Confusión
y extrañeza es lo que genera “Fort Buchanan” a su paso. La ópera
prima del norteamericano Benjamin Crotty nos sitúa en un campamento en
mitad del bosque donde algunas esposas de soldados hacen su día a día, mientras
que éstos están destinados a misiones en otros países. La cinta comienza con Roger (Andy Gillet),
que mantiene una conversación acalorada con una joven adolescente de 18 años,
la cual le acaba asestando un puñetazo sin mucho miramiento. Se trata de su
hija Roxy
(Iliana Zabeth), de la que se hacer cargo durante la ausencia de su
marido.
A lo
largo de 65 escuetos minutos, vemos a los personajes desenvolverse en la
comuna, buscando alternativas a su soledad y ciertos entretenimientos a su
falta de atención y cariño. Algunos optan por dedicarse por completo a sus
hijos, pero hay quienes, incluso, intentan sustituir a sus maridos, por unos
instantes, buscando sexo entre algún vecino o, como claramente se ve, iniciando
en ello a la hija de Roger. Entregados mayoritariamente al ocio y a
ocupar las largas horas de cada día, practican ejercicio, pasean o charlan
animadamente de cuestiones superfluas, de sus cónyuges o de algún que otro
secreto. Poco a poco vamos conociendo a cada familia, pero la película se
centra mayormente en Roger, en su comportamiento con su hija y en la
evolución que sufre su matrimonio.
Esta
coproducción franco-tunecina, basada en un cortometraje realizado por su mismo
autor, parte de buenas referencias, como el hecho de haber participado en los festivales de Locarno, Rotterdam y Sevilla en 2014, entre otros. Su
interesante construcción a partir de retazos de pequeños diálogos de series de
televisión populares de Estados Unidos para desembocar en una comedia
experimental llama la atención, pero enseguida sentimos que todo queda forzado
hasta rozar lo irracional. Algunas escenas pecan de sin sentido, pero en el
fondo es fácil percatarse de las buenas intenciones de este director, de las
ansias de mostrar originalidad fuera de las fronteras convencionales de la
narración cinematográfica.
Apetito
sexual, amistad, apoyo, cariño, erotismo, parejas, familia, sentimientos
encontrados, guerra, deseo de aceptación, crisis, desengaños, distanciamientos,
muerte, etc. Un sinfín de cuestiones planteadas en tan poco tiempo en una
realidad reflejada a fuego lento, pero dejando ligeras lagunas no resueltas y
la intención de una comicidad que, a excepción de alguna escena, brilla por su
ausencia. Dividida en las cuatro estaciones del año, Crotty pretende arrancarnos una
sonrisa que se apaga entre la tragedia de unos personajes que no terminan de
emocionarnos, a pesar de los obstáculos a los que se enfrenta Roger
como una esposa más. Aceptado por su vecindario pese a los tabúes que hoy en
día siguen existiendo en la carrera militar con respecto a la homosexualidad,
parece desenvolverse tranquilamente al igual que su pareja dentro de su
regimiento. Las preocupaciones del protagonista son las mismas que cualquiera
de sus compañeras, en las que encuentra consuelo diario y más de un consejo
alentador para afrontar las dificultades.
“Fort
Buchanan” está rodada en el desierto de Túnez y la región francesa de Alsacia-Lorena
durante dos semanas, con decorados de la diseñadora francesa
multidisciplinar Matali Crasset y con una fotografía a la que saca
el máximo partido el director Michaël Capron, que mantiene el grano grueso para
generar una atmósfera especial que es desplegada en diferentes tonalidades de
tonos cálidos y fríos para crear contraste. La cinta está filmada en 16mm., con
cierto aire de nouvelle vague y,
aunque para cinéfilos sea todo un deleite tal despliegue visual, las técnicas
del cineasta dejan bastante que desear con algún juego de planos mal
aprovechado. 5/10
Lo
mejor: Crotty
da cabida a multitud de cuestiones que realzan el interés de la película. El
fantástico trabajo fotográfico de Capron.
Lo
peor: la falta de emoción en la historia por ciertos diálogos sin sentido y
los intentos de comicidad insustancial.
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