En
esta nueva y tercera entrega de la saga “Crows”, el famoso director nipón
Takashi Miike cedió su posición a Toshiaki Toyoda, autor de la estupenda ópera
prima “Aoi Haru” (1991), en donde ya vimos cómo maneja este tipo de películas
cargadas de acción y constantes peleas entre adolescentes. No obstante, la
expectativa era grande y el trabajo de su predecesor le dejó un listón
demasiado alto para una trama que ha sido extendida hasta la saciedad y que ya
no tenía mucho más que contar. Es, por eso, que tenemos a un nuevo protagonista.
Genji se ha marchado ya del instituto Suzuran, pero llega Kaburagui (Masahiro
Higashide) precisamente cuando, por esa ausencia de poder, surgen nuevas peleas
y conflictos entre los estudiantes, a la par que se va fraguando una batalla
con el instituto Kurosaki.
El
manga del artista Hiroshi Takahashi fue muy bien retratado en las dos
primeras partes, pero en esta ocasión, Toyoda parece querer intentar
quedar a la altura de Miike como si de un homenaje al mismo se tratase y ha
olvidado lo que este proyecto supone: adaptar un cómic de gran éxito.
Es
una pena no contar con Shun Oguri en el papel protagonista, al igual que la
mayoría del elenco que reunía las anteriores, a excepción de una invisible
intervención de Motoki Fukami en la piel del imbatible Rindaman; y con más peso
los actores Kyôsuke Yabe como el proyecto de mafioso Ken Katagiri; y Tsutomu
Takahashi, como Takashi Makise. Ambos innecesarios en el filme y con una trama
irrelevante. Como novedad, Higashide pasa a llevar la voz cantante de un guión
que apenas le depara unas pocas frases a lo sumo. Apenas encontramos un
desarrollo de los personajes, quizá porque su autor ha preferido centrarse en
dar un toque de espectacularidad a la cinta. No hay muchas explicaciones dentro
de la narración, por lo que poco a poco se va produciendo un sinsentido que
acaba en la mítica batalla final, que ya es una tradición en la saga, pero que pierde el nivel de sus antecesoras por esa falta de empatía. Ya no
encontramos esas ansias de ganar, esa inquietud porque todo salga bien.
Su narración ha perdido la esencia que veíamos antes, las relaciones de amistad justificada, de enfrentamientos causados por algo y con un objetivo claro, el amor de juventud y la torpeza a la hora de ligar. No hay lugar para el humor, para las historias sencillas y, en sí, no hay un guión correctamente tratado y cuidado, al menos no con tanto mimo como lo hacía Miik
Su narración ha perdido la esencia que veíamos antes, las relaciones de amistad justificada, de enfrentamientos causados por algo y con un objetivo claro, el amor de juventud y la torpeza a la hora de ligar. No hay lugar para el humor, para las historias sencillas y, en sí, no hay un guión correctamente tratado y cuidado, al menos no con tanto mimo como lo hacía Miik
No
vemos una labor fotográfica al nivel acostumbrado y el escenario apenas resalta
en su conjunto. Mientras que su banda sonora, de nuevo, mantiene una apuesta
segura con The Street Beats y algún que otro tema versionado y ya utilizado
en las otras partes. No obstante, falta esa fuerza necesaria en cada escena,
aunque no desentonan en ningún momento.
Esperemos
que “Crows Explode” cierre una saga que ya ha sido excesivamente exprimida.
Siempre son bien recibidas las películas de acción en las que encontramos
multitud de enfrentamientos y peleas que disparan nuestra ansiedad, pero siempre
acompañado de una trama cuanto menos intensa. En este caso, si no da más de sí
la historia, es mejor poner fin.
Lo
mejor: de nuevo, ver disputas constantes, que, a pesar de no estar bien explotadas, al menos, divierten.
Lo
peor: un guión flojo y baja intensidad emocional.
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