miércoles, 8 de julio de 2015

MIEDO AL PASADO (2014)


La historia ha demostrado que el régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler ha sabido sacar el máximo partido al cine como arma propagandística. Su ministro Joseph Goebbels consideraba que la producción de películas era una de las mejores herramientas para adoctrinar a la población y, en especial, a la juventud. Sus cifras dejan temblando a cualquier taquillazo que conozcamos y es que, desde 1933 hasta 1945, se produjeron alrededor de 1.300 filmes de los que disfrutaron millones de espectadores en sus primeras semanas de estreno, como en el caso de uno de los largometrajes más afamados,  “El Judío Suss” (Veit Harlan, 1940), que reunió a 20 millones de personas en las salas del país. Con el final de la guerra, unos 300 metrajes realizados durante el nazismo fueron prohibidos y se mantuvieron bajo llave en un depósito de la Fundación Murnau al que sólo unos pocos podían acceder. Actualmente y aunque la cantidad de títulos se redujeron en gran medida, la situación sigue siendo la misma con unas barreras infranqueables para quienes desean visionarlos, por lo que las oportunidades se reducen a algunas filmotecas y eventos muy concretos. El miedo a que se repitan los mismos hechos a través de este material hace que, en pleno 2015 y tras 70 años de aquella nefasta época, siga en pie un eterno dilema: ¿es correcto seguir manteniéndolos ocultos y alejados de toda la población por evitar las posibles consecuencias de su publicación o es mejor que sean exhibidos como forma de entender el pensamiento nacionalsocialista, nuestra memoria histórica y como parte de un sistema educacional?

“Forbidden Films”, el documental realizado por el guionista y director alemán Felix Moeller, expone esta cuestión ampliamente, aportando diversas entrevistas a académicos, investigadores y espectadores de ciclos cinematográficos especializados que han tenido el placer de ser testigos de lo que un día se utilizó como una peligrosa arma. En su mayoría, apoyan la posibilidad de ver circular esta polémica colección que supone todo un patrimonio cultural de sumo valor y que merece ser difundido de la forma más correcta y no a través de algunas plataformas de Internet, como Youtube, en donde se dispone de copias online de algunos de sus títulos y promovida de la manera menos deseada. Un dilatado debate recogido para reflejar la casi obligación de ser expuestos al gran público para que puedan entender la mentalidad de nuestros antepasados y mostrar la verdadera cara del conflicto y su magnitud. Por supuesto, muchos concluyen la necesidad de una base educacional para comprender el contexto, puesto que es un material que puede seguir siendo dañino para determinadas mentes.

A su vez, el metraje se complementa con pequeños fragmentos de las películas más populares del régimen, como “El Flecha Quex” (Hans Steinhoff, 1933), “El Eterno Judío” (Fritz Hippler, 1940), “Stukas” (Karl Ritter, 1941), “El Presidente Krüger” (Hans Steinhoff, Karl Anton y Herbert Maisch, 1941) o “Die Grosse Liebe” (Rolf Hangen, 1942), mostrando una visión contradictoria que sólo favorecía al nazismo y que dejaba a los polacos, judíos y británicos como los únicos instigadores de la situación que vivía Alemania durante las contiendas internacionales, sino también en su periodo de entreguerras. Su papel de antagonistas les hacía abusar del ciudadano germánico con violaciones, asesinatos y vejaciones. Incluso, se ha intentado “desnazificar” a algunas de ellas, como “Los Rothschild” (Erich Waschneck, 1940) o “Wunschkonzert” (Eduard Von Borsody, 1940), de las que se recortaron las escenas más impactantes, derivando en un simple entretenimiento con una plana narración con el fin de no desenterrar ciertas convicciones.

Los realizadores experimentaban a través de todos los géneros, pero sus mayores éxitos venían dados por la comedia y el thriller, puesto que cuanto más fresca e  interesante era la trama, el público parecía captar mejor la esencia propagandística que se quería inculcar. Los actores encumbrados obtenían prácticamente una fama inmortal, como sucedió en los casos de Emil Jannings y Heinrich George, sobre los que se analiza su situación en “Forbidden Films”, un completo documental no sólo de la realidad del cine alemán de la época, sino también del estado en el que se encuentran sus piezas más importantes, pero, a su vez, más peligrosas y a las que más se teme, pues en su interior siguen latentes los fantasmas del nazismo. 8/10

Lo mejor: el meticuloso trabajo de investigación que Moeller nos ofrece es fascinante.

Lo peor: su profundización en la cuestión de si las películas deben ser expuestas o no resulta extremadamente exhaustiva y apabullante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario