Como
cada año, no puede faltar alguna que otra producción con una boda como telón de
fondo. Todo un clásico en las comedias románticas en las que las peripecias de
los personajes son el principal atractivo de una historia de amor que ya
sabemos cómo acaba: pasando por el altar. Este año no iba a ser menos y uno de
los títulos que han visitado la cartelera española no es otro que “El
Gurú de las Bodas”, bajo la dirección del cineasta norteamericano Jeremy Garelick,
que debuta tras las cámaras después de su andadura como guionista en el largometrajes
“Separados”
(Peyton Reed,
2006), que protagonizaron Jennifer Aniston y Vince Vaughn, o la serie de
televisión “The Rebels” (2014) junto a Jon Weinbach.
Para
esta ocasión, no sólo lleva la batuta de mando, sino que, además, colabora de
nuevo con Jay
Lavender para crear la historia de Doug Harris (Josh Gad), un hombre aparentemente
absorbido por su trabajo, que va a contraer matrimonio con Gretchen Palmer (Kaley Couco-Sweeting).
El problema es que la fecha se acerca demasiado y el novio sigue sin presentar
a sus supuestos padrino y testigos. Doug no tiene amigos, por lo que, en un arrebato
desesperado, contrata a Jimmy Callahan (Kevin Hart) para que se haga pasar
por su mejor amigo Bic (sí, como la marca de bolígrafos y maquinillas
de afeitar), un supuesto cura militar de pasado dudoso. A él se suma todo un
equipo de amistades de lo más variopinta y que tendrán que hacer creer a la
familia de Gretchen
que están tan unidos como Doug les ha hecho creer.
Sin
ir más lejos, la cinta no puede llegar a ser más previsible y simple,
reconociendo desde el primer instante lo que ocurrirá al final de todo el
conjunto de gags que Garelick
despliega. Igualmente, encontramos poca originalidad en su trama y es que
parece más un compendio de “los mejores tópicos de las comedias”, con escenas
que nos recuerdan a las locuras de la despedida de solteros de “Resacón
en Las Vegas” (Todd Phillips, 2010), algunas aventuras familiares
como las de “Los Padres de Ella” (Jay Roach, 2000) y, quizá, la más predecible por
su argumento, “Hitch, Especialista en Ligues” (Andy Tennant, 2005), con Will Smith
como el casamentero, incluso, para casos imposibles.
Así
es cómo no encontramos ni una sola sorpresa en los 100 minutos de metraje y,
sin embargo, resulta tan dinámica y ágil en su desarrollo que no deja caer el
ritmo en ningún momento, siempre y cuando tengamos presente que es mejor
visualizarla con pocas o nulas expectativas. Es curioso cómo aún podemos soltar
alguna que otra carcajada con escenas que hemos visto utilizar en la mayoría de
comedias exhibidas en la última década, a lo que se suma unas cuantas medias
sonrisas que, al menos, ayudan a pasar un agradable rato viendo las alocadas
aventuras y gamberradas de un grupo tan extraño.
Tras
ese humor absurdo, se esconde una realidad demasiado conocida en nuestros días.
Ya es habitual ver cómo la gente reúne cientos de seguidores a través de sus
redes sociales, pero, en contraposición, la imagen del íntimo amigo de toda la
vida empieza a convertirse en casi un mito para muchos. La complicada vida de Doug le
ha transformado en un ser solitario a la fuerza. Halagado por el cariño de la
despampanante y estirada Gretchen, no duda en hacerla feliz con todo lo que
está a su alcance. Kely Couco se muestra correcta, pero eclipsada por
la química entre Josh Gad y Kevin Hart, que, después de todo, son los
principales protagonistas de los momentos más hilarantes. Junto a ellos, vemos
desfilar caras conocidas como las de Olivia Thirlby, Alan Ritchson, Jorge García, Cloris Leachman o Ken Howard.
Efectivamente,
“El
Gurú de las Bodas” trae buenas intenciones, al menos en cuanto a
entretenimiento se refiere, pero es totalmente prescindible e igualmente
olvidable. Meteduras de pata, locuras y un sinfín de mentiras que tapar con un
plan a la vista, que Doug no sólo
consiga casarse, sino que, además, Gretchen le vea como todo un triunfador que puede
presumir de grandes hazañas y amigos.
Lo
mejor: alguna que otra escena nos permite pasar un agradable rato.
Lo
peor: no deja de ser más de lo mismo, puesto que su falta de originalidad
no innova en cuanto a comedia romántica y gamberra se refiere.
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