La
jornada del viernes 29 de mayo del Festival Internacional de Cine Fantástico de
Madrid, Nocturna, se presentaba la mar de interesante. Con la presencia del tan
esperado director italiano Lamberto Bava para recoger su estatuílla como
Maestro del Fantástico, los fans y el público en general se agolpaban en la
entrada de los Cines Palafox para disfrutar de un día repleto de clásicos. La
coproducción alemana y española “La noche de Walpurgis” (León Klimovsky, 1971)
se proyectaba en la sala 2, seguida de la galardonada “Afterdeath” (Gez
Medinger y Robin Schmidt, 2015) en la sección oficial Dark Visions y “Charlie’s
Farm” (Chris Sun, 2014), que recibió estupendas críticas por parte de los
espectadores que tuvieron el placer de verla. A última hora de la noche, los
asistentes se debatían entre la divertida “Bunny, The Killer Thing” (Joonas
Makkonen, 2015), que se llevó el Premio Nocturna Madness, y “Visitantes” (Acán Coen,
2014), dentro de la programación de Focus.
MÉXICO BÁRBARO (2014):
Empezamos con dos
escuetos cortometrajes “La Hierba del Diablo”, de Gastón Andrade, y “El
Relojero”, de Alfonso Coronel. Dos historias que apenas pudimos disfrutar por
falta de tiempo para su desarrollo. No hubo inmersión ni sensaciones para ambos,
que, junto al cineasta Lex Ortega, daban paso a la primera sesión del día,
“México Bárbaro”, una pequeña selección de trabajos de ocho directores de
renombre de la industria mexicana que tienen como base las leyendas y
tradiciones del país. Toda una muestra que nos adentra en su cultura y nos presenta
el estado en el que se encuentra su cine. Laurette Flores nos trae
“Tzompantli”, que nos recuerda muy fácilmente a “Entrevista con el Vampiro”
(Neil Jordan, 1994), en donde un periodista habla con un narcotraficante para
explicar toda una cadena de vandalismo cuyo símbolo son cabezas cortadas y
expuestas a todo aquél que pretenda enfrentarse al grupo organizado. Un conciso
metraje que da para mucho más y que a duras penas podemos paladear, quedando una
trama demasiado al aire cuando comenzamos a adentrarnos en “Jaral”, la cinta
de Edgar Nito que nos resulta más familiar y estereotipada, con dos bandidos
que se ocultan en una antigua hacienda abandonada, un escenario perfecto para
despertar tensión en plena noche y con una apariencia de edificio embrujado
que, como era obvio, desata el pánico de sus nuevos visitantes. Con una
fotografía muy cuidada, Nito elabora una producción muy profesional al que le
falta un suspense correctamente utilizado. A poco nos sabe el final, pero al
menos convence más que “Drena”, de Aarón Soto, donde un fantasma le reclama a
una adolescente que extraiga la sangre de su madre por su vagina. Una premisa
interesante que pierde interés por su fallida realización, provocando que el
ritmo decaiga estrepitosamente en “México Bárbaro” y casi haciéndonos perder la
esperanza de lo que aparentaba ser toda una terrorífica experiencia. Isaac
Ezban nos trae “La Cosa Más Preciada” y con él, de repente, nuestro interés
renace al mostrar una historia de monstruos asquerosos, mucho líquido verde y
pequeños toques de humor negro con una sufrida pareja que llega a una cabaña
aislada para perder su virginidad. Reminiscencias claras de “Evil Dead” (Sam
Raimi, 1981) que se agradecen pese a tanto cliché. “Lo Que Importa Es Lo De
Dentro” es el siguiente segmento realizado por Lex Ortega, autor consagrado que
consigue despertarnos con uno de los mejores cortometrajes de la cinta. Una
historia cotidiana que ya no nos asusta, puesto que podría aparecer cualquier
día en los medios de comunicación. Pequeñas dosis de gore y una visión
depravada para las desapariciones habituales de niños en las urbes. Por su
parte, “Muñecas”, del otro peso pesado Jorge Michel Grau, nos sitúa en
una isla repleta de tétricas muñecas colgadas a las que les falta algún miembro
y que guarda un misterio para todo aquél que quiera visitarla. Un previsible
trabajo que, pese a ello, nos engancha desde el primer segundo por su
sencillez. “Siete Veces Siete”, de Ulises Guzmán, despliega venganza en la
figura de Conejo (Ramón Medina), que roba un cadáver del cementerio para resucitarlo y llevar
a cabo su plan. Con vistas al desierto y una mirada siniestra de la muerte, el
metraje funciona a la perfección y nos deja con ganas de saber más, con la esperanza de que su
autor desarrolle más el guión para un merecido largometraje. Como broche
final, “Día de los Muertos”, de Gugi Guerrero, y la más interesante del
conjunto, con catrinas, bailarinas de burdel, un ajuste de cuentas y música a
todo volumen. A Guerrero le quedan por pulir ciertos detalles, pero sabe conquistarnos
y cerrar “México Bárbaro” por todo lo alto, dejando tan buen sabor de boca que
es inevitable recomendar su visionado pese a los fuertes altibajos que posee con
tal variedad de temáticas.
DEMONS (1985):
La
presencia del director italiano Lamberto Bava en el festival era la noticia del
día. Hijo del desaparecido Mario Bava, otro de los cineastas clásicos de la edad de oro del
género, el autor de “Dèmoni” siguió la estela de su padre con una obra
considerada de culto por los fans del cine de terror. Con la invitación al cine Metropol en nuestras
manos y una vez que el artista recogió el premio al
Maestro del Fantástico, la sala apagaba sus luces para situarnos en el metro de Berlín, con
Cheryl (Natasha Hovey) recibiendo de un extraño esa misma entrada que nos han entregado para el preestreno de una nueva película. Su amiga Kathy (Paola Cozzo)
y ella prefieren saltarse las clases para disfrutar de una cinta que esperan
que no sea de miedo, pero no se cumplen sus expectativas, llegando a ser una
auténtica pesadilla la que vivan esa noche. Para muchos, un grato recuerdo de
su infancia y, para los más jóvenes, la primera inserción de lo que fue un
largometraje mítico con un argumento del que hoy nos reímos, pero en su momento
no dejaba de ser terrorífico. Es difícil olvidar los gritos de las
protagonistas, a la jovencísima Fiore Argento (hija del, en este caso, afamado productor Dario Argento) escondiéndose entre las butacas, los litros de sangre
artificial, la masa verde que supura de los monstruos y, sobre todo, la
experiencia de vivir un trabajo entorno al metacine, en donde nosotros vemos un filme
de demonios en los que los personajes, a su vez, están visualizando exactamente
otro de similares características. Una producción salvaje en la que esperamos
ver algún superviviente al menos y que se ganó varias secuelas que no
cosecharon tanto éxito como ésta en su momento, pero que encumbraron al
director como uno de los grandes del género, hecho que el Nocturna ha sabido
premiarle con gran atino con un homenaje más que merecido.
VAMPYRES (2015):
“Lessons Learned”, el cortometraje de animación de Toby Froud,
hijo del ilustrador británico Brian Froud, nos daba la bienvenida a la tercera
sesión. Las marionetas como protagonistas delatan el fundamental papel de su
productora, Heather Henson, hija de Jim Henson, el famoso creador de los
Muppets. Ya sólo sea por tan interesante unión de apellidos, merece su
visionado. Esperada era la premiere de “Vampyres”, el nuevo trabajo de Víctor
Matellano que se presentaba en los Cines Palafox con casi todo el plantel de
actores. Remake de “Las Hijas de
Drácula” (José Ramón Larraz, 1974), una de las películas representativas de la spanish horror y cuyo autor ha colaborado en el guión de la nueva. Dos
ambiciosas vampiresas (Marta Flich y
Almudena León) habitan una mansión
en pleno bosque a la que atraen a los hombres ofreciéndoles orgías sexuales para
poder saciar su sed de sangre. Hasta allí llegan unos excursionistas en busca
de inspiración, pero sus días de tranquilidad están sentenciados. Rodado en
inglés, intuimos que para facilitar su exhibición en el mercado internacional,
el filme cuenta con interpretaciones especiales de Lone Fleming, May
Heatherly, Antonio Mayans o Caroline Munro, pero a parte de ésto y
de alguna que otra escena con una fotografía poderosa, el trabajo del cineasta
español cumple con pocas expectativas. Algunos diálogos insulsos y más de una
actuación forzada provocaron las risas del público. Al menos, el fantástico
póster de “Vampyres” delataba cierto cuidado por lo visual y es que la labor ejercida entre el director de fotografía Daniel Salas
Alberola y Matellano resulta muy prometedora dentro de nuestra industria, a
pesar de encontrar ciertos fallos que anulan casi todo el aura de misterio que
un metraje de vampiros suele tener, como el hecho de dar mayor importancia a
las luces, evitando una mayor oscuridad que genere esa atmósfera tétrica y
tensa, al igual que su errónea banda sonora. Independientemente de ello, queda
patente el talento creativo en este tipo de géneros que poco a poco resurge en
nuestro país.
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