La
jornada del jueves 28 de mayo del Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid,
Nocturna, nos ofrecía otra de las cintas más esperadas, “Liza, The Fox-Fairy”,
del director húngaro Károly Ujj Mészáros,
sobre la que recaían casi todas las miradas, puesto que ya había arrasado en
otros certámenes y, obviamente, tenía todas las posibilidades de hacer lo mismo
en éste. Tras varios días encontrando películas que prácticamente ponían a
prueba la tensión del público a primera hora de la tarde y pese a las expectativas
que había generado el filme, muchos entramos en la sala con pies en polvorosa y
preparados para lo peor. Quizá fue este hecho el éxito del trabajo de Ujj, pero
lo que es cierto es que todos disfrutamos de un día para todo tipo de gustos.
Desde esta fantástica comedia, la ciencia ficción de “Infini”, el
entretenido largometraje sobre teenagers y
ocultismo de “Exeter” o hasta el supuesto gore
de “Headless”, todas ellas en la sala 1, que ensombrecía a la programación
del segundo espacio, con la producción mexicana “Paciente 27”, el homenaje a
los clásicos de “Hellmouth”, la española “Don’t Speak” o la onírica “No De Este
Mundo”.
LIZA, THE FOX-FAIRY (2015):
“A
Través del Espejo” iniciaba una sesión que prometía ser de las mejores de la
semana. Un cuento inspirado libremente en “Alicia en el País de las Maravillas”
bajo una visión muy personal de su director, Iván Mena, que visitaba los Cines Palafox acompañado de
la actriz principal de su trabajo, Ledicia Sola. Alicia despierta en pleno
paisaje natural portando una cajita musical con motivos del clásico de Lewis
Carroll a la que le falta un espejo que tendrá que encontrar antes de que una
fuerza maligna se haga con él. Un drama con tintes fantásticos perfecto para
dar paso a la cinta estrella del certamen. Podríamos calificar a “Liza, The
Fox-Fairy” con una simple palabra: sorpresa. Y es que desde el primer hasta el
último minuto, los presentes no dejaron de reírse a carcajadas con las grandes
elocuencias construidas por Károly Ujj
Mészáros a través de la historia de Liza (Mónika Balsai), una enfermera de 30 años que
cuida a tiempo completo de Marta (Piroska
Molnár), viuda del embajador de Japón en Hungría. La protagonista es
idealista, busca el amor verdadero desesperadamente y no tiene amigos, a
excepción de un cantante de pop japonés, Tomy
Tani (David Sakurai), que sólo puede ver ella. En su cumpleaños, pide dos
horas libres para poder encontrar una pareja en su hamburguesería favorita, pero el
fantasma tiene otros planes y es quedarse con la joven sólo para él. Con el
asesinato de Marta, la vida de la enfermera cambia, puesto que hereda el piso
de la señora y además es sospechosa de su muerte. El agente de policía Zoltán (Szabolcs Bede Fazekas) decide
compartir piso con ella para poder vigilarla de cerca, mientras que Liza empezará a
tener desastrosas citas que la llevarán a pensar en la leyenda asiática de las
“fox fairy” y cómo casualmente se parece a su propia realidad. Los excelentes toques
de humor negro se fusionan a la perfección con un guión que rebosa elegancia e
imaginario a partes iguales, con carismáticos personajes bien caricaturizados y
una atmósfera realizada por Péter
Szatmári que nos recuerda a la filmografía de Jean-Pierre Jeunet o la de
Wes Anderson. Es más, podría decirse que Liza evoca irremediablemente a
la inocente Amelie del francés, con su dulzura y bondad. Ambientada en plena
década de los 60 de una Hungría capitalista, encontramos una brillante fusión
de detalles occidentales y orientales, en donde Szatmári despliega toda su
creatividad en la parte más onírica de la cinta, explotando al máximo el
colorido de la naturaleza con ciertas dosis de fantasía muy bien elaborada. El
cine húngaro pone un pie muy estable en el mercado internacional, dejando atrás
aquella época filosófica y de crítica social que otros grandes, como Bela Tarr,
resaltaron excelentemente. Sin duda, no nos extraña que haya conseguido casi
todos los galardones posibles del Festival Nocturna, que nos ha traído una de
las mejores apuestas de esta edición.
INFINI (2015):
El
cortometraje de Diego Arjona, “Thalion LTD”, se presentaba como introducción a
la segunda sesión del día y, para ello, el director comenzaba a hablar con gran
desparpajo sobre su verdadera pasión, la ciencia ficción de los años 80, que
combina con un trabajo dedicado más a la comedia, como ya sabemos. En pleno
2029, el 80% de los países del mundo han entrado en crisis y el ser humano
intenta sobrevivir de forma extrema. Una muestra bastante entretenida de los escrúpulos que el
hombre tiene en una situación límite, que pone al descubierto su limitación de medios, pero que promete más de lo que esperabamos. Por su parte, “Infini” también parte de una
idea muy parecida, en la que, ya en el siglo XXIII, el mundo se ha ido a pique
por la pobreza, la superpoblación y la contaminación. Un equipo de rescate se
teletransporta a una estación espacial para rescatar al único superviviente de un
accidente, Whit Carmichael (Daniel MacPherson), pero la situación se complica
al llegar. En estado de cuarentena, el equipo además deberá controlar un virus
letal que se aproxima a la Tierra. Tras “Gabriel” (2007), Shane Abbess regresa
con un segundo largometraje que en pocos momentos consigue mantener la atención
del espectador, aun teniendo pequeñas reminiscencias a “Alien” que nos dejan
con ganas de más acción y persecución. Con alguna que otra escena bien construída y que nos permite esperar un final prometedor, la conclusión posee un giro inoportuno con el que el cineasta intentaba
entregarnos algo original y, en cambio, se queda en una extraña nebulosa. La tensión se hunde por
la duración de su metraje y la dilatación de un argumento al que le hace falta más incertidumbre, al igual que algún toque de terror y es que la trama se prestaba a darnos unos cuantos sustos con los que nos hubiera hecho disfrutar y mantener nuestra atención. Pese a estos detalles, sus efectos visuales y de sonido
son el punto positivo de la película, bien dosificados y correctamente elaborados,
permitiendo que, al menos, nos quede la sensación de que es una buena
producción pese la confusión creada en la última secuencia. MacPherson realiza
una labor bastante decente y a tener en cuenta, con un monólogo final en modo
de reflexión que entona con total naturalidad como si de un cántico se tratase,
pero Abbess se toma la molestia de repetirlo dos veces en la misma secuencia, por lo que se hace
redundante e innecesario. Lo que prometía ser una cinta intensa en sus primeros
minutos, acaba siendo una producción del montón, que se sigue con poco entusiasmo.
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