Último
día para el Festival Internacional de
Cine Fantástico de Madrid, Nocturna, con una jornada matinal que empezaba a
primera hora del domingo 31 de mayo. Tras el cansancio de una intensa semana y
los estragos por trasnochar el día anterior, la programación nos ofrecía los
últimos coletazos de la sección Panorama
con “Strange
Blood” y “Suburban Gothic” como las novedades exhibidas en la sala 2,
mientras que en la principal y al mismo tiempo se dedicaba una sesión más
familiar con la siempre entrañable “Dentro del Laberinto” en su versión
doblada y a la que muchos nos hemos acostumbrado a visualizar gracias a las
constantes reposiciones en televisión de la emblemática cinta de Jim Henson.
Una edición que no se ha dejado apagar por los fallos técnicos del sábado y
que, gracias a la organización, concluía con el segundo pase de “Liza, The Fox-Fairy”, la gran
vencedora de este año, a última hora de la noche, despidiendo nuestra casi
estancia en los Cines Palafox hasta el año que viene con la esperanza de que al
menos el certamen tenga, como mínimo, igual calidad en su oferta.
STRANGE BLOOD
(2015):
“Strange
Blood” se iniciaba sin el cortometraje de rigor. Una historia que ya
hemos visto en varias ocasiones y que nos recuerda fácilmente a otras como “La
Mosca” (David
Cronenberg, 1986). Henry (Robert Brettenaugh) es un científico que encuentra
la cura definitiva para todo tipo de enfermedades, pero, en una de las pruebas,
es infectado por el parásito que parece tener vida propia. Unas agujas
incrustadas en la piel de su mano provoca que, poco a poco, comience a cambiar
hasta convertirse en un loco psicópata que lo único que desea es beber sangre. Como
si de una especie de vampiro sin colmillos se tratase, entra en un círculo
vicioso del que únicamente puede ser salvado por Gemma (Alexandra Bard), su ayudante
de laboratorio, que intentará detener su metamorfosis. El primer largometraje
del director estadounidense Chad Michael Ward, tras una multitud de pequeñas
piezas, se desarrolla poco a poco, manejando nuestro interés a su capricho con
una nueva visión del monstruo gótico por excelencia y dejando a un lado todo
tipo de convencionalismos. Tal vez, nos hubiera cautivado con algo más de
espectacularidad y una narración que prometía escenas poderosas a través de
ciertos toques de gore y terror, pero
el autor se queda a medio camino, presentando una versión bastante moderada de
lo que podría haber sido un estupendo e infalible debut. Fantástica, sin duda,
es la interpretación del protagonista, Brettenaugh, que nos hace partícipes de sus
cambios, no sólo físicos, sino también en su personalidad, más agresiva,
conflictiva, sin escrúpulos, convirtiéndose en uno de los puntos fuertes de la
cinta que, incluso, llega a ensombrecer a su compañera de reparto, Bard, que
no termina de convencer hasta la secuencia final, en donde Ward nos demuestra que puede aportar
mucho más de lo que nos ha presentado, pese a no estar ante la figura del
vampiro tradicional. Óscar Rivera realiza un trabajo de fotografía muy
decente, con pocos escenarios y un presupuesto que, por desgracia, queda
patente. La atmósfera resulta muy cuidada, con un laboratorio luminoso y frío
en contraposición a la oscuridad y el ambiente tétrico de su despacho, en donde
ocurre la transformación de Henry. Podría decirse que “Strange Blood” cumple
con su cometido al mantener nuestra atención de forma constante y conseguir que
la trama llegue a interesarnos. Por cierto, ésta es una de esas películas que
nos obligan a ver los créditos hasta el final, puesto que incluye una pequeña
escena como colofón.
DENTRO DEL
LABERINTO (1986):
La
generación de los 80 no puede negar que haya crecido con largometrajes como “Dentro
del Laberinto”, del cineasta Jim Henson (creador de los Muppets o, en España, Teleñecos),
y que la mayoría de nosotros ha podido disfrutar cientos de veces a través de
la televisión. Una oportunidad única y fascinante poder verla en la gran
pantalla con una jovencísima Jennifer Connelly y el mítico cantante glam David Bowie. La trama viene cargada
de mucha fantasía, en la que Sarah debe recorrer un inmenso laberinto para
rescatar a su hermano pequeño, que se encuentra en manos del rey Jareth.
Un viaje onírico en el que colaboran Terry Jones, uno de los dos miembros no ingleses
de los Monty Python, como guionista; Frank Oz, que también participó con Henson
en “Cristal
Oscuro” (1982), como animador; y el inigualable George Lucas como
productor. Pocas cintas pueden conservarse tan bien con el paso del tiempo y
mucho menos seguir gustando no sólo a los más pequeños de la casa, sino también
a esos adultos que rememoran su propia infancia en una década que engulló este
tipo de filmes, en donde no eran necesarios los grandes efectos digitales para
contar historias que hacían volar nuestra imaginación, dejando en nuestras
bocas la eterna frase “ya no hacen
películas como antes” y es que es innegable que el cine familiar ha
derivado hacia otros derroteros, con una oferta en cartelera menos amplia y en
donde los niños deben escoger entre producciones demasiado infantiles o excesivamente
adultas. Independientemente de este tipo de cuestiones, el extravagante Bowie,
una elección perfecta para este papel, nos deleita con un sinfín de temas
elaborados por el compositor Trevor Jones, que ha trabajado en multitud de
grandes cintas y que, como no podía ser menos, en esta ocasión nos hace bailar
y tararear más de un tema entre geniales y entretenidas aventuras dentro de una
bola de cristal, en el castillo del rey, en escaleras y pasillos imposibles o con seres extraños que bailaban
mientras perdían literalmente la cabeza. La inolvidable “Dentro del Laberinto” es
pura magia y originalidad en un mundo de brillantinas, goblins, personajes entrañables y escenarios bañados de una cierta oscuridad
que nunca viene mal.
SUBURBAN GOTHIC
(2014):
Bastante
distendido es el relato de “Suburban Gothic”, el segundo
largometraje de Richard
Bates Jr. tras “Excision” (2012), que cerraba la
jornada matinal del Festival Nocturna. Raymond (Matthew Gray Gubler) ha terminado sus
estudios pero no encuentra un empleo, por lo que se ve obligado a regresar a la
casa de una madre sobreprotectora y un padre excesivamente obsesionado con los
deportes. Su llegada al pueblo hace que se reencuentre con viejas amistades y
algún que otro enemigo del colegio, pero, al menos, halla cierto consuelo en la
misteriosa Becca
(Kat Dennings). Con las reformas en la casa, los obreros encuentran
el cadáver de una niña enterrado en el jardín, lo que desatará la ira de un
fantasma que se manifiesta constantemente ante Raymond. Una narración que prometía
ser una auténtica locura terrorífica cargada de humor negro, pero que
simplemente se mantiene descafeinada en todo momento con algún que otro diálogo
reseñable que nos arranca una sonrisa. Poco a poco, nuestro interés va en
detrimento para desembocar en un final penoso y previsible, que concluye
precipitadamente, de forma decepcionante para cualquier amante del género y sin
tan siquiera los pequeños chistes de mal gusto con los que se iniciaba y que
acabamos echando de menos. Menos mal que tanto Gray como Dennings consiguen engancharnos por
los pelos para mantenernos despiertos. Una pareja magnética que se complementan
a la perfección entre locuras y traumas. Y es que lo que realmente importa en “Suburban
Gothic” no es la trama sobrenatural, sino la psicología del protagonista
y la relación con su padre, con quien choca continuamente. Igualmente, los
actores secundarios también elevan el nivel del filme, entre los que se encuentran John
Waters, Jeffrey Combs o Ray Wise, la figura paterna del disparatado
Raymond.
En general, un elenco bastante potente que sufren las consecuencias de un guión
totalmente fallido. Aun teniendo en cuenta que estamos ante una producción de
bajo presupuesto, se aprecia de forma evidente que apenas han prestado la
suficiente atención a los efectos con unos supuestos espíritus muy poco
trabajados y que únicamente nos provocan indiferencia. Es inevitable encajar a “Suburban
Gothic” entre las películas que ver un domingo cualquiera, en nuestro
sofá y cayendo presos del aburrimiento.
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