En
esta ocasión, nos trasladamos al Londres de los años 60 y 70, cuando las calles
se llenaban de la nueva ola cultural de moda, la Swinging London. Una
corriente revolucionaria propulsada por la juventud optimista y rebelde que
dejaba atrás un periodo de austeridad generado por la posguerra. Estos nuevos
aires de diversión también crearon una vertiente más amoral para la sociedad de
entonces. Así es como surge la figura de Paul Raymond, un empresario que amasó una inmensa
fortuna gracias al negocio del sexo, llegando a convertirse en uno de los hombres
más ricos del país. Sus espectáculos, en los que las mujeres exhibían parte de
sus encantos, causaron furor y todo el que deseaba estar a la moda solía
frecuentar sus locales. El “King of Soho”, como popularmente
se le reconocía, llegó a crear la revista “Men Only”, que contenía soft porn, es decir, las chicas
aparecían desnudas, pero sin mostrar actos sexuales explícitos. La exquisita y
refinada porte británica dio paso al cambio, a una visión que daba paso a la
ostentación en la moda, a una nueva jerga, las radios piratas, las
supermodelos, al arte pop y psicodélico y, por supuesto, a las fiestas hasta el
amanecer.
El
director inglés Michael
Winterbottom recurre una vez más a su actor fetiche, Steve Coogan
para llevar a cabo “The Look of Love”, un largometraje de título bastante
edulcorado, que recoge parte de la biografía de este singular empresario, desde
sus comienzos hasta la cúspide de su imperio, sin olvidar su faceta como padre
y esposo. Sin embargo, si no llega a ser
por la firma del cineasta en sus títulos de crédito, apenas se puede apreciar
algún toque que delate la autoría de éste y es que, pese a tener entre sus
manos un tema jugoso, que da pie a grandes locuras y extravagancias como la
personalidad del mismo Raymond, simplemente crea una obra correcta, narrada
incluso con frialdad, lo que provoca que el espectador siempre permanezca en la
distancia, viendo pasar los hechos de principio a fin. Su total ausencia de
sentimientos nos da a conocer sólo la parte más superficial del personaje,
creando una historia entretenida y de ritmo dinámico, pero que, como cinta
biográfica, se mantiene en la precaria media a la que estamos tristemente
acostumbrados.
También
asistimos a un ejemplo más de cómo Coogan vuelve a interpretarse a sí mismo bajo la
piel del protagonista y es que continúa adaptando los papeles a su persona. Ésto
no significa que el nivel de interpretación sea precario, al contrario,
conseguimos disfrutar con el estupendo elenco del que se rodea Winterbottom,
pero tal vez tengamos que tachar la etiqueta de biopic para dejar paso a “basada en hechos reales”. Sin embargo, no
deja de ser un producto con atractivo gracias a la desmadrada e imprudente vida
del pronógrafo. Su ambición le lleva a aprovechar grandes oportunidades que le “premian”
con una existencia en la que sólo hay glamour, mujeres y drogas, pero en la que
aún tiene cabida en un pequeño espacio su hija, Debbie (Imogen Poots), una
conflictiva joven que necesita el cariño y la atención constante de un padre
que la mayor parte del tiempo está ausente. Un hombre de insaciable apetito
sexual que no teme nada, que controla hasta el más mínimo detalle en sus
negocios, pero que, en cambio, no es capaz de dominar su situación familiar,
dejando aparcado su lado más privado, su matrimonio con Jean Raymond (Anna Friel), y descuidándolo hasta caer en una espiral
sin retorno.
“The
Look of Love” no arriesga ni es valiente como Paul Raymond en su propia historia,
pero igualmente resulta una producción entregada al entretenimiento que cumple
con su cometido en su justa medida. Una trama realmente atractiva que se
muestra a veces pesada, pero que contiene una excelente ambientación del
Londres de aquella época, por el que paseamos sin escandalizarnos, sin
profundizar en demasía, sin sentir empatía por el protagonista ni sus
circunstancias.
Lo
mejor: se trata de una cinta amena que satisface como otro biopic cualquiera.
Lo
peor: la película se centra en la parte más superflua de la historia, en la
que Raymond
acaba siendo el mismo desconocido que nos presentaban al inicio del metraje.
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