Los
documentales de música siempre acaban siendo prácticamente iguales, una
exaltación del grupo o cantante en cuestión o, en su defecto, una inmersión en
el mundo de los vicios que han marcado el camino de éstos. Pero, en este caso,
tenemos un producto totalmente diferente. Los guionistas y directores
británicos Iain Forsyth y Jane Pollard nos presentan “20.000 Días en la Tierra”,
una producción con Nick Cave como único protagonista. En realidad, no se trata
de una oda a su “vida y milagros”, sino que, simplemente, vamos a ver al
cantautor en su rutina desde un punto de vista metafísico, creativo y poético. Un
proyecto respaldado por los premios a Mejor Director y Mejor Montaje en el
Festival de Sundance de 2014.
Con más
de 30 años de carrera y una gran y variada discografía, su figura es
una referencia para el mundo musical. Todos conocemos al Cave que brilla en la
oscuridad de los escenarios, que embriaga con cada una de sus letras y que
hipnotiza con sus reflexiones en las entrevistas, pero detrás de esa estrella,
existe un hombre normal, un hombre que siempre nos hubiera gustado conocer
más y, en esta ocasión, nos introducimos en su mente, en sus pensamientos.
Veremos
al protagonista despertarse, trabajar, charlar con su psicoanalista, comer, ver
la televisión, pero bajo ese telón superficial, encontraremos declaraciones
verdaderamente alentadoras para toda alma creativa e inquieta. Él mismo se
autocuestiona, reflexiona sobre su persona, sobre lo que ha hecho, hace o hará.
Nos sumergiremos en sus recuerdos de la infancia, de los primeros años de su
carrera con The Birthday Party y Nick Cave and the Bad Seeds; y de su carrera en
solitario. Nos introducirá en sus memorias guardadas en cajas, en fotografías,
en un desván de cuyas paredes cuelgan imágenes de ídolos, de inspiración.
95
minutos en los que hablaremos no sólo de la música, pese a que es la parte
esencial del documental, sino también del arte en toda su grandeza y de los
proyectos e ideas que pueden cambiar nuestras vidas. Ese aliento
transformador que exhala y
que proviene de un hombre común que encierra el espíritu de un alma joven llena
de anhelos, ideales y obsesiones; provoca todo un aluvión de planes en nuestras mentes.
Junto
a esa parte positiva, el artista se compone también de sombras, de los secretos que
guarda en su ser. El australiano dedica una parte a reflexionar sobre el peso de
la fama, sobre cómo ha tenido que manejar su ser personal y privado; y el extravagante
personaje que se sube al escenario bajo decenas de luces.
Independientemente
de si se es seguidor o no de Nick Cave, “20.000 Días en la Tierra” es de esas
producciones que se disfrutan, que no aburren ni por un instante. Con una
fotografía postmodernista cuidada al detalle, labor del director Erik Wilson; y
una banda sonora con los mejores temas del protagonista, haciendo un especial
hincapié en su último trabajo, “Push The Sky Away”, el
documental nos presenta a un Cave más cercano que sorprende en todo momento,
como cabía esperar de alguien como él.
Lo mejor: el excelente despliegue de técnicas cinematográficas con las
que nos deleitan sus autores. El lado más interesante de Nick Cave.
Lo peor: la aparente vida tan rutinaria de una estrella.
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