Sí, "The Raid 2" ("Redada Asesina 2") fue la joya del Festival de Sundance de 2014 y sí, se ha llevado muchos premios. De muchos era la expectación y el hype creado por la segunda entrega de
la joya de Indonesia del cine de acción de los últimos años, en la que un
grupo de asalto de la policía realiza una redada en un edificio de uno
de los capos más influyentes de Yakarta. Por desgracia, la misión cae en
el más absoluto desastre y se desata el caos, las balas, los machetes y
la sangre corre por todas partes.
Al igual que sucedía en la precuela, "The Raid" (2011), Gareth Evans volvía a apostar por escenas de violencia al máximo en detrimento de una trama de mayor peso con giros sorpresivos o un clímax contundente. El trabajo técnico adquiere una mayor complejidad para ofrecer la mayor espectacularidad en los 150 minutos de metraje. Luchas salvajes, con exceso de brutalidad e instantes vertiginosos que juegan con nuestra tensión en todo momento, de tal forma que el cineasta logra una vez más crear uno de los mejores productos de los últimos tiempos, sobre todo, teniendo en cuenta la oscura fama que precede a las dichosas segundas partes. Sin duda alguna, era de esperar que "The Raid 2" consiguiera hacerse con una distribuidora sin mucho esfuerzo y más teniendo en cuenta el furor causado, entre los amantes del género, con su primera parte.
Todo esto forma parte del planteamiento inicial, en el que a posteriori
veremos cómo se desata un "body count" más que generoso. Muertes a
balas, bates de baseball, martillos a lo "Oldboy" (Park Chan-Wook, 2003), atropellamientos, más
balas, palos de escoba, porras, aún más balas y peleas, muchas peleas. Pese a los esfuerzos de mejorar una película que parecía ser
casi inmejorable, Evans quiere meternos mucho, mucho más metraje y
quizás peque de soberbio con algunos momentos de relleno o melodrama
insulso que no hay por donde cogerlos, como la resurrección de uno de los
villanos de la precuela, Mad Dog (Yayan Ruhian) y alguna otra escena metida con calzador. Para los que esperábamos unos 150 minutos de cinta traducidos en una
espiral de violencia gratuita sin sentido, el
director-guionista-productor nos ha vendido lo que nos gusta, sí, pero
tan dosificado que parece que entre escena de acción y acción, pasa un
mundo de diferencia. Igualmente, el autor ha querido dedicar más atención a su fiel protagonista, aportándole mayor desarrollo psicológico, inependientemente del cambio físico más que evidente.
Resaltar también el trabajo técnico con planos semi-imposibles que van
desde seguir el salto de un personaje desde una mesa, rompiendo una
ventana y aterrizando como buenamente puede en el frío suelo y dejando
al espectador con la eterna duda de si ese señor de mediana edad es
un especialista o un pobre desgraciado al que le han pagado con un
bocadillo de mortadela romaní como sueldo. La banda sonora corre a cargo de Joseph Trapanese y tampoco pasará al
Olimpo por ser tan épica como las realizadas por Hans Zimmer o "il capo" Morricone, pero
cuenta con la suficiente frescura para resultar lo suficientemente
original con unos arreglos que mantienen ese suspense y acción a partes
iguales. Por poner un ejemplo, el track "Motor Chase" es una buena
muestra de intenciones sanas y se adecúa al ambiente que genera el largometraje, siendo lo más importante.
Llegados a este punto, vamos a centrarnos en la auténtica acción. Si en la primera parte sólo
se visualizaban dos estilos marciales (el Pencak Silat y el Muay Thai), en ésta han querido rizar el rizo y usar el "todo vale" para hacer la
primera sangre. Así que nadie se espere técnicas depuradas, estilos
artísticos y mucho postureo porque no lo hay. Como buena muestra y definición de la violencia, aquí todo es lícito
para derribar o inutilizar a todo extra que salga en el filme. Se mire por donde se mire, parece imposible hallar defectos en esta
producción de altísimo nivel técnico, un ritmo narrativo lento y de
monstruosa puesta en escena, que, por si fuera poco, se da el gusto de, además de presentarnos a dos de los asesinos más bizarros y originales
en mucho tiempo, dejar las puertas abiertas a una tercera, y más que
nunca necesaria, entrega.
Lo mejor: 150 min de acción y 19 escenas de lucha (sí, las he contado).
Lo peor: aunque parezca mentira, en algunos momentos se hace lenta. Pero bueno, la ves 7 veces más y ya está.
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