De
todos es sabido que se había depositado poca confianza en la popular Angelina Jolie
como directora y mucho menos tras la gran disparidad de opiniones que recibía su
primer filme, “En Tierra de Sangre y Miel” (2011). En su segundo largometraje
repite con un drama bélico, pasando de la guerra de los Balcanes a la II Guerra
Mundial como escenario. Con “Invencible (Unbroken)” consigue
posicionarse y ganarse a esos aceptos que manteníamos los pies en polvorosa
atentos a lo que nos podría presentar. En esta nueva producción, que la
catapultó directamente a los Oscars y se metió en el bolsillo a la crítica,
cuenta con la colaboración de los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson
para adaptar la novela homónima de la escritora estadounidense Laura Hillenbrand,
que se basa en la vida del atleta olímpico ítaloamericano Louis Zamperini, prisionero del
ejército japonés durante el gran conflicto tras pasar mes y medio a la deriva
en un pequeño bote salvavidas junto a dos de sus compañeros y que falleció el
verano de 2014, cuando la cinta aún se encontraba en postproducción.
El
actor Jack
O'Connell lleva el peso de toda esta fascinante historia repleta de
calamidades que endurecen un trabajo con altas dosis de violencia que nos llevan
a pensar en más de una ocasión que ya es suficiente. No estamos únicamente ante
la típica trama de supervivencia en donde el héroe se supera a sí mismo, sino
que presenciamos un biopic que debía
ser contado. Muchos piensan que no es más que otro largometraje que enaltece el
orgullo de Estados Unidos, pero, en realidad, su autora deja bien claro que en
cualquier tipo de enfrentamiento no existen ganadores, sino un pueblo que
siempre sufre las consecuencias de las decisiones de sus superiores.
Un
metraje que supera las dos horas y que mantiene la tensión de forma notable,
algo aparentemente complicado cuando se trata de biografías que, aun siendo
llamativas, suelen ser bastante pesadas y planas. Bien es cierto que Jolie
peca de alargar excesivamente alguna que otra escena, tal vez buscando nuestra
extrema repugnancia o forzar el drama lacrimógeno del que es mejor huir. Sin ir
más lejos, la secuencia en la que Zamperini se encuentra en el bote llega a ser
bastante soporífera, algo que nos hacía perder, de buenas a primeras, cierta
esperanza en el filme. No obstante, una vez superado, la cinta recupera el
ritmo perdido con momentos estremecedores y de gran tensión entre Louis y Watanabe (Takamasa
Ishihara), el sádico oficial japonés a cargo del campo de
concentración en el que ingresan los soldados norteamericanos capturados.
Domhnall Gleeson,
Garrett Hedlund,
Finn Wittrock,
Alex Russell
o Jai Courtney,
como secundarios, son totalmente desaprovechados al ser ensombrecidos tanto por
el debutante Ishihara,
popularmente conocido como el cantante Miyavi, como el actor principal de esta historia, O’Connell,
que realiza un intenso y magistral trabajo en su labor por conseguir que el
espectador empatice con él. Y es que no es tarea fácil poder mostrar el coraje
y valor necesarios con los que Zamperini hizo frente a toda clase de obstáculos. Por
su parte, Ishihara
logra transmitir el odio imprescindible para tal papel, aunque es cierto que
apenas tiene un desarrollo psicológico tan claro como el del protagonista,
dejándonos ciertos interrogantes en un pequeño atisbo de llegar a conocerle más
y saber la causa de su comportamiento. En algunas entrevistas, el artista
señalaba que, durante el rodaje, no quiso relacionarse con sus compañeros,
puesto que no quería sentir ni un atisbo de compasión por ellos con el fin de
ponerse en la piel de su personaje y, sin duda, parece que le ha funcionado a
la perfección, manteniendo una constante expresión facial de puro odio que se
enciende al máximo en presencia de Zamperini.
Jolie
también cuenta con el apoyo del director de fotografía Roger Deakins, que, como es obvio,
saca el máximo partido a las imágenes gracias al esmero volcado en cada detalle,
dotando a la película de un brillante realismo digno de mención. Sumado a ello,
el oscarizado Alexandre
Desplat aporta un granito de arena con una banda sonora
verdaderamente emotiva que se une a la labor técnica de la autora, con una gran
variedad de planos entre subjetivos, sorprendentes aéreos, circulares o,
incluso, cámara en mano, que tratan con suma delicadeza las interpretaciones y
que procuran no olvidar cualquier ínfimo gesto para nuestro deleite.
Angelina Jolie
rectifica algunos errores cometidos en su debut con el estupendo trabajo que
hace con “Invencible (Unbroken)”. Un notable homenaje a uno de esos
pequeños héroes de guerra que viene a demostrar el gran potencial de otra
estrella de Hollywood en su carrera tras las cámaras. Esperemos que su próximo proyecto, “By
The Sea”, en el que tanto ella como su marido, Brad Pitt, figuran de protagonistas,
sea igual o mejor que esta producción, aunque su elección hacia un guión más
proclive al drama romántico no termine de convencer de nuevo.
Lo
mejor: cómo se reflejan las constantes muestras de violencia a las que es
sometido Zamperini.
Las reseñables interpretaciones de O’Connell e Ishihara, una pareja explosiva y carismática que
nos mantiene continuamente en tensión.
Lo
peor: los secundarios son desaprovechados. La cinta tarde en arrancar y
ciertas escenas son alargadas innecesariamente.
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