“Maps To The Stars”, la producción de uno de los directores más cínicos de Hollywood, David
Cronenberg, ya no nos pilla por sorpresa en cuanto a su historia y más tratándose del lado oculto de la
meca del cine, un aspecto que ha dado que hablar a multitud de publicaciones. No sólo nos
referimos al séptimo arte, sino a todo aquellos medios de comunicación que se ha hecho
eco de miles de noticias sobre las desastrosas vidas de las estrellas.
Allá
por 2001, el público se rindió ante la obra maestra que presentó David Lynch,
“Mulholland Drive” y, como este ejemplo, hay muchos más. No obstante, todos
conocemos cómo se las gasta el autor canadiense con esos toques de humor ácido
lanzados sin rodeos a través de sus trabajos y ese, precisamente, es uno de
los encantos que esconde esta película.
La
trama gira en torno a Stafford Weiss (John Cusack), un terapeuta y escritor de
libros de autoayuda, su familia, una de sus pacientes, la famosa actriz Havana
Segrand (Julianne Moore), cuya carrera se encuentra en plena crisis, y Agatha
(Mia Wasikowska), la nueva y joven asistente de la artista. En pleno corazón de
Hollywood, el sexo, las drogas, las casas de diseño, los desequilibrios
emocionales, los miedos, ese habitual “todo vale” y las grandes sumas de dinero
son realmente los protagonistas de este filme. Un estilo de vida que, aunque extrañe
o escandalice al público, es totalmente natural para estos personajes. El
autor no se corta un pelo en presentar un mundo corrompido que, a veces, es
difícil de creer y que nos sigue sorprendiendo, ya sea en forma de drama, como
es habitual, o esta comedia negra que nos advierte, no de la vida que llevan
los artistas ya consagrados, sino de aquélla que están adoptando esas nuevas
generaciones con las que la industria trata de renovarse, prolongando, así, un círculo vicioso del que pocos logran salir.
La cinta tarda en arrancar, por lo que su principio se hace tristemente pesado. Una sensación que se multiplica debido al barroquismo empleado en los diálogos y que desestabiliza el ritmo por momentos. No obstante, pese a que el guión flojea en dichos puntos, el elenco electoral hace que la balanza se incline a su favor. Precisamente, Julianne Moore parece estar viviendo uno de los mejores momentos de su carrera, ya que por fin tiene entre sus manos su primer Oscar por “Siempre Alice” (Richard Glatzer, Wash Westmoreland, 2014). Casi ensombrecido ha quedado el galardón que sí obtuvo por “Maps To The Stars” en el Festival de Cannes. En este caso, encarna a una actriz que no desea crecer para poder seguir interpretando a jóvenes mujeres en Hollywood. Su mente sufre un torbellino de emociones al conseguir el papel del personaje que, 60 años atrás, ya interpretó su exitosa madre, pero, obviamente, necesita superarla y esa presión hace que se convierta todo en una especie de autocastigo y salgan a la luz sus inseguridades. Como estrella del séptimo arte, Segrand se baña en puro narcisismo como tapadera a esa fragilidad que no encaja en el mundo de la fama.
Igualmente
estelar es la intervención de Wasikowska, de la que podríamos decir que ya es
una especie de musa del cine de autor internacional. Su hipnótica actuación eclipsa
desde el primer minuto, presentando a una joven esquizofrénica que busca su hueco entre ellos, pero a la vez sabe lo que
está viendo, conoce esa degeneración e hipocresía. “Maps To The Stars” es repulsivamente entretenida, de pura comicidad ácida o, más
bien, agria. Tal vez no sea apta para todo tipo de espectador, porque ya sabemos
que Cronenberg es un tipo especial con una mirada intensa, que es capaz de
deformar nuestra realidad hasta sentirla en exceso. Algunos quedarán
satisfechos con lo que vean, otros tantos no verán al cineasta canadiense
siendo él mismo y muchos no pasarán de los primeros 30 minutos, pero lo que sí
es cierto es que, como siempre, su obra no pasa desapercibida.
Lo
mejor: el fantástico trabajo realizado por Moore y Wasikowska. La gélida y distante
fotografía a manos de uno de los grandes, el británico Peter Suschitzky.
Lo
peor: Cusack pasa totalmente desapercibido frente a sus compañeras. El comienzo del largometraje es lento y desesperante. El pomposo
diálogo, en ocasiones innecesario.
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