Pocos vídeos musicales han dado tanto de qué
hablar como lo fue “Do The Evolution” en 1998, del mítico grupo de grunge Pearl
Jam. El tema, extraído del quinto álbum “Yield”, fue creado por el guitarrista Stone Gossard y
el cantante Eddie Vedder, llegando a ser uno de los más contundentes y
reivindicativos de la banda y es que, en poco menos de cuatro minutos, nos presenta un recorrido exhaustivo de la evolución histórica del ser humano y
la verdadera esencia de éste, fundada en la crueldad, en la superioridad de
quienes piensan que tienen el poder y pueden controlar el planeta, sucumbidos y
postrados ante un nuevo dios contemporáneo, la tecnología.
Bajo la dirección del canadiense Todd McFarlane, que
contaba con una gran experiencia en el mundo del videoclip; y el estadounidense Kevin Altieri al
frente de la animación, más conocido por “Batman: La Serie Animada” (1992), el metraje parte de la primera célula, repasa la extinción de los últimos
dinosaurios, sigue con nuestros antepasados más primitivos y llega hasta
nuestros días, recordándonos, con pequeños fragmentos casi imperceptibles, las
Cruzadas, el Ku Klux Klan, el dominio nazi y el consiguiente Holocausto, la
guerra de Vietnam o la constante aniquilación de la naturaleza, de la que somos
principales causantes. Igual que el pasado tiene su lugar, se deja espacio al
futuro, con una especie de posible apocalipsis entre armas de destrucción
masiva y robótica. Una hipótesis que únicamente hace resaltar lo único seguro
que tenemos en nuestra vida y que es la muerte. La sombra de la destrucción aparece constantemente de forma ironizada, desafiante. No nos importa absolutamente nada, excepto ser mejores que los demás, con más dinero y autoridad.
Con dos nominaciones a los premios Grammy, entre la que destacaba a Mejor Vídeo Musical en su versión corta, nos seduce por su alto contenido crítico y reflexivo y es que este trabajo ha generado multitud de análisis, pero tan sólo una interpretación: nos creemos más fuertes que el resto de seres vivos y eso nos llevará a un final cruel y merecido. No somos capaces de aprender de una historia que siempre es cíclica, que siempre se repite con resultados cada vez más devastadores. Creemos tener el control de nuestro destino que está cada vez más cerca y es, por eso, que el metraje nos insta a darnos cuenta de lo que nos espera y a poner remedio antes de que sea demasiado tarde.
Con dos nominaciones a los premios Grammy, entre la que destacaba a Mejor Vídeo Musical en su versión corta, nos seduce por su alto contenido crítico y reflexivo y es que este trabajo ha generado multitud de análisis, pero tan sólo una interpretación: nos creemos más fuertes que el resto de seres vivos y eso nos llevará a un final cruel y merecido. No somos capaces de aprender de una historia que siempre es cíclica, que siempre se repite con resultados cada vez más devastadores. Creemos tener el control de nuestro destino que está cada vez más cerca y es, por eso, que el metraje nos insta a darnos cuenta de lo que nos espera y a poner remedio antes de que sea demasiado tarde.
Su mayor impacto reside en la rapidez con la
que nos muestra cada imagen, generando un fuerte dinamismo sugerido por el
propio ritmo de la canción. Al grito de “It’s evolution, baby”, se hace énfasis
en los momentos más importantes de la historia, creando el perfecto equilibrio
entre la música y un vídeo que marca un fuerte contraste entre colores cálidos,
para la violencia; y fríos, para la soledad y la tristeza. Un estupendo
ejercicio audiovisual que nos recuerda nuestro lado más nauseabundo y las
consecuencias de nuestra crueldad.
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