“The Prisoner” fue una de las series más exitosas de la historia de la televisión, aunque este reconocimiento llegó tarde.
Emitida en Gran Bretaña durante 1967 y 1968, fue escrita por los guionistas George
Markstein y Patrick McGoohan, quien, a su vez, se convertiría también en el
protagonista. Los 17 capítulos de los que constaba, fueron emitidos sin el
orden que sus creadores habían deseados y, finalmente, fue cancelada, forzando
un último episodio que dejaba demasiadas incógnitas en el aire.
Cuarenta
años después, el director Nick Hurran se hizo cargo del proyecto: una miniserie
de 6 capítulos que intentaría llevar a cuestas el calificativo de “adaptación”,
pero también pasaría a desenmarañar la inmensa telaraña que supuso su trama.
Así pues, junto al guionista Bill
Gallagher, se retomó la historia de “seis” (James Caviezel), un espía al que
drogan y secuestran para llevarlo a “La Villa”, un lugar aparentemente apacible
en el que todas las personas son llamadas por un número y guiadas por “dos”
(Ian McKellen). Al igual que el protagonista, que no consigue recordar su vida
real, sus vecinos no tienen memoria ni pasado. Frente a ellos, “los soñadores”
creen que existe un mundo más allá de las fronteras del pueblo, por lo que su inquietud les lleva a ser perseguidos constantemente.
Su
trama es un verdadero thriller y, en cierta manera, nos recuerda a películas
como “El Show de Truman” (Peter Weir, 1998), ya que vamos averiguando lo
sucedido prácticamente al mismo tiempo que lo hace el protagonista, pero su
final es más profundo con una visión fantástica al jugar con cuestiones
mentales y del subconsciente. Los seis capítulos compactan a la perfección una
historia que no ha envejecido, pero que en su momento fue innecesariamente
alargada. Sin embargo, el misterio, la incomprensión y el gran entramado de
conflictos proporcionan cierta pesadez en la narración. Demasiado tiempo
preguntándonos qué es lo que ocurre y quiénes son todos los personajes hace que
reste calidad al potencial del trabajo.
Número
“dos” sale verdaderamente reforzado con la labor que realiza McKellen, aunque
todos le conocemos más por su actuación como Magneto ("X-Men") o Gandalf ("El Señor de
los Anillos"). Sin duda alguna, en “The Prisoner”, cumple con un elegante
papel de antagonista y despunta por encima de todo el elenco, incluso, de Caviezel, que,
aunque se mantiene bastante correcto, no logra transmitirnos la empatía
imprescindible para engancharnos, fallo que viene propiciado por
las deficiencias del guión.
La
producción pasó a ser una serie de culto que, incluso, fue mencionada en otras
tales como “Los Simpson”, donde, junto a Homer Simpson, aparece “seis” con la
propia voz de McGoohan. Ese surrealismo que la antigua serie desprendía y que
ha sido imitado por otras tantas, desaparece en cierta medida en la
actualización, dando ese aire hollywoodiense de decorados pesados y costosos
totalmente dispensables.
“The Prisoner” es un estupendo remake que, pese a sus fallos, consigue cerrar la
mayoría de las incógnitas que quedaron pendientes en la original. Puro delirio
onírico que nos invita a reflexionar sobre nuestra sociedad, sobre cómo nos hemos
convertido en un rebaño que sigue o apoya lo que otros nos indican que debemos
apoyar. Un ejercicio que intenta llamar nuestra atención para que pensemos por
nosotros mismos y saltemos por encima de aquellos obstáculos que nos estén
atando y no nos dejen ser libres de pensamiento.
Lo
mejor: la búsqueda de una explicación para la enrevesada trama. La actuación de
un magnífico McKellen.
Lo
peor: demasiadas incógnitas encerradas en apenas seis capítulos hace que
sintamos confusión durante la mayor parte del tiempo.
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