“Ninja Assassin” deja bastante al descubierto
su trama gracias a ese título tan revelador. El cineasta australiano James
McTeigue, eterno asistente de Andy y Lana Wachowski en multitud de sus cintas, como la
famosa trilogía de “Matrix” (1999-2003), entre otras tantas, debutó en la
dirección con “V de Vendetta” en 2005. Una fuerte apuesta para entrar por la
puerta hollywoodiense y que le facilitó realizar un segundo largometraje que se
ajustaría más a sus aficiones, como los ninjas, y que contaría con un presupuesto
algo limitado. Es complicado pensar que la mayoría de gastos se fueran en el
insulso y machacado guión de esta película.
El joven Raizo (Lee Joon) es un niño adoptado
por el clan Ozunu para criarle bajo las órdenes de su Lord (Shô Kosugi).
Sometido a duros entrenamientos para prepararle en la brutalidad y la violencia,
encaminan su vida para ser un asesino imparable. A su vez, entabla amistad
con una compañera, Kiriko (Anna Sawai), que planea escaparse del grupo, pero,
pillada por sus propios compañeros, es ejecutada. El adulto Raizo (Rain) se
dedicará a buscar venganza y declarará la guerra a sus propios hermanos.
Mientras tanto, en Alemania, la Europol investiga una serie de asesinatos
políticos, pero el agente Mika (Naomie Harris) sospecha que la organización
está detrás de todos ellos. Desafiando a su jefe Ryan Maslow (Ben Miles), se
involucra, por lo que los Ozunu deciden continuar su batalla particular y, además,
no dejar ni un cabo suelto.
De nuevo otra producción más sobre venganza
que no muestra, aparentemente, ni un ápice de originalidad, pero sí que
consigue su principal fin: entretener. No hay más pretensiones para un título
que rezuma violencia y sangre a raudales con toques muy gamberros. Un pequeño
homenaje a ese cine ninja que cobró importancia en los años 80 y que, muy de
vez en cuando, algún que otro fanático continúa su estela. En este caso, se
rescata la verdadera esencia de aquel mercenario japonés envuelto en misterio y
leyenda. Sus silenciosos pasos, sus técnicas avanzadas de combate o su
impresionante habilidad para espiar o asesinar son algunas de las
características que se ven en “Ninja Assassin”, que, por suerte, recupera lo
más interesante de estos secretos y místicos soldados.
Y como principal ejemplo
de esto, McTeigue cuenta con la participación del legendario Kosugi, todo un ídolo
de este tipo de cintas. Pura maldad es la que muestra bajo una máscara
imperturbable y protagonizando un intenso combate en pleno clímax que nos deja
extasiados. Por su parte, el cantante y actor surcoreano Rain hace un trabajo
impoluto y no es de extrañar tras someterse a seis meses intensivos de
preparación. Poco texto pasa por sus manos, pero, como señalábamos al
principio, no estamos ante un trabajo en el que la narración pese más que la
acción. Su pupilo y compatriota, Lee Joon, peca de lo mismo y, sin embargo,
parece tener una buena capacidad para el drama, aspecto que demostró en la
posterior “Rough Play” (Shin Yeon-Shick, 2013). El elenco británico,
en cambio, obtiene un aprobado bastante justo con Harris, que deja en evidencia
cierta lentitud para este género; y Miles, con el que es difícil ver cierta
verosimilitud en su personaje.
Tal cantidad de peleas y los efectos utilizados en éstas harán
las delicias de quienes gusten de la acción y las artes marciales a partes iguales.
Bien es cierto que las luchas nocturnas pierden cierta emoción al únicamente
intuir golpes, sin poder apreciar todos los movimientos en su esplendor. El
nivel de sangre al que nos enfrentamos en tremebunda y rozando el gore, pero
puede que el presupuesto hiciera que los litros se digitalizaran, dando una
imagen algo irreal, pero que no desluce ni rebaja la intensidad de las escenas. “Ninja Assassin” es pura adrenalina y diversión sin más
pretensiones, sin una historia que se libre de los tópicos del género. Sus casi
100 intensos minutos nos sorprenden visualmente y recuperan la mágica figura
del clásico ninja. Quitando ésto, no busquéis más allá u os decepcionará.
Lo mejor: el nivel de acción, violencia y sangre que se nos
presenta. Los efectos visuales en cada combate, en los que prácticamente
podemos sentir el filo de las armas.
Lo peor: las flojas actuaciones de Harris y Miles, que podrían
haber aportado un mayor interés a la historia, pese a que sepamos, en todo
momento, cuál va a ser el final.
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