jueves, 20 de abril de 2017

UN PUNTO DE INFLEXIÓN (2012)



“Tú y Yo” es una de esas obras que pasa desapercibida, aunque su autor sea uno de los mejores directores italianos nacidos, a nivel profesional, en plena modernidad europea. Recordado más por éxitos como “El Último Tango en París” (1972) o “Soñadores” (2003), entre otros muchos, Bernardo Bertolucci es todo un maestro en llevar a sus personajes directamente a la catarsis en forma de viajes exploratorios hacia sus propios límites. En esta ocasión, se sumerge una vez más en el papel de la juventud, de una etapa de nuestra vida que tiende a la experimentación, a la búsqueda de una identidad. Una pequeña narración de gran fondo que no cuenta con un gran despliegue ni mucho menos altas expectativas, pero que fluye con gran sinceridad sobre esas vivencias inesperadas que marcan un antes y un después en la trayectoria de uno mismo.

Como adaptación un tanto libre a la novela del escritor Niccolo Ammaniti, la historia presenta a Lorenzo (Jacopo Olmo Antinori), un adolescente de 14 años que comienza a adentrarse en una fase de autoexploración y cuestionamiento. La mala relación con su madre (Sonia Bergamasco), que bien podría ser típica de su edad, y la ausencia de su padre le han marcado tan profundamente hasta el punto de sentirse oprimido. Esa necesidad de libertad le lleva a escapar de casa aprovechando que el colegio realiza una excursión a los Alpes. Cualquiera pensaría que, con tal oportunidad, Lorenzo correría lejos de su ciudad para vivir sus primeras aventuras, pero, lo cierto es que simplemente quiere aislarse una semana de todo lo que le rodea. Para ello, se refugia en el sótano del edificio en donde reside, un lugar en el que la familia acumula viejos trastos y que mínimamente adecúa para sobrevivir esos días. Sin embargo, su tranquilidad queda reducida a cenizas con la llegada de ella, su hermanastra Olivia (Tea Falco).

El relato parte de un rechazo a la estructura familiar, a la sociedad y al entorno escolar. En apenas 100 minutos de metraje, el autor forja un mundo desequilibrado en el que Lorenzo intenta alejarse de todo aquéllo que es considerado “normal”, los modelos familiares, sociales, las normas, etc., todo lo que le ha llevado a aislarse, a retirarse de este mundo para permanecer encerrado en la penumbra más absoluta. Si en “Soñadores”, la anterior obra del cineasta, con la que se toma un respiro de casi 9 años por motivos de salud; se aprecia, al albor de la modernidad de los años 60, una alternativa puramente individual a esa revolución sexual de los tres jóvenes, Theo (Louis Garrel), Isabelle (Eva Green) y el recién llegado Matthew (Michael Pitt); en “Tú y Yo” no existe, no hay una resistencia pasiva. 

Tampoco es inocente que la acción suceda en un semisótano repleto de objetos del pasado, de una historia familiar de la que él mismo trata de apartarse. Sin embargo, Bertolucci no juega con la nostalgia, sino que funciona como una especie de "gueto físico" hasta que aparece en su vida su hermanastra. Olivia representa una nueva estructura familiar que ha sido recompuesta. Ella ha rehecho su vida, aunque también arrastra el malestar de su extrema dependencia a las drogas, un círculo vicioso del que desea salir. Por tanto, ambos expresan dos respuestas al malestar: una aislarse del mundo que le rodea y la otra relacionada con las drogas, exponiendo una vida más afirmada y extrema. De esta forma, se establece una dialéctica entre ellos y un vínculo horizontal entre hermanos al no funcionar el vínculo vertical de la familia. El diálogo que surge entre ellos parte de esta diferencia para trazar un curioso nexo de unión que sostiene todo el desarrollo de la película.

Los dos jóvenes actores extraen lo mejor de sí mismos bajo las órdenes del cineasta, que siempre ha tenido un don para escoger tan acertadamente el reparto de sus trabajos. Con sus personajes renace la identidad o, al menos, se replantea desde la alteridad que representa la hermanastra, que persigue un recorrido totalmente diferente y negativo. Olivia y Lorenzo se embarcan en el redescubrimiento a partir del contraste con el otro, forjándose una no afirmación de la rebeldía por el aislamiento. Bertolucci trabaja de forma brillante el enfrentamiento con el conflicto, creando un retrato bastante intimista en el que no se aclara el porqué del aislamiento, aunque, al menos, nos queda esa imagen de la rebeldía blanda que lleva a los personajes a marcar un punto de inflexión en sus vidas. 

El reputado director italiano Fabio Cianchetti sigue formando parte del mejor equipo del autor. No es sencillo sacar el máximo partido a tan escasez de escenarios y mucho menos desenvolverse en un claustrofóbico y siniestro sótano que, en ocasiones, parece llegar a asfixiar. Su espléndida labor acentúa ese aislamiento que desean los protagonistas, pero también proyecta cierta calidez como pilar fundamental para establecer ese lazo de unión entre ambos. Acompañando al trabajo visual, encontramos una banda sonora impecable, con temas tan significativos como “Boys Don’t Cry”, de The Cure, “Rebellion” de Arcade Fire, “Equality”, de Red Hot Chili Peppers; o Absolution”, de Muse. No obstante, podríamos decir que la joya de la corona viene de la mano de David Bowie, del que se incluye una de sus fantásticas rarezas, “Ragazzo Solo, Ragazza Sola”, la versión italiana de “Space Oddity” que construye una mágica ambientación en pleno clímax. Pese a todo ello, es más que evidente que “Tú y Yo” no es la gran obra de Bertolucci, pero, sin duda, el encanto que se desprende de ella resulta hipnotizador, mientras que sus personajes, aquéllos que nadan a la deriva en este mundo, se embarcan en una renovación abierta que agitaría la vida de cualquiera de nosotros.

Lo mejor: la sencilla premisa de la que parte se embarca en un desarrollo mucho más original que salva el largometraje. Su inigualable banda sonora con temas tan reconocidos.

Lo peor: las grandes expectativas que muchos de los seguidores de Bertulocci habían depositado en este trabajo, sobre todo, tras tantos años de espera.

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