Últimamente,
las historias de violencia parecen estar poniéndose de moda de nuevo. Es algo
que vemos más de lo que quisiéramos en los medios de comunicación, pero también
un aspecto que va intrínseco en el ser humano y que hace que, irremediablemente, sintamos una necesidad de dar rienda suelta a nuestros deseos cuando las circunstancias
nos superan. “Relatos Salvajes”, del director argentino Damián Szifrón, es un
reflejo de esta idea, con seis relatos en los que los personajes, en pleno
arrebato de ira, se dejan llevar en situaciones muchas veces cotidianas.
Todo
empieza en un avión, secuencia bajo el título de “Pasternak”, en el que los
protagonistas se dan cuenta de que han cogido un vuelo muy poco casual que les
lleva a entrar en pánico. A partir de ahí, se suceden los capítulos de una
producción algo típica, pero bastante divertida y entretenida. “Las Ratas”
despierta pura maldad a través de la sangre, pero le precede “El Más Fuerte”,
que derrocha diversión con dos conductores descontrolados que intentan matarse el
uno al otro. Ricardo Darín da vida a un ingeniero experto en explosivos en
el siguiente fragmento, “Bombita·”, relatando una situación bastante convencional,
como el hecho de que la grúa se lleve tu coche. Un atropello y su posterior
encubrimiento vienen recogidos en “La Propuesta”, que, pese a un serio
comienzo, torna en una interesante comedia que agiliza el tiempo restante de la
cinta. “Hasta Que La Muerte Nos Separe” es el último de los cortometrajes, con
ciertas reminiscencias inevitables a “[•REC]³: Génesis”, del español Paco
Plaza.
Y,
precisamente, hablando de evocaciones y recuerdos, es fácil reparar en otra
película que guarda un significativo parecido y que resta calidad a la de
Szifrón: “Un Toque de Violencia” (2013), del cineasta chino Jia Zhang Ke. Tal
vez por su proximidad temporal, es complicado ver a “Relatos Salvajes” como una
obra excelente y original. Sí, es cierto que entre sus historias hay tiempo
para la acción, el drama y la comedia, pero la seriedad merecida con la que se trata
esta cuestión en la producción china, hace que se sitúe muy por debajo de lo
que nos cuenta Zhang ke.
Eso
sí, el elenco actoral no tiene nada que envidiar, puesto que Leonardo Sbaraglia
(“El Más Fuerte”) o Darín (“Bombita”) realizan un trabajo excelente, destacando
este último con un papel que, aun siendo violento, roza la comicidad, manteniéndose en un hilo constante. Asimismo,
Óscar Martínez (“La Propuesta”) protagoniza uno de los mejores momentos del
largometraje con una hilarante e inusual respuesta a su situación. Por último,
destacar la interpretación de Érica Rivas en “Hasta Que La Muerte Nos Separe”,
como una novia que descubre un secreto de su ya marido y que desemboca en un cúmulo
de sentimientos descontrolados y muy bien reflejados.
La
mano de los hermanos Almodóvar se encuentra detrás de esta producción, que no
consiguió hacerse con el Oscar a la mejor película extranjera este año, pero
que no por ello desmerece una interesante labor que entretiene y nos hace
reflexionar, una vez más, de cómo el ser humano es pura venganza en esencia y
posee diversas clases de violencia en su interior.
Lo
mejor: algunas de sus historias resultan verdaderamente amenas y de obligatorio
visionado.
Lo
peor: es más de lo mismo. No innova, no arriesga y, por tanto, no gana.
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