jueves, 6 de mayo de 2021

LA NOSTALGIA DEL BRITPOP (2016)

Por todos es sabido que los británicos se enorgullecen de la gran aportación que han hecho y siguen haciendo a la historia de la música. Pasear por las calles de Londres y mirar los escaparates de muchas tiendas es el claro reflejo de este sentimiento y es que el merchandising de bandas como The Beatles, The Who, Queen, Pink Floyd, Led Zeppelin o The Rolling Stones abunda por todas partes, convertidos en símbolos de gran valía que marcaron a varias generaciones y aglutinaron a miles de seguidores por todo el mundo. Sus canciones son himnos, forman parte de nuestros recuerdos y así seguirá siendo por mucho tiempo que transcurra. Son talentos únicos, surgidos siempre en complicados contextos culturales, que han expandido su influencia por toda Europa, creando, incluso, nuevos estilos musicales.

La década de los 90 nos descubrió el grunge desde Estados Unidos, pero en Europa llegó enseguida el britpop entre el oleaje de música electrónica y los hits momentáneos del eurodance. Desde los primeros años, el movimiento de la “Cool Britannia”, como solían denominar a este fenómeno los medios de comunicación ingleses, se nutrió de grupos como Suede, Elastica, The Verve, Pulp o Supergrass, entre otros muchos. De hecho, tanta popularidad y oferta no podía traer más que rivalidad entre legiones de fans. Los recuerdos nos conducen inmediatamente a la conexión entre Blur y Oasis, ampliamente recogida por el sensacionalismo de la época. Las dos formaciones lideraron el panorama musical durante los últimos coletazos del siglo XX. Es, precisamente, esta nostalgia la que lleva al director, editor y guionista inglés Mat Whitecross a dedicar su trayectoria al mundo del videoclip y el documental musical, mientras permanecía como aprendiz del popular cineasta británico Michael Winterbottom, con el que ha compartido obras como “Camino a Guantánamo” (2006) o “La doctrina del shock” (2009).

Junto a las míticas bandas Coldplay, Take That y The Rolling Stones, se suma su primer acercamiento a Oasis con el documental “Oasis: Supersonic”, al que le seguiría pocos años después la dirección del videoclip “Paper Crown” (2018), de Liam Gallagher. En dos horas de metraje, Whitecross revisa la evolución histórica del grupo. Dos jóvenes hermanos de Manchester, Liam y Noel Gallagher, pasaron a la historia como iconos de los 90, ayudando a definir el estilo de una época que se enfrentaba a un nuevo milenio. Ambos iniciaban su andadura desde un pequeño sótano en donde daban sus primeros conciertos. Las drogas y los sonados conflictos entre los dos revelaron al mundo el lado oscuro del britpop, pero también años apasionantes en los que unos chicos de barrio revolucionaron el panorama musical para siempre.

Respaldado por el equipo de producción de “Amy (La chica detrás del nombre)” (Asif Kapadia, 2015), el famoso biopic de la tristemente fallecida Amy Winehouse; recoge el retrato del imparable ascenso en el que el público acabaría rendido ante himnos como “Wonderwall”, “Don’t Look Back in Anger”, “Stand by Me”, “Live Forever” y un largo etcétera, siendo “Supersonic” el escogido para formar parte de su título. En 122 minutos de metraje, revisamos la infancia de Noel y su hermano pequeño Liam en el seno de una familia desestructurada. Un padre maltratador sentó las bases de su carácter, a pesar del incondicional apoyo de una madre abnegada, Peggy, que también participa en este proyecto a través de los testimonios más íntimos. Tras tocar el infierno desde sus más tiernos años, no cabía sino ascender a la cúspide con el sueño que ambos vieron hacerse realidad y que no tardaría en ocurrir. Mientras Noel comenzaba a escribir canciones como una vía por la que desprenderse del horror y las secuelas sufridos durante tanto tiempo, el camino se construía con mayor rectitud, escalón tras escalón, hasta alcanzar rápidamente la popularidad.

Alan McGree, ejecutivo de la discográfica Creation Records, percibió en ellos el talento necesario tras asistir a un concierto que la banda realizó en un pub de Glasgow. Podría llamarse casualidad, pero, sea como fuere, lo cierto es que, desde ese instante, todo cambió. Así nacía su primer álbum de estudio, “Definitely Maybe”, que les catapultó al número 31 de las listas de éxitos británicas. Precisamente por ello, el disco se convierte en absoluto protagonista dentro del documental, aunque, en comparación con sus trabajos posteriores, fuese el que menos triunfos les reportó. Sin embargo, los integrantes de Oasis claramente permanecen unidos a su primer hito, a sus verdaderas raíces. A partir de entonces, ya en el ojo del huracán mediático, empezaron a surgir las primeras noticias sobre las constantes confrontaciones de los hermanos, aspecto que el propio Liam trata de aclarar a través de esta obra, desmintiendo leyendas urbanas, como es su recurrente desaparición de algunos escenarios y el relevo que Noel solía hacer para poder culminar el espectáculo.

Lo cierto es que, gracias a “Oasis: Supersonic”, se aprecia la visión que ambos tienen del esfuerzo y compromiso que requería la banda. Por un lado, Noel no se apartaba de la composición, con un perfeccionismo que muchas veces le hacía exigir excesivamente a los restantes miembros; mientras que Liam era todo lo contrario. Las fiestas y las drogas le dominaron durante un importante periodo de su vida. Pese a todo ello, el broche de oro llega con las imágenes de los conciertos de Knebworth Park en 1996, en donde se reunieron más de 250.000 seguidores. Whitecross recoge una magnífica escena, dejando a un lado posibles referencias a otros grupos como Blur, Elastica, Pulp o Suede, aunque hubieran podido completar el contexto en el que se sitúa Oasis. La única excepción es el cantante Richard Ashcroft, por entonces líder de The Verve, que aparece fugazmente en el documental con alguna grabación casera como parte del material inédito que nos ofrece el cineasta.

Como no podía ser de otra manera, su historia viene bañada por la banda sonora que les encumbró, impregnando de nostalgia el material de archivo y algunas animaciones que forman parte de la construcción del relato. Por supuesto, no faltan a la cita Paul Arthurs, Paul McGuigan, Alan White y Tony McCarroll, los cuales parecen permanecer en un segundo plano en el trabajo de Whitecross. No obstante, “Oasis: Supersonic” es un metraje que logra emocionar a quienes vivieron aquellos tiempos. Los recuerdos dominan todo el material bajo himnos inolvidables que se han mantenido intactos con el transcurso del tiempo, formando parte de la memoria de millones de seguidores.

Lo mejor: disfrutar de la historia de un grupo a través de los testimonios de los que nunca han hablado.

Lo peor: aislar el contexto en el que Oasis tocó la cima por evitar hacer referencias a otras bandas del momento que también formaron parte del panorama musical.

 

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