Los medios de comunicación y el cine nos han transmitido en
multitud de ocasiones las bases de algunos de los fundamentos sobre los que se
rige la ideología coreana del norte y, entre ellos, el más popular es su
repulsión hacia el sistema occidental establecido. Sin embargo, hasta la fecha
no se había encontrado ninguna cinta que incluyera todo este odio resumido en
un único metraje.
Dos norcoreanos facilitaron un enigmático DVD a la productora SabineProgram
durante su estancia en Seúl en 2012. Su única petición fue que visionaran el
material, lo tradujeran y consiguieran difundirlo a través de Internet. Cientos
de extractos de imágenes de archivo, televisión y cine conformaban toda la
esencia del antioccidentalismo y anticapitalismo que tanto han inculcado
generación tras generación bajo un régimen supuestamente comunista. Así es como conocimos “Propaganda”, un documental dirigido por el neozelandés Slavko Martinov. Toda una extenuante radiografía
sobre la manipulación de nuestros gobiernos y, en especial, de la cúpula de Estados
Unidos. Política, economía y sociedad son los temas que engloban un sinfín de
capítulos enfocados al terrorismo, publicidad, propaganda, celebridades, consumismo,
historia, globalización, etc. Los eternos errores de una falsa democracia que
oculta una manipulación masiva que no respeta edades.
Quedan al descubierto nuestras debilidades y comportamientos
bajo la batuta de los principales líderes y siempre jugando en nuestra contra.
Guerras injustificadas que abusan del pueblo y fulminan los derechos de los
ciudadanos, engaños encubiertos por eslóganes como “Just Do It” o “I'm Lovin It”
de multinacionales explotadoras, personajes públicos que acaban siendo una
simple marca a la que idolatrar, etc. La popular “caja tonta” es el medio más
recurrente para alinear cerebros. Personas enfrascadas en su programación cual
zombies, mientras degustan espacios como el de la popular presentadora
norteamericana Oprah,
en el que regalaban bienes materiales a un público excesivamente entregado, o
la entrevista realizada al primer hombre que compró un Iphone, o tal vez el insulso entretenimiento que ofrece la exmodelo
californiana Tyra
Banks haciéndose pasar por un vagabundo para hacer sentir lástima
sin verdaderamente ayudar a los sin techo.
Es obvio que, durante los casi 100 minutos de película, hay
tiempo suficiente para las comparaciones, ensalzando a la nación y dejando
patente su principal objetivo, la divulgación de la pieza para fortalecer los
fundamentos ideológicos. Y es que no deja de ser un estimulante ejercicio
reflexivo a pesar de su visión fuertemente subjetiva que, en muchas ocasiones,
no le falta razón.
Llama bastante la atención conocer sus pensamientos de primera
mano, pero lo que más nos sorprende es ver cómo muchas ideas expresadas son
compartidas, hasta el punto de sentir demasiado cerca aquella hermética nación
de la que aún apenas conocemos un mínimo porcentaje de datos. Y es que los
norcoreanos dan en el clavo con muchas cuestiones, siendo excesivamente
precisos y contundentes.
Pero qué interesante resulta ser esta cinta vista desde este
prisma explicado sobre estas líneas. Sin embargo, “Propaganda” nada sobre
toda una falacia y es que ni está producido por Corea del Norte ni es explicado
por un dirigente del país. Tras toda esta historia desarrollada con
anterioridad se esconde una realidad mucho más simple. Un grupo de directores
neozelandeses decidieron utilizar este concepto para llamar la atención del
público y así invitarles a ver con más claridad lo que nos rodea. El ingeniero Eugene Chang se
encarga de narrar los propios pensamientos de estos cineastas, aunque nunca
hubiera esperado el coste de su intervención y es que, incluso, la comunidad
coreana de su barrio le acabó rechazando por pensar que era un simpatizante o espía. Todo ese conjunto de percepciones
quedan cristalizadas para simplemente abofetearnos directamente en la cara. Y,
sin controversias, ésta y no otra es la única verdad del documental “Propaganda”.
La verdadera cara de un mundo que pensamos que hemos construidos nosotros mismos
cuando en verdad únicamente es manejado por una élite que vela sólo por sus
propios intereses y que sigue tratándonos como marionetas. 6/10
Lo mejor: la extraña sensación que nos queda al final,
cuando percibimos tan claramente aspectos de nuestra vida cotidiana que ya
conocíamos, pero por los que inevitablemente nos dejamos llevar.
Lo peor: la parafernalia de la que se ha rodeado este
largometraje para poder llamar la atención.
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