El
director y guionista ruso Aleksandr Sokurov realizó “Sonata para Hitler” en
1989, un estupendo trabajo totalmente infravalorado en el que Adolf Hitler
es el principal protagonista en la gran pantalla. El autor nos sitúa dentro de
un cine para ver este cortometraje de poco más de 10 minutos de duración, que comienza
alertándonos con unos sonidos oscuros mientras la imagen parece caer en una
especie de espiral. Se trata de un aviso, un mensaje que veremos a lo largo del
metraje sobre cómo la política desemboca en las ansias de poder y la ambición
hasta límites insospechados.
De
repente, el ruido da paso a las primeras notas del famoso compositor alemán Johann
Sebastian Bach. Tanto en la esquina
superior derecha como inferior izquierda aparecen dos cifras, 0089 y 0079, que,
simulando una especie de contador sin sentido, llegarán a cruzar cuatro
momentos importantes en la historia contemporánea: las fechas de nacimiento y
muerte de Hitler
y, más cercano al cineasta, Stalin, aunque éste no aparecerá en ningún
momento. Este ínfimo detalle le costaría a Sokurov la censura en su país
durante casi una década.
La documentación utilizada
nos lleva a una primera referencia poco común del dictador germano, ya que
aparece sentado, junto a varios trabajadores, con las manos cruzadas, reflexivo
y cabizbajo, para posteriormente surgir con un perfil que conocemos hasta la
extenuación, ensalzando uno de sus tantos discursos ante una multitud
entusiasmada e ilusionada. El director nos hace partícipes de su
pieza al intentar hacernos comprender esta especie de retroalimentación entre
el Führer y su pueblo. Las imágenes
nos corroboran esta sensación y es que su poder, fuerza y razón de ser se nutre
de las masas que le ensalzan casi como un dios. Su máximo esplendor tras la
firma de la rendición de Francia, le lleva a ser lapidado por un desastre
inminente con la invasión de terreno soviético gracias a su codiciosa política
expansionista. Es por eso que una calavera humana cobra protagonismo en su
parte final, dejando atrás todo lo que hemos visto, como los combates, los
oficiales de las SS o la felicidad de la población alemana. Bach otorga
su espacio al compositor polaco Krzysztof Penderecki para sentir esa oscuridad que
se cierne sobre el país. Una auténtica pesadilla que se trasladaría a las
calles en forma de hambre, pobreza y destrucción. Los planos ahogan la visión y
se suceden con un ritmo frenético para zanjar este histórico episodio en ese retrato
de Hitler
nuevamente pensativo.
“Sonata
para Hitler” es una cinta indispensable que, aún a día de hoy, continúa
impactándonos con uno de los capítulos más tristes y perturbadores de nuestra
historia. Una compilación de imágenes de archivo que nos obligan a ser
partícipes de la reflexión que se desprende, puesto que, por suerte, el cine no
sólo sirve para entretener, sino también para hacer recapacitar con este tipo
de acontecimientos que, pese a su lejanía en nuestro pasado, deben seguir
estando presentes para evitar volver a caer en ellos en un futuro.
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