Parece
que siempre seguimos el mismo patrón, pequeños presupuestos para unas grandes
mentes creativas que no reciben ayudas institucionales de ningún tipo y que
funcionan con medios limitados. Uno de los ejemplos más claros es el de “La
Noche del Ratón”, la ópera prima del director vasco David R. Losada
y su equipo. Un llamativo thriller
que cosechó notables éxitos a través de la red de festivales internacionales por
la que circuló y que logró meterse en el bolsillo tanto al público como a la
crítica. Las cuestiones sobre difusión ya son punto y a parte, ya que, como por
desgracia sabemos, este tipo de cintas no encuentran hueco entre las grandes
salas, sino que suelen verse más bien en las más pequeñas, en los cines de
barrio de escasas ciudades y por muy poco tiempo. Una lástima que sólo tengan
cabida en los festivales y que, pese a la gran acogida en éstos, aún les cueste
encontrar su sitio a la hora de ser exhibidas al gran público.
Independientemente
de esta falta de apoyo, nos centramos en la fantástica historia que este
largometraje nos presenta. Sandra (Miriam Cabeza) debe salir a trabajar en
plena madrugada, dejando a Álvaro (Mikel Martínez), su pareja, solo en casa y
enfadado por la situación, puesto que, para colmo, Jorge (Unai García), su compañero de
trabajo, viene a recogerla. El largo trayecto hasta el trabajo se llena de
conversaciones, risas, discusiones, mensajes que Álvaro envía al móvil de Sandra y
silencios incómodos entre los dos amantes. Su relación es secreta, pero,
mientras Jorge
se desespera por tener que esconderse siempre o verse obligado a dar una vuelta
a la manzana para poder besarla, Sandra parece no tener prisa en destaparlo, aunque
no soporta que su novio no trabaje y simplemente se quede fumando en el balcón
durante horas. Un alto en el camino para repostar en una gasolinera hará que su
apacible viaje se convierta en una auténtica pesadilla con la llegada de un
tercer personaje que les impedirá llegar a la reunión.
Una trama de la que apenas podemos desvelar detalles para no
estropear su efecto sorpresivo, aunque sí debemos recalcar que, tanto R. Losada
como Rubén Ávila,
han volcado toda su imaginación para crear un guion eficaz que sabe mantener la
atención del espectador durante los 80 minutos de duración. Es cierto que el
argumento posee más de un altibajo, escenas que funcionarían si se hubieran
desarrollado de otra manera, puesto que, en alguna que otra ocasión, las
acciones de Jorge
se muestran algo repetitivas. Su pausado ritmo nos ayuda a digerir los hechos que se van
sucediendo y que se convierten en casi tiempo real cuando los protagonistas
llegan a la gasolinera. El cineasta sabe muy bien cómo jugar sus cartas,
mientras rompe un esquema tras otros. Partimos de una premisa, un triángulo
amoroso del que pronto nos olvidaremos, ciertas pinceladas de humor negro,
algún toque gamberro, coqueteos con aspectos surrealistas de una mente
perturbada y un final rompedor que no es nada típico y deja algunas cuestiones
sin resolver para gozo de quienes gustan del digerir lento del séptimo arte, de
darle vueltas a los visionados. Todo
ello hace que “La Noche del Ratón” no sea una película más y que justifique por
qué ha conseguido meterse en el bolsillo al público.
La mayor parte del peso interpretativo lo lleva a sus espaldas
el actor Unai
García, una cara hasta ahora desconocida que realiza una notable y
muy sufrida labor. Sí es cierto que, en escasos instantes, parece inverosímil
su actuación, pero sabe manejarse con total soltura en un papel de cierta dificultad
al desplegar un sinfín de registros. Por su parte, su compañera de reparto Miriam Cabeza,
con la que disfrutamos actualmente en la serie de televisión “Gym
Tony” como la extravagante Vanessa, mantiene una perfecta química con el
protagonista.
Peru Galbete
lleva a cabo un trabajo fotográfico impecable y bien estudiado, creando una
atmósfera de suspense realmente efectiva. Iluminación y sonido van al compás de
la acción, intensificando los momentos de mayor tensión y generando esa
inquietud en el espectador que es básica de todo buen thriller que se precie. No obstante, a veces el silencio produce un
mayor desasosiego, algo que se podría haber aprovechado para mejorar
determinadas escenas. Íntegramente nocturna y rodada en Irún, Donostia y
Hondarribia, la cinta se detiene enseguida en un único emplazamiento, aportando
más agonía y efecto a las calamidades que sufren Jorge y Sandra.
“La Noche del Ratón” es arriesgada, eficaz y realmente cruda.
Un estupendo ejercicio cinematográfico y todo un verdadero ejemplo de que, para
hacer buen cine, no es necesario contar con un gran presupuesto, sino con unas
mentes perversas que saben jugar perfectamente con las reglas del buen thriller.
Lo mejor: los giros sorpresivos y la lograda atmósfera
de suspense de la que hace gala.
Lo peor: alguna escena que abusa de la banda sonora,
ciertos momentos que resultan repetitivos.
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