No son pocas las películas sobre la Segunda Guerra Mundial y
el holocausto nazi. Todas recuerdan una de las mayores tragedias de la
historia, pero pocas realizan un homenaje tanto a los que después regresaron a sus
casas como a los que no estaban y deberían haber estado. Ese es el
objetivo del director, guionista, actor y productor independiente Barnabás
Tóth. Aunque nació en Francia, lo cierto es que ha crecido en Hungría, en donde
ha desarrollado también toda su carrera profesional. Iniciada en el mundo del
cortometraje con la comedia “Az ember, akit kihagytak” (2000), codirigida junto al cineasta húngaro Gergely Litkai; aterrizó en la televisión a través de
“Született lúzer” (2007), una serie compuesta por pequeñas piezas en la que colaboraría
con tres trabajos. Desde entonces, Tóth ha combinado ambos mundos hasta la
llegada de su ópera prima “Rózsaszín sajt” (2009), una comedia dramática en
torno a las relaciones paternofiliales que logró una nominación en el Festival
de Cine de India en 2010.
Su semilla en la red de festivales ya estaba plantada, por
lo que no es de extrañar que su segundo largometraje, “Those Who Remained”, cinta presentada a los Oscar; se alzara con varios reconocimientos destacados en Hungría al igual que algunos premios internacionales más en los certámenes de
Sofía o Jerusalén. Y no es para menos, puesto que este drama de época centrado
en los primeros instantes de la posguerra húngara guarda en su interior una
revisión de la memoria histórica del país a través de la mirada íntima de un
ginecólogo, Aladár Körner (Károly Hajduk) y una adolescente de 16 años, Klára
Wiener (Abigél Szõke). La joven, que vive con su tía Olgi (Mari Nagy), con la
que no logra entenderse, ha perdido a unos padres que supuestamente siguen
siendo prisioneros de guerra. Su sentimiento de abandono le lleva directamente a Aladár,
quien ahora guarda en su interior el recuerdo de una familia mientras debe vivir
solo en un pequeño apartamento. Casi de forma inevitable, Klára se marcha a
vivir con él bajo el consentimiento de su tía como si de una adopción se
tratase, pero los límites resultan ambiguos y la relación entre ambos se
presenta cuanto menos difusa.
Precisamente, el encanto de esta obra reside en la soltura
con la que Tóth y su guionista Klára Muhi juegan con dichos límites. Basándose
en la novela de la escritora húngara Zsuzsa F. Várkonyi, la narración mantiene
el pulso con la tensión existente entre ambos protagonistas y que llena, al
menos, el vacío que ha dejado la guerra en sus vidas. Atrás han tenido que
dejar a familiares y ahora se enfrentan a una nueva vida, perdida en el dolor
de los recuerdos y en el extraño futuro en el que apenas se permiten pensar.
Aladár y Klára son tan solo dos ejemplos de todos aquellos que vivieron la
ruptura de la posguerra, que tuvieron que hacer frente a la rutina en soledad o
con el apoyo de otros en sus mismas circunstancias. Por ello, no es de extrañar
que Aladár ni siquiera se permita el lujo de recordar tiempos pasados, mientras
que Klára se ve lastrada por aquello que tenía y que ya no está.
Tratada con mimo y a fuego lento, la narración despliega los
sentimientos de sus protagonistas una vez que asistimos a su primer encuentro
como médico y paciente. A partir de ese instante, su rol cambia a una amistad
sustentada en la necesidad para, posteriormente, propiciarse la vital unión
entre un padre adoptivo y una hija. De esta forma, el vacío que habían
experimentado durante los primeros instantes de la posguerra queda adormecido
para dar paso al apoyo mutuo y al cariño. Es en esta contención de deseos y
emociones en donde Hajduk y Szõke nos conquistan en un claro ejercicio
interpretativo de especial dificultad, sobre todo, si tenemos en cuenta que
estamos ante un homenaje y, a la par, una revisión de la memoria histórica, lo
que supone una mayor responsabilidad para ambos.
Por un lado, Károly Hajduk se ha convertido en reconocido
actor en Hungría, galardonado con dos premios nacionales precisamente por este
trabajo. Tras sus papeles secundarios más famosos en Europa con “Un puente
sobre el Danubio” (Géza Bereményi, 2002) y “Transmission” (Roland Vranik,
2009), parece que por fin llegó su momento con un entrañable papel que ha
terminado por ser uno de los más importantes de su carrera. Asimismo, la joven
actriz Abigél Szõke apenas cuenta con una trayectoria. Sin embargo, su presencia
y carisma es indiscutible con una actuación más que excelente en la piel de una
adolescente un tanto rebelde y muy poco interesada en lo propio de su edad. Al
contrario, su principal preocupación es Aladár, especialmente cuando conoce su
pasado y comparten juntos la misma desdicha.
Gracias a la labor del director de fotografía Gábor Marosi,
nos quedamos encerrados en esa atmósfera de posguerra europea en la que la
precariedad choca con la esperanza de reconstrucción. Con una imagen
dulcificada en la que solo sentimos congelarse el ambiente por los últimos
coletazos del conflicto, “Those Who Remained” supone una apuesta muy atractiva
por su valor y significado. No es una película cualquiera, es un trabajo sobre
el recuerdo, sobre una herida que, aun con el paso de los años, sigue estando
presente en el continente. Esa memoria histórica conmemora la vida de millones
de nombres anónimos, pero también la pesada losa que las generaciones
posteriores debemos seguir cargando para recordarnos a nosotros mismos la facilidad con la que
estos terribles conflictos del pasado pueden volver a repetirse.
Lo mejor: la ambigüedad en los límites sentimentales de
ambos protagonistas.
Lo peor: el escaso desarrollo en la falta de comprensión de
algunos personajes en torno a la amistad existente entre Aladár y Szõke.
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