Para
la cineasta belga Nicole Van Goethem, “Una Tragedia Griega” fue su obra más
importante, aunque su papel como directora ha sido verdaderamente escaso,
dedicándose, en su mayoría, al departamento de animación de otros proyectos.
Con pocos años de trayectoria cinematográfica, este cortometraje le llevó a
conseguir el Gran Premio del Festival de Annecy en 1985 y, de mayor
repercusión, el Oscar al Mejor Cortometraje de Animación tan sólo un año después,
galardones con los que la autora consiguió darse a conocer.
En
clave de comedia, nos presenta a tres entrañables mujeres que, sustituyendo a
unas columnas, sujetan un clásico templo de corte griego que ya está
prácticamente en ruinas. Apenas pueden moverse porque, cualquier movimiento en
falso, hará que inevitablemente se derrumbe el edificio. El metraje es humilde
y sencillo tanto en narración como en trabajo artístico, con colores neutros,
que remarcan los pequeños detalles; y un gran contraste entre sombras y luces.
Su
mensaje es una clara referencia a las ataduras a las que nos sometemos todos
nada más nacer. Una construcción antigua que nos recuerda todas aquellas
normas, tradiciones y costumbres que aún siguen vigentes en nuestra sociedad y
que nosotros mismos seguimos alimentando. Esa debilidad del ser humano es
presentada con gran simpatía por estas tres protagonistas.
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