectamente cómo provocarlo.
Sin embargo, parece que, para Haley, Richard y Rouvier, el mayor atractivo de todo lo
que rodea al artista es su anonimato, ¿quién es verdaderamente Banksy?, ¿quién
se esconde tras este seudónimo capaz de revolucionar todo a su paso? Esta
visión excesivamente reduccionista de lo que supone, en definitiva, este
fenómeno nos adentra en las diversas teorías relativas a él. No son pocas las
investigaciones que se han llevado a cabo para descubrir un rostro, un nombre o
un domicilio. La obra no tarda en recurrir al testimonio del periodista escocés Craig Williams, que llegó a vincular
al artista con los conciertos de la banda británica Massive Attack, a quienes les
une su ciudad de origen, Bristol. Es más, su rastreo a través de las redes le
acercó a una posible identidad, el cantante Robert Del Naja, un resultado que
publicó abiertamente en su blog y que estallaría en 2016, aunque algunos
detractores demostraran que esta posibilidad no era factible.
El documental también persigue el trabajo de la periodista
del Daily Mail, Claudia Joseph, quien aseguraba que Banksy se llamaba en
realidad Robin Gunningham, un ciudadano de Bristol de clase media del que había
reunido fotos, datos de vecinos, etc. Igualmente, esta nueva teoría revolucionó las redes sociales poco tiempo después. La obra de Haley, Richard y
Rouvier tampoco escatima en apuntar en una nueva dirección por medio de las
investigaciones realizadas por un detective particular, el cual, incluso, llegó
a rastrear empresas y productoras de los proyectos que habían respaldado a Banksy. ¡Vaya!, tan cerca y tan lejos a la vez, tantos deseos de conocer
verdaderamente a la persona que se esconde tras las obras más populares de las
últimas décadas, pero, ¿todo esto es necesario?
A las diversas teorías, se suman también las entrevistas
realizadas a un gran número de testigos, seguidores, agentes de la industria e,
incluso, al antiguo representante de Banksy, Steve Lazarides. Sus testimonios,
en mayor o menor medida, resultan esenciales para comprender todo lo que supone
este artista en nuestro panorama actual, pero el documental no trata de
profundizar más allá de la posibilidad de que alguno sea capaz de decir quién
es él en realidad o si le han visto en algún momento dado. Cámaras de
seguridad, pistas, claves de cómo y cuándo trabaja y extraños bulos, pero es
mejor quedarse con la pícara sonrisa que Lazarides nos lanza para exclamar que
nunca jamás delataría a Banksy porque, entonces, se acabaría el juego.
Así es, ¿de qué sirve destapar la identidad del artista?,
¿qué ganamos con ello? Su enigmático perfil ha servido para revalorizar su
trabajo, aunque, para algunos agentes de la industria, esto provoque que haya
caído en su propia trampa. ¿Cómo es posible? Un personaje tan fascinante, capaz
de evitar ser descubierto durante tanto tiempo y, de repente, algunos
consideran que es un capitalista, pero el documental tampoco profundiza en ello
y se queda con un par de testimonios que, casualmente, también trataron de
enriquecerse a costa de dos de sus trabajos. De nuevo, Haley, Richard y Rouvier
se quedan en la superficie, pero, a pesar de ello, “Banksy Most Wanted” se
convierte en un entretenido documental que repasa las inquietudes de muchos, nos recuerda, en parte, la labor realizada por el artista para focalizar nuestra
atención en lo que verdaderamente importa y reflexiona en torno la expectación
generada.
Lo mejor: la revisión de las actuaciones más relevantes de Banksy, como la llevada a cabo en las calles de Nueva York.
Lo peor: la falta de focalización y profundización.
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