martes, 21 de julio de 2015

EL NEGOCIO DEL SOFT PORN (2013)



En esta ocasión, nos trasladamos al Londres de los años 60 y 70, cuando las calles se llenaban de la nueva ola cultural de moda, la Swinging London. Una corriente revolucionaria propulsada por la juventud optimista y rebelde que dejaba atrás un periodo de austeridad generado por la posguerra. Estos nuevos aires de diversión también crearon una vertiente más amoral para la sociedad de entonces. Así es como surge la figura de Paul Raymond, un empresario que amasó una inmensa fortuna gracias al negocio del sexo, llegando a convertirse en uno de los hombres más ricos del país. Sus espectáculos, en los que las mujeres exhibían parte de sus encantos, causaron furor y todo el que deseaba estar a la moda solía frecuentar sus locales. El “King of Soho”, como popularmente se le reconocía, llegó a crear la revista “Men Only”, que contenía soft porn, es decir, las chicas aparecían desnudas, pero sin mostrar actos sexuales explícitos. La exquisita y refinada porte británica dio paso al cambio, a una visión que daba paso a la ostentación en la moda, a una nueva jerga, las radios piratas, las supermodelos, al arte pop y psicodélico y, por supuesto, a las fiestas hasta el amanecer.

El director inglés Michael Winterbottom recurre una vez más a su actor fetiche, Steve Coogan para llevar a cabo “The Look of Love”, un largometraje de título bastante edulcorado, que recoge parte de la biografía de este singular empresario, desde sus comienzos hasta la cúspide de su imperio, sin olvidar su faceta como padre y esposo.  Sin embargo, si no llega a ser por la firma del cineasta en sus títulos de crédito, apenas se puede apreciar algún toque que delate la autoría de éste y es que, pese a tener entre sus manos un tema jugoso, que da pie a grandes locuras y extravagancias como la personalidad del mismo Raymond, simplemente crea una obra correcta, narrada incluso con frialdad, lo que provoca que el espectador siempre permanezca en la distancia, viendo pasar los hechos de principio a fin. Su total ausencia de sentimientos nos da a conocer sólo la parte más superficial del personaje, creando una historia entretenida y de ritmo dinámico, pero que, como cinta biográfica, se mantiene en la precaria media a la que estamos tristemente acostumbrados.

También asistimos a un ejemplo más de cómo Coogan vuelve a interpretarse a sí mismo bajo la piel del protagonista y es que continúa adaptando los papeles a su persona. Ésto no significa que el nivel de interpretación sea precario, al contrario, conseguimos disfrutar con el estupendo elenco del que se rodea Winterbottom, pero tal vez tengamos que tachar la etiqueta de biopic para dejar paso a “basada en hechos reales”. Sin embargo, no deja de ser un producto con atractivo gracias a la desmadrada e imprudente vida del pronógrafo. Su ambición le lleva a aprovechar grandes oportunidades que le “premian” con una existencia en la que sólo hay glamour, mujeres y drogas, pero en la que aún tiene cabida en un pequeño espacio su hija, Debbie (Imogen Poots), una conflictiva joven que necesita el cariño y la atención constante de un padre que la mayor parte del tiempo está ausente. Un hombre de insaciable apetito sexual que no teme nada, que controla hasta el más mínimo detalle en sus negocios, pero que, en cambio, no es capaz de dominar su situación familiar, dejando aparcado su lado más privado, su matrimonio con Jean Raymond (Anna Friel), y descuidándolo hasta caer en una espiral sin retorno.

“The Look of Love” no arriesga ni es valiente como Paul Raymond en su propia historia, pero igualmente resulta una producción entregada al entretenimiento que cumple con su cometido en su justa medida. Una trama realmente atractiva que se muestra a veces pesada, pero que contiene una excelente ambientación del Londres de aquella época, por el que paseamos sin escandalizarnos, sin profundizar en demasía, sin sentir empatía por el protagonista ni sus circunstancias.

Lo mejor: se trata de una cinta amena que satisface como otro biopic cualquiera.

Lo peor: la película se centra en la parte más superflua de la historia, en la que Raymond acaba siendo el mismo desconocido que nos presentaban al inicio del metraje. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario